El arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, fallecido en marzo de este año, fue conocido por su labor profesional y sus obras en Montevideo, y ciudades como Nueva York, Londres o Abu Dhabi.
Además, era pianista, y este martes se presentó, en un concierto en el Carnegie Hall organizado por la Fundación Viñoly, en Nueva York, un piano de diseño curvo, desarrollado por él desde 2016 junto a al luthier belga Chris Maene.
En entrevista con En perspectiva, Román Viñoly, hijo de Rafael y director de la Fundación Viñoly, y el pianista uruguayo Alberto Reyes explicaron qué brinda esta nueva variante del instrumento y cómo surgió.
“Me ha dejado fascinado la idea. Este teclado ergonómico con una curva es el cumplimiento de una cierta fantasía que hemos tenido todos, de poder tocar más cómodos”, dijo Reyes, y agregó que es “un viejo sueño”.
El pianista señaló que al intentar tocar en ambos extremos de un piano, el músico tiene a adoptar posiciones poco naturales que pueden ser riesgosas.
“Tiene que ver con que intuimos, o si tenemos un buen maestro nos dicen, que la mejor manera de tocar el piano es dejando caer los brazos naturalmente al costado del torso, sin apartar los codos. Muchos pianistas terminan lesionándose, con problemas no tanto de la mano, es de la espalda”, sostuvo, y reiteró: “Es el cumplimiento de un sueño”.
Por otro lado, Viñoly comentó que su padre “tuvo siempre mucho interés en cómo funciona el instrumento”. “Tenía ocho pianos de cola cuando falleció”, aseguró.
“A minutos de la muerte de papá, se me ocurre que esa organización debería estar canalizada a propósitos que extienden el legado de Rafael como arquitecto cívico”, contó, en referencia a la Fundación Viñoly.
“La forma del piano en sí no cambió”, aclaró.
El proyecto del diseño del piano duró seis años, y para su construcción Viñoly y Maene tuvieron en cuenta las opiniones de otros técnicos expertos en este instrumento y de artistas como Emanuel Ax, Daniel Barenhoim y Stephen Hough.
El resultado fue un éxito, pues la disposición radial del teclado, que se extiende a las cuerdas sobre una caja de resonancia mucho más grande, aumenta la capacidad del instrumento en los matices, la claridad y la potencia, como explica la propia empresa de Viñoly en su página web.