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Pablo Cuevas vive una cuarentena muy especial en Montevideo, sin sufrir el encierro que el coronavirus impone. Sin dejar de reconocer la gravedad del asunto desde el punto de vista sanitario y a nivel global, valora el hecho de tener tiempo para estar en su casa, lejos de los rutinarios viajes que lo llevan de un torneo al otro por todo el mundo.
Desde un particular confinamiento en familia con su esposa Clara Ruiz y las pequeñas Alfonsina (cinco años y medio) y Antonia (dos años y siete meses), se tomó un tiempo para dialogar a través de Instagram con el ex tenista Daniel Orsanic, otrora entrenador del salteño y capitán del equipo argentino que conquistó la Copa Davis en 2016.
“Con Clara (Ruiz, su esposa) hablamos de lo bueno de tener una casa y recordamos cuando estábamos en un apartamento. Si esto nos hubiera agarrado ahí se nos hubiese hecho más difícil. He hablado con amigos que están en apartamentos y me cuentan lo difícil que se hace el encierro con nenes chicos”, contó Cuevas en una charla abierta para sus seguidores.
“Yo, al revés de todos mis amigos con los que hablo, voy un poco contra la corriente en eso. Están todos aburridos de estar en la casa, pero yo con los viajes que llevo en tantos años, sinceramente, estoy disfrutando. Me vinieron bien estas semanas en casa y no tuve tiempo para aburrirme. La mente no está pensando las 24 horas en tenis y le estoy dedicando tiempo a la familia”, destacó.
“Hago cosas simples que por ahí un ciudadano más normal vive todo el tiempo y le terminan aburriendo, y uno a veces no valora. Estoy valorando el hecho de hacer los deberes con la más grande de mis hijas y hacer pequeñas cosas en casa que un padre capaz que se saca de encima, como armar un puzle. Me estoy divirtiendo haciéndolo. No lo tomo como ‘qué embole esto de divertir a mis hijos’. Realmente lo estoy disfrutando”, señaló.
La suspensión de Indian Wells: un alivio
“Cuando aterricé en Los Ángeles y se suspendió Indian Wells (el 9 de marzo por el coronavirus), sin uno pensar tanto en el futuro y sin saber lo grave de la situación, la primera sensación fue de alivio y de decir; ‘¡Qué bueno! Me voy para casa unos días’. Después uno empieza a tomar conciencia de lo que significa eso y obviamente a nivel global no está bueno”, explicó sobre esta pausa forzada en su calendario.
“Hace un año y medio fue la primera vez en mi carrera que empecé a sentir que me estaba costando más hacer una gira y me preguntaba si realmente quería seguir con esto. Todo aquello quedó bastante de lado, en un 95%”, reconoció, aunque el inicio de este 2020 le había marcado una necesidad de volver con sus seres queridos.
“Este año, que lo arranqué con la familia, mucha energía y una pretemporada, partimos de Montevideo el 25 de diciembre y volví de Australia el 26 de enero. A los tres o cuatro días tuve que viajar a Córdoba y después Buenos Aires, Río de Janeiro, Santiago y la Copa Davis en Austria, desde donde me tomé un avión directo a Estados Unidos. Seguía el mes entero con Indian Wells y Miami, para volver muy pocos días y arrancar desde Monte Carlo hasta Roland Garros. Es lo que vengo haciendo desde hace años. Es un calendario exigente y hoy, con tantos años en el circuito, me gustaría estar en mi casa unos ocho o 10 días como para tener ganas de volver a viajar. Si estás tres o cuatro días, no te alcanza a pasar eso y otra vez empezás. Por eso fue una sensación de alivio la suspensión de Indian Wells”, argumentó.
Un comienzo de año diferente
Consultado por lo que había sido su preparación, dijo haberla hecho “con mucho entusiasmo”. “Hacía años que no hacía una pretemporada 100% acá en Uruguay. Vino Nicolás Kicker a entrenar unos cuantos días. Empecé a trabajar con Marcelo Filippini después de muchos años sin tener un entrenador uruguayo. Eso hizo que todo me fuera más fácil y más ameno”, dijo.
“Me había tomado unas buenas vacaciones y empecé con muchas ganas. Teníamos un lindo desafío que ya era un premio para Uruguay como el hecho de estar en la ATP Cup entre las 24 mejores naciones. Estaba mi hermano (Martín Cuevas) y el capitán era Felipe Macció, que fue mi entrenador desde los 10 años hasta los 17. El año arrancaba espectacular”, ponderó.
“Hice un pequeño cambio de raqueta que buscaba que me saliera un poco más la pelota, con las cuerdas más separadas”, dijo, aunque admitió que el cambio no salió bien. “Hacía rato que no me sentía tan incómodo tenísticamente. Después de tantos días de sentirme incómodo me caí un poco anímicamente”, reconoció.
“Recién para el Australian Open, después de haber jugado la ATP Cup y el torneo de Adelaida, me sentí un poco mejor. Todos los años me saco el chip pretemporada y Australia y viene la gira de Sudamérica, a donde voy con otro aire. Esperaba mejores resultados pero no fue una gira mala. Volví a sentirme cómodo, a competir y a tener ganas. Se me escaparon unos partidos largos y parejos que podrían haber cambiado la gira, pero no me quedé enganchado con eso, sino que me quedé con las cosas buenas”, señaló.
“En la Copa Davis volvimos a tener un encuentro por equipos (ante Austria como visitante el 6 y 7 de marzo) , con la posibilidad por primera vez de llegar al grupo mundial. Se nos escapó estando bastante cerca y jugando un buen tenis”, valoró pese a la derrota 3-1.
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