Juan Caorsi no estaba entre los candidatos a ganar la edición 79 de la Vuelta Ciclista, pero aprovechó la fuga del jueves en Carmelo y se calzó la malla oro para no soltarla. Luciéndola, con el plus que le genera a cualquiera, llegó a la rambla de Kibón tras soportar los ataques del Cerro Largo, que apuntaba a un triunfo de Leonel Rodríguez.

“Los compañeros de equipo, la gente del club, mi familia y la gente que está atrás de uno todos los días. Hoy es todo color de rosa, pero el año tiene 365 días y los que están todos los días son la familia y los amigos”, dijo el fernandino de 31 años a Radio Ciclismo, la transmisión que se destacó por su cobertura de las 11 etapas a través de Radio Nacional.

“La malla líder te da un toque extra que es raro explicar. Sabíamos que iban a atacar porque cada equipo busca ganar. Tocó soportar con la ayuda del equipo y de otra gente que, por amistad o por una cosa u otra, me dio una mano. Agradezco a ellos también”, apuntó el competidor del Armonía de Fray Bentos.

Llegó con 25 segundos de ventaja respecto a Camilo Pimentel, quien no largó en la última etapa por un problema muscular, y 29 sobre Leonel Rodríguez, otro corredor del Cerro Largo. Estaba “muy nervioso, pero intentaba no demostrarlo”. “Intenté mantener la calma. Esto es una carrera de bicicletas y la vida no terminaba acá”, expresó.

“Si perdía iba a seguir siendo yo, con mi familia y la gente que me quiere. Si bien ganar tiene su lado bueno y uno siente que toca el cielo con las manos, no deja de ser una carrera de bicicletas. La vida la veo por otro lado. Si las cosas se tienen que dar, se van a dar, y si no se daba, mala suerte. Había que luchar”, dijo.

Lejos de ser un discurso para quedar bien, la reflexión sobre la importancia de una carrera en su vida tiene que ver con lo que le tocó vivir en 2021. En julio fue padre de un niño que tuvo problemas de salud desde el primer día, y que apenas pudo sobrevivir cinco meses.

“Sé que no corro solo. Tengo alguien que me ayuda. Hoy mando dos besos al cielo: uno para mi niño y otro para Marcelo, el Cabeza, que también está allá arriba mandándome fuerzas. Mi angelito del cielo me empuja día a día, cada mañana que me levanto”, comentó con visible emoción.

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