River Plate cortó una sequía de 17 años sin títulos internacionales venciendo al Atlético Nacional de Medellín en la segunda final de la Copa Sudamericana, luego del 1-1 del cotejo de ida. Así, los millonarios se sacaron la espina de la segunda edición de este torneo, cuando perdieron el partido decisivo ante Cienciano en 2003.

Tras aquella Supercopa Sudamericana de 1997 frente al Sao Paulo, que terminó con victoria 2-1 en la final con doblete del chileno Marcelo Salas, otra vez los millonarios celebraron en su casa, aunque esta vez con goles de sus defensores a través de jugadas calcadas de pelota quieta.

El primer tiempo en el Monumental de Núñez se pareció poco a una final. Lejos de esa vieja concepción de que este tipo de encuentros los gana el que mete más, los dos se dedicaron a jugar y tuvieron sus opciones para abrir el score, pero al descanso se fueron sin goles.

El anfitrión fue mucho más en el primer cuarto de hora, exigió al arquero Franco Armani y éste se vistió de héroe. Hubo tiros libres envenenados, remates de afuera del área y un par de mano a mano con Teófilo Gutiérrez, pero siempre ganó el arquero argentino del equipo verdolaga.

Recién a la media hora empezó a generar Atlético Nacional, que después de los 30’ avisó con un disparo apenas desviado de Ruiz, y un poco más tarde malogró un mano a mano en los pies del hábil Cardona, tapado por Barovero con la pierna derecha. La velocidad de los colombianos y la dinámica a la hora de mover la pelota complicaba a River Plate.

Ya en la segunda parte volvió a ser ambicioso el elenco de Marcelo Gallardo, que se plantó en campo rival, presionó y pisó el área. No obstante, no fue abriendo la cancha ni jugando por bajo que abrió el encuentro, sino con dos acciones a balón parada.

Corrían casi 55 minutos cuando Pisculichi ejecutó un tiro de esquina desde la izquierda y Gabriel Mercado, ausente en la final de ida por acumulación de amarillas, conectó de cabeza, de pique al suelo, para meter el 1-0. Caía la valla de un Armani que parecía imbatible.

Cuatro minutos después del 1-0 llegó el segundo con la misma fórmula. Otra vez Pisculichi, el de la pegada perfecta y el gol a Boca Juniors en semifinales, puso el esférico con mucho efecto en el lugar justo, entre el punto penal y el borde del área chica, y esta vez el que ganó fue Pezzella, con otro cabezazo que se metió contra el caño izquierdo.

El doble golpe de los millonarios fue letal. Ya no hubo más vuelta dentro de un partido controlado por River Plate y bien arbitrado por el uruguayo Darío Ubriaco. Quedaba media hora de juego pero el trámite ya se veía liquidado. Los verdolagas no mostraron ni siquiera un amague de reacción futbolística ni anímica, y los locales regularon a placer.

Con Ponzio dando batalla a destajo en el mediocampo y saliendo minutos antes para ser ovacionado por su público, los uruguayos Sánchez y Mora aportando lo suyo y la defensa controlando el partido y sin pasar zozobras, Gallardo y los suyos abrocharon un título muy festejado en el Monumental de Núñez.

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