Óscar Ruggeri y Antonio Alzamendi protagonizaron una extensa tertulia telefónica con el programa Tuya y Mía, de Radio El Espectador, recordando anécdotas y vivencias de sus etapas como compañeros en River Plate argentino. Un año y medio después de haber ganado la Intercontinental con el equipo millonario, se fueron juntos al Logroñés de España gracias a la gestión del defensor argentino, quien recordó la anécdota con su estilo habitual.
“Estábamos haciendo la pretemporada en Don Torcuato (mediados de 1988) y después de entrenar me dijo Menotti: ‘En aquella mesa hay una gente que quiere hablar con usted porque quieren llevárselo a Europa’. Yo no sabía quiénes eran. Fui y me senté a hablar con el tipo y me decía ‘el Logroñés, el Logroñés’. Yo pensaba que el tipo era de apellido Logroñés”, comenzó relatando el campeón mundial con el seleccionado argentino en 1986.
“El tipo era millonario, dueño de todas las bodegas. Un chiquitito empresario vestidito así de traje y me decía que quería llevarme a España y que iba a ponerme una bodega. Yo le dije: ‘Por ahora los vinos me los estoy comprando. Dígame cuánta plata voy a ganar’. A 10 metros aparece Antonio (Alzamendi) y me empieza a hacer señas para que lo llevara conmigo”, recordó.
“Yo le dije al tipo cuánto quería cobrar y me dijo que sí. Era un club recién ascendido que quería armar un buen equipo para quedarse en primera. En eso le digo: ‘Una sola condición le voy a poner’. Habrá pensado que eran dos pasajes. ‘¿Cuál es?’, me preguntó. Y le dije: ‘¿Ve aquel jugador que está allá atrás? Ese jugador viene conmigo’. El tipo se da vuelta, lo mira y me dice: ‘¿Pero no es un señor grande?’ De Antonio nunca se sabe la edad”, narró entre risas.
“Antonio ya era grande y canoso (32 años en ese entonces), pero le dije que era un jugadorazo, que iba a salir goleador y que nos iba a salvar. Me dijo que no podía porque había sólo tres cupos para extranjeros; el Abuelo (Francisco) Cruz, yo y otro que querían contratar. Le dije: ‘Señor, un gusto. Que le vaya bien. Si no viene Antonio, no voy. Acá en River estoy bien, soy el capitán, ganamos todo y la gente me quiere ’. Me dijo que me sentara y siguiéramos hablando”, rememoró.
“Era un domingo y teníamos que viajar enseguida para jugar un amistoso el sábado inaugurando Las Gaunas (el estadio del Logroñés). Le dije que no iba, entonces me dijo que le llevara a Antonio. Lo llevé, le arreglé dos años de contrato y salimos todos para allá. Después hicimos terrible campaña en Logroño. Decíamos que íbamos a salir campeones y los periodistas se nos cagaban de risa”, agregó.
“Cuando Antonio empezó a jugar y a hacer goles, ese dirigente me abrazaba. El problema es que Las Gaunas era una cancha chica y Antonio no podía correr como hacía por la pista del Monumental, que corría y no lo podíamos agarrar. En Las Gaunas, que era chiquita, lo agarrábamos enseguida”, concluyó Ruggeri, quien tras una muy buena temporada 1988/89 con el Logroñés pasó a filas del Real Madrid, club con el que fue campeón en La Liga 1989/90.