Sebastián Abreu fue elegido nuevo entrenador de Dorados de Sinaloa, equipo en el que jugó entre 2005 y 2006, un período en el que fue compañero de Pep Guardiola. Hoy juega en la Liga de Expansión del fútbol mexicano (segunda categoría) y terminó 13º entre 15 participantes en el Torneo Clausura.

A Rafael García, el antiguo director técnico, se le terminó el ciclo después de tres años y medio, por lo que José Antonio Núñez, presidente deportivo del Grupo Caliente (propietario del equipo), llamó al Loco para conocer sus condiciones y cumplir un viejo anhelo. Ya había querido llevarlo en 2020, pero una restricción vinculada a su título de entrenador le impedía asumir. Hoy, ya sin ese problema, las partes coincidieron.

“Entendí que era una linda oportunidad. Previamente le expliqué la posibilidad que tenía de la selección sub-20 de Uruguay y lo trasladé a la gente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) para ver qué tiempos tenían para la toma de decisiones”, contó, pero terminó aceptando la propuesta mexicana porque en la AUF la decisión del nuevo seleccionador juvenil se tomará después de la Copa América.

“Llega un momento en el que uno se tiene que decidir, y entendí que al tener algo concreto, muy lindo y por un club con el que hay un sentimiento especial, es un salto importante para mi carrera de entrenador. Ahora estamos en el loquero típico de preparación de pretemporada, formación del plantel, contrataciones y cupo de extranjeros. Después de seis o siete meses de tranquilidad, ahora a volver al ruedo”, explicó.

Sobre el hecho de vivir en Culiacán, la ciudad más importante del estado de Sinaloa, fue tajante: “Es de los mejores lugares donde nos tocó vivir y de los que más lindas sensaciones nos dejó. La primera vez que fui, si me guiaba por las informaciones periodísticas, me generaba dudas. Pero estuve un año y no pasó nada”, comentó.

“Me tocó ir a lugares que decían que eran difíciles, como Culiacán, Israel o El Salvador, pero lamentablemente el único país en el que me asaltaron mi casa y me robaron el auto fue Uruguay. En los otros 12 países y 27 ciudades que estuve, nunca me sacaron ni un lápiz del auto”, concluyó Abreu.