El serbio Novak Djokovic arrasó al
italiano Jannik Sinner en la final de las Finales ATP de Turín con otra
exhibición que cerró en dos sets, por un doble 6-3, y se proclamó en el torneo
de los mejores de la temporada por séptima vez en su carrera, superando por
tanto al suizo Roger Federer, con el que empataba en seis títulos.
Ya avisó Carlos Alcaraz tras su derrota este sábado en
semifinales: “Djokovic ha demostrado por qué es el mejor del mundo”. Y lo
volvió a hacer en la final. Cumplió los dos objetivos que se marcó. El serbio
está en lo más alto del ránking y en lo más alto de las Copas de Maestros.
Superó a Roger Federer y está por encima de todos.
A sus 36 años es el Maestro más longevo y Sinner, que había
rubricado uno de sus mejores torneos hasta ahora, solo pudo ser un mero
espectador de su reunión con la gloria en una hora y 43 minutos. No pudo hacer
nada ante el despliegue del serbio, absoluto merecedor de la victoria en su
enésima exhibición con una raqueta.
Dominio desde el arranque
El balcánico no dudó un solo momento en la final. Agrandó su
leyenda ante un Sinner que le había ganado hace apenas unos días, pero que en
el momento de la verdad absoluta no tuvo opción ante Djokovic. Porque el
serbio, que fue de menos a más durante el torneo, volvió a exhibir, como ya
hizo ante Alcaraz, su superioridad y su dominio de la escena en este deporte de
raqueta del que es actualmente dueño.
Ni la generación perdida, los Tsitsipas, Medvedev o Zverev;
ni la nueva generación, los Sinner, Alcaraz o Rune, pudieron minimizar al Maestro
absoluto en su territorio, en un pista dura cubierta que le recibe con los
brazos abiertos, en la que se desenvuelve con una naturalidad a la altura de
unos pocos, a la que entiende mejor que nadie y a la que le saca el mayor
partido. No son solo sus golpes de fondo y sus saques, son sus increíbles
restos con los que se defiende atacando.
Se llevó el primer game del partido en blanco, avisando de lo
que estaba por llegar. En su segundo saque solo recibió un punto. Y en el
cuarto juego rubricó el break, curiosamente en un momento en el que Sinner
decidió no pedir un challenge a una bola que sí había entrado y le dio el punto
de rotura al número uno, que no lo desaprovechó. En sus saques, apenas se jugó,
con siete aces en el primer set. Encarriló su victoria con autoridad.
Se supo ganador desde el primer momento. No dudo en un solo
instante ante la joven sensación italiana, arropada por un Pala Alpitour que
esta vez pudo hacer poco para frenar el torrente de juego de un Nole desatado,
que se tomó en serio su venganza tras lo sufrido en la fase de grupos ante
Jannik, desprotegido en su propia casa, incapaz de hacer daño, de defenderse,
de atacar son solvencia la solidez de Djokovic, ganador desde el inicio.
Segundo set: más de lo mismo
No quitó el pie del acelerador Nole, quien mostró, de nuevo,
su avidez de títulos. Una mentalidad arrasadora y apabullante que le volvió a
colocar en lo más alto, otra vez en solitario, por encima de absolutamente
todos. Es el jugador con más Grand Slam y el Maestro absoluto.
Quebró Djokovic el saque de Sinner en el primer juego de la
segunda manga con una facilidad pasmosa, en blanco. Sinner volvió a pedir ayuda
divina a su banquillo. Confirmó el break con un juego en blanco en su saque y
tuvo tres opciones de rotura en el siguiente. Las salvó Sinner, que se mantuvo
en la pelea.
Pero ni siquiera cuando tuvo a Djokovic por vez primera
contra las cuerdas, cuando consiguió ganarse dos bolas de 'break', pudo con él.
Mantuvo la calma Nole, impertérrito, y evitó la rotura. Sinner pegó un puñetazo
de impotencia a su toalla. Era imposible, no podía hacer nada. Y lo estaba
dando todo, mucho más asentado que en el primer set.
Se llevó el italiano el juego más largo del partido, el 4-3 a
favor de Djokovic, casi 20 minutos de intercambios y de golpes que sacó a
pasear su primera sonrisa, por primera vez capaz de frenar a Nole, aunque solo
alargó lo inevitable. Una doble falta de Sinner dio por finalizada la batalla
que tuvo siempre un dueño único.
Djokovic alargó su reinado en Turín. Demostró por qué sigue
siendo el número uno, dio otra clase magistral de tenis y se erigió dominador
absoluto de la Copa de Maestros. Siete entorchados en el torneo que cierra el
año y 24 Grand Slam. Djokovic es histórico.
EFE / FútbolUy
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