El Plan de Transformación Educativa que impulsa el gobierno viene provocando discusiones fuertes y enfrentamientos entre autoridades, grupos de estudiantes y docentes.
Pero en medio de esa controversia, ¿están claros cuáles son los cambios que se van a implementar y qué impactos tendrán en los estudiantes?
El plan preparado por el Codicen tiene tres partes.
Una, la reforma de la gestión de los centros educativos, otorgándoles mayor autonomía. Dos, la reforma de formación docente, que prevé el acceso al grado universitario en las carreras correspondientes.
Y tres, la reforma curricular, que incluye un nuevo Marco Curricular Nacional, que modifica los programas de estudio en todos los niveles de enseñanza para, entre otros objetivos, hacerlos más atractivos y motivantes para los estudiantes.
Sobre este último capítulo, el más debatido durante el conflicto, los conductores de En Perspectiva Emiliano Cotelo y Romina Andrioli conversaron con la doctora en Ciencias de la Educación y directora de Planificación Educativa de la ANEP, Adriana Aristimuño.
La jerarca explicó que la transformación educativa, en particular el curricular, “es un tema que requiere de muchos desarrollos sucesivos y enganchados”, por lo que debería continuar en la próxima administración.
“No empieza en 2023 todo junto. Algunos grados de primaria y algunos de media comenzarían en el 2023, otros en 2024 y, los últimos, justamente en 2025. La transformación del currículo (cambios en programas de estudio), el objetivo es que los estudiantes aprendan, permanezcan en el sistema y egresen en su totalidad, cosa que no logramos. Que los estudiantes aprendan es el gran objetivo de la educación, pero no lo estamos logrando a cabalidad visto los resultados de pruebas nacionales e internacionales”, reconoció Aristimuño.
En esta línea, la especialista graficó que cuando se habla de “competencias se puede asimilar a la idea de habilidades”.
“Cosas que el estudiante debe saber hacer con saber conceptual y conocimiento en la vida real. Ante situaciones reales y problemas complejos. La competencia es tener esa capacidad de resolver problemas en la vida real con solvencia. Por ejemplo, el pensamiento crítico es muy importante porque ayuda a discriminar entre una información falsa y una verdadera”, señaló.
En otro orden, dentro de las diez competencias contempladas en la reforma educativa, Aristimuño también se refirió a la “meta cognitiva”.
“Es una de mis preferidas. Es lo que te permite cuando aprendés darte cuando cómo aprendés. Cuáles son las cosas que te cuestan, que no entendés o las que te resultan más fácil aprender. Cuando un docente te dice que algo está mal o no lo aprendiste, el docente tiene que tener la capacidad de lograr que se aprenda de otra manera. Después de que se brindó esa otra forma de aprender, el estudiante se deberá dar cuenta que, con ese otro método, aprendió mejor”, explicó.
Sobre los cuestionamientos de que cuando se habla de competencias la educación va “a adquirir un carácter mercantilista”, Aristimuño respondió “que no es así”.
“Tanto el marco curricular como las progresiones que están aprobadas muestran que las competencias y el mundo que queremos abarcar con ellas incluyen mucho del mundo humanístico. No tiene nada que ver con la mercantilización, creo que eso es un eslogan, e inclusive viene de tiempo atrás. Y quizás alguna persona que no lo dice desde el eslogan, lo dice porque la competencia pone a los estudiantes en el mundo real, en el mundo laboral. Eso está muy bien y así debe ser. La trasposición entre el mundo educativo y llevarlo a una mercantilización porque se llega al mundo laboral no es un razonamiento válido. Toda la educación te prepara para la vida y para el mundo laboral. Es parte de lo que debe hacer un sistema educativo, preparar a la gente para el mundo del trabajo”, afirmó Aristimuño.
Y añadió: “Los niños entran al sistema educativo con una cantidad de potencialidades y la educación obligatoria debería ponerlos en situación como ciudadanos y seres insertos en una sociedad productiva de ser hábiles y útiles. De generar su manera de subsistir materialmente en esa sociedad. Es perfectamente lícito. No hay mercantilización”.