Santiago García lleva cuatro temporadas y media en Godoy Cruz de Mendoza, el club donde más tiempo ha estado siendo parte de un plantel de Primera División. A sus 29 años atraviesa un gran momento y por ahora no tiene intenciones de cambiar de aires, según confirmó en diálogo con el programa Locos por el Fútbol, de FM Del Sol.
“No es una prioridad irme porque estoy muy cómodo en Godoy Cruz y en Mendoza, que es una ciudad hermosa y se tiene una calidad de vida muy buena. En algún momento tendré que irme y evaluaré qué opciones tengo y cómo lo manejo para tomar una decisión. Hoy estoy feliz y eso tira un poco para que me quede. Hay que seguir jugando y buscando objetivos”, contó.
Si bien su nombre sonó para los dos clubes más populares, dijo que nunca lo llamó nadie aunque estaría afín. “Me da igual que sea Boca o River. No estoy identificado con ninguno así que no tendría problema”, reveló. Con Marcelo Gallardo se lleva “muy bien” por haber sido compañeros en Nacional, pero eso no vuelca la balanza a favor de River Plate. “Nunca hablamos de ese tema. Siempre jodemos con pavadas porque jugamos juntos”, sostuvo.
“Mi objetivo es volver bien a Nacional, hacer goles y salir campeón”
Lo que sí sabe a futuro es que pegará la vuelta a Nacional. Consciente de que su último pasaje (temporada 2013/14) no fue bueno (un gol en 18 partidos), pretende una revancha aunque todavía no sabe cuándo será porque “la carrera del futbolista es corta y tenés que facturar”.
“Sé que voy a volver, y voy a volver bien, no a retirarme dando lástima y jugando poco. Tengo pendiente dejar una buena imagen porque mi último pasaje no fue bueno desde lo futbolístico. Mi objetivo es volver bien, hacer goles, sentirme bien y salir campeón. No quiero ir a ver qué onda, que me aplaudan y jugar 10 minutos. Quiero ir a jugar y a ganar”, indicó.
Lo otro que también tiene claro es que jamás jugaría en Peñarol, como ha dicho varias veces. “Hace muchos años me llamó uno (allegado a Peñarol) pero lo corrí al toque porque no tenía sentido. No iría ni loco, más que nada por respeto. Estoy muy identificado con Nacional y soy demasiado hincha. No iría por respeto a la gente y por respeto a mí mismo”, explicó.
Convencido de que el compañero con el que mejor se entendió dentro de una cancha “fue Mauricio Pereyra”, se mostró agradecido por la época en que le tocó hacer sus primeras armas en Primera División por considerarse criado en la vieja escuela” y ser “una de las últimas camadas de esa vieja guardia”.
Los clásicos de antes “picantes”
“Cuando debuté, los clásicos eran picantes. Era gente grande que te lastimaba de verdad. Estaban Darío Rodríguez y Guillermo Rodríguez, era tremendo. Eran jugadores grandes, vestuarios picantes y clásicos de ‘si pasás por acá, te rompo’. Y tenías que ir calladito por ahí y pasar aunque te rompían todos los huesos. Hoy con el VAR ya no se siente tanto. Estaba bueno porque estaba heavy”, sostuvo.
“Soy un agradecido porque esa gente, de los dos lados (Nacional y Peñarol), te formaba como jugador y como persona. Ibas directo a los bifes. Uno lo piensa después de haber pasado muchos años y esas experiencias eran tremendas porque te hacían guapo. Y si no eras guapo, te hacías guapo a la fuerza”, señaló.
Y entre tanta guapeza, el clásico amistoso de enero de 2014 terminó en una comisaría con jugadores detenidos. “Me pongo a pensarlo y fue una cagada terrible, pero en el momento no se piensa. En los clásicos el cuerpo técnico se juega seguir dirigiendo, y a mí que me quedaban seis meses de contrato era a matar o morir porque esos partidos te marcan para todo el año. Estás con la cabeza a mil. En ese partido no hubo problemas hasta que con una chispita se armó la podrida”, recordó.