Las lluvias que se registraron el pasado fin de semana al final no terminaron siendo copiosas en todos los sectores del territorio uruguayo, una situación que ayudó a muchos uruguayos para celebrar la Nochebuena y Navidad afuera, pero para el sector del agro es sin lugar a duda una situación que complejiza aún más la cuestión.
El ingeniero agrónomo Carlos Amonte dialogó con el programa En perspectiva de Radiomundo para analizar las lluvias del pasado fin de semana, qué se espera para verano y cuál es el futuro del agro teniendo en cuenta los datos meteorológicos de aquí en adelante. En primer lugar, el profesional reconoció que se está “pendiente de la lluvia” e informó que la zona en la que llovió más fue la de Colonia, con 60 milímetros, seguido por Artigas, Salto y Paysandú con 9 mm. “Es decir, prácticamente nada”, sostuvo.
“Para ejemplificarte cuál es el déficit de agua que hoy tenemos en Uruguay tenés el ejemplo de Berachí. En enero y febrero, marzo y abril, y mayo y junio, en cada bimestre llovieron 160 milímetros en promedio, 480 mm en los seis meses. En julio hubo aguas muy buenas, que fueron 260 mm, lo cual permitió llenar las represas, los lagos, las cañadas, el agua para el ganado y tener una reserva para la primavera. ¿Qué pasó después de julio? De agosto hasta diciembre llovieron 200 mm, o sea que las plantas se comieron toda el agua que había llovido en julio, llegando a fin de año con 900 mm en el año cuando tendría que haber llovido entre 1.200 y 1.400 mm”, dijo, y explicó que “estarían faltando unos 400 mm de agua”.
“¿Qué produce eso? Un déficit de agua en el momento en que estamos en la siembra de los cultivos de verano, soja, sorgo, maíz. Todo el territorio está con necesidad de agua para que pueda arrancar esos cultivos”, agregó.
En este sentido, Amonte señaló que el miércoles pasado estaba haciendo fardo en un campo donde estaba trabajando y que una de las máquinas rompió un rulemán y produjo un incendio que afortunadamente pudieron apagar. Sin embargo, destacó el riesgo que está produciendo la seca en las diferentes zonas del país.
“Tirando un cigarro nomás lo puede ocasionar o un chispazo de un escape de un auto. Después tenés un riesgo de viviendas, que pueden ser los puestos del establecimiento, que en un caso se nos prendió fuego también con un cortocircuito. También los vidrios o las botellas de plástico, que hay tiradas en el camino. Todo eso levanta temperatura y puede provocar un incendio. Hay que tomar todos los recaudos, que podemos hacerlo con responsabilidad y mirar un poquito al prójimo con solidaridad”, señaló.
Con respecto a la ganadería, el ingeniero aseguró que actualmente se está en plena zafra de reproducción y que en este período es importante la falta de agua porque “se están jugando las futuras vacas preñadas”.
“Al haber seca, falta forraje, falta agua y no se cumplen las libertades que tiene que tener el ganado, entre las que está la sed y el hambre. Si se seca el pasto, baja la calidad; y si falta agua, no estamos respetando una de las cinco libertades del bienestar animal y eso provoca un estrés calórico del animal, lo cual no se van a preñar y va a traer escasa preñez, escasos terneros y escasas invernadas. Terminamos con falta de oferta de ganado gordo para los frigoríficos y falta trabajo para los obreros. En este momento, nos estamos jugando el futuro de la producción de terneros del país desde ahora hasta fines de febrero”, sostuvo.
Finalmente, el experto afirmó que actualmente seguimos bajo el fenómeno La Niña, que perdurará hasta marzo del 2023. Pasado ese mes, se normalizará la situación, aunque subrayó que los meses enero y febrero “no van a ser fáciles”.