En el Club de Remeros Mercedes estuvo uno de los miles de televisores uruguayos que palpitaron encendidos e imantando muchos ojos con la semifinal del doble par ligero en Tokio 2020, donde lograron su cupo a la final Bruno Cetraro y Felipe Klüver, un hijo de la casa.

Ese club que es potencia en el remo uruguayo y en donde Klüver se inició en el deporte que a sus 21 años le permitió vivir un sueño olímpico, se vistió de fiesta y reunió a muchos fanáticos de una disciplina que en ese punto del país encuentra muchos adeptos.

Mercedes, esa ciudad en la que el remo y el básquetbol se animan a pelearle la popularidad al deporte más famoso del planeta, vivió como suyo el logro y explotó en un grito cuando los representantes charrúas cruzaron segundos la línea de meta.

Con gorros, banderas y bufandas para combatir el frío, como en las épocas de Copa del Mundo en que la Celeste hace vibrar a todo un país, la llegada se gritó como un gol. El remo juega su final del mundo y, al menos por esta noche, le roba el protagonismo al fútbol.