Pablo Cuevas anunció su retiro oficial del tenis. Fueron casi dos décadas dedicadas de lleno al profesionalismo de élite: sueños cumplidos, frustraciones, derrotas, lesiones, y también resurrecciones.
En tiempos de hiper información, ante la tentación de comparar quién fue el mejor tenista de Uruguay en la historia, lo tiene a Cuevas con ventaja. Debutó en el circuito profesional en 2002, y por tanto se tienen plenos registros de sus partidos, de sus fotos, de su historia.
La estadística es contundente: seis títulos de ATP, un título de Grand Slam en dobles, fue 19 del mundo y ganó cinco partidos ante top 5. En total, tuvo 242 triunfos en el circuito profesional mayor.
En la vida todo tiene un final para comenzar otra historia. De aquel primer partido oficial, con derrota 6-3 y 6-1 ante Patricio Rudi —1123 del mundo— en el Futures de Uruguay cuando aún el salteño no tenía ni un punto en el ranking, a ganarle a Rafa Nadal sobre polvo de ladrillo, o a los casi imbatibles hermanos Bryan en Roland Garros, pasaron muchas historias.
Tras la decisión tomada hace apenas días, y con los recuerdos tibios de tanto repasarlos, Cuevas tuvo claro que, en algún momento, iba a colgar la raqueta. Y luego de tantos años forzando la maquinaria de su cuerpo, fue justamente éste quien le dijo hasta dónde llegar.
“En algún momento tenía que llegar el tiempo de finalizar la carrera profesional. Todo fue determinado por las sensaciones, por los mensajes que el propio cuerpo y la mente me iban dando. Todo suma para que al final uno tome la decisión. En mi cabeza hacía ya un tiempito que lo tenía resuelto, pero no es tan sencillo comunicarlo luego de tantos años en el circuito. Quería estar bien seguro de lo que me estaba pasando. Estoy súper seguro y contento con lo que fue mi camino. Tengo casi nada para reprocharme porque hice todo lo que estaba a mi alcance y di todo lo que tenía para ser el mejor jugador posible. Eso me deja tranquilo, y por otro lado ya no tenía ese espíritu para seguir. No encontraba mucho motivo para estar forzando algo de lo que no me sentía seguro como antes”, dijo.
Así, como antes lo llevaron en la cima, el cuerpo y la mente ahora lo pusieron en el camino de ser leyenda del tenis uruguayo.
El sucesor de una línea de tiempo histórica
La línea de tiempo del tenis profesional uruguayo ha ido completando espacios desde la década del 70’ hasta estos tiempos. En los 70’, Fiorella Bonicelli ganaba sus dos títulos de Roland Garros: en 1975 junto al brasileño Thomaz Koch en mixtos, y en 1976 junto a Gail Sheriff en dobles femeninos.
Ya en 1977, José Luis Damiani ingresaba al profesionalismo, y en agosto de 1981 se colocaba 32 del mundo. Le había ganado a José Luis Clerc siendo el argentino 8 del mundo, a José Higueras, a Andrés Gómez y a Jaime Fillol, entre otros, y había sumado dos títulos de dobles y una final.
Entonces, desde mediados de los 80’ apareció Diego Pérez. En 1985 ganó su título en Burdeos y perdió la final en Buenos Aires ante su amigo Martín Jaite. Durante poco más de una década, Diego Pérez jugó 15 finales de dobles sumando algunos títulos en el circuito, y en julio de 1984 ya estaba 27 del mundo.
Ya le había ganado a Andrés Gómez, a Víctor Pecci, a Henri Leconte, Guillermo Vilas, Claudio Panatta, Yannick Noah, a John McEnroe, y a Boris Becker. Pérez jugó por última vez en la Copa Davis ante Chile en 1985, cuando ya estaba ganando espacio en el circuito Marcelo Filippini.
De hecho, Chelo había ganado su primer título de ATP en 1988, en Bastad, y para 1994 ya tenía en su haber tres de sus cinco títulos. El cuarto y el quinto los ganaría en 1997 en St. Polten y Atlanta.
En agosto de 1990, Filippini era 30 del mundo, al tiempo que jugó profesionalmente hasta julio de 2000.
En Roma, en 1993, había eliminado a Ivan Lendl (5 del mundo), y en Ámsterdam en 1995 venció al uno del mundo, Thomas Muster. Pero también le ganó en su carrera a Marc Rosset, Alberto Berasategui, Carlos Costa, Andrés Gómez, Jim Courier, o Greg Rusedski, entre otros.
De este modo, el tenis uruguayo, que había jugado tres veces por ascender al viejo formato de Grupo Mundial de la Copa Davis, esperaba ansioso al sucesor.
“Sólo queda felicitarlo”
“Nada de lo que pueda decir no lo ha dicho todo el mundo. Tuvo un tenis impresionante, una potencia de locos y todo lo que logró físicamente lo trabajó muchísimo”, señaló Marcelo Filippini, el último de la generación pre-Cuevas, y quien además fue entrenador suyo un buen tiempo.
“Tuve la oportunidad de verlo de cerca cuando trabajé con él y por algo fue 19 del mundo: el tenista uruguayo mejor rankeado, con seis títulos, Roland Garros en dobles y una carrera excelente que habla por sí sola. Sólo queda felicitarlo”, agregó Chelo.
La nueva camada
Tiempo atrás, tras el retiro de Filippini, las miradas se posaron entonces en el equipo sub 16 que en setiembre de 2002 terminó tercero en el Mundial que se desarrolló en La Baule, Francia.
Estaban Diego Ksiazenecki, Federico Sansonetti y Pablo Cuevas. El salteño perdió en individuales con Gael Monfils, pero obtuvo la victoria en dobles junto a Sansonetti. Luego ganó el único de los tres partidos ante Croacia (con Marin Cilic) y, aunque perdió su single ante Brasil, colaboró en dobles con el triunfo para pasar a las rondas finales, en las que le tocó enfrentar a España, finalmente campeón. Allí estaban dos jugadores que luego serían número uno del mundo: Rafa Nadal en singles y Marcel Granollers en dobles. Por el tercer puesto, los celestes derrotaron a Australia.
Así comenzaba a andar la historia de aquel adolescente nacido en Concordia pero que era uruguayo. Que cruzaba en kayak a entrenar y volvía a su casa. Que era bueno para todos los deportes, pero que había elegido al tenis para soñar en grande.
“Recuerdo que tenía algo de inocencia o tal vez de desconocimiento de mucho de lo que era el tenis profesional. Sin embargo, siempre desde que empecé, estaba convencido que esto era lo que quería y lo que me gustaba. Sabía que iba a lograr mis metas, pero desconocía todo lo que había en el camino. Siendo joven comenzás tu carrera y no sos consciente de todo lo que te vas a enfrentar, pero estaba decidido a que eso sucediera y dispuesto a hacer todo lo necesario para que sucediera mi carrera profesional. En ese sentido era un cabezadura que sabía que no me rendiría fácilmente”, dijo Cuevas.
Amigos de fierro
Ineludiblemente dos nombres se asocian rápidamente a los años tempranos de Pablo Cuevas: Facundo Savio y Felipe Macció. En tiempos de juveniles en Salto, Savio solía ganarle varias veces a Cuevas, y Macció fue su primer entrenador, con quien se vino a vivir a una casa en la Costa de Oro para estar más cerca de los circuitos.
“Pablo Cuevas es un amigo, un hermano que me dio la vida, el padrino de mi hija, un talentoso, trabajador incansable, de esos tipos que se le pone algo en la cabeza y hasta que no lo consigue no descansa. Un competidor nato”, apuntó, ahora, Facundo Savio.
Fue amigo, compañero de viajes, y entrenador en algún tramo de su carrera profesional.
“Compartimos muchos momentos lindos. Tenemos sueños cumplidos, un aprendizaje en la universidad del tenis que nos queda para toda la vida, y un legado para que podamos transmitir a las nuevas generaciones. Voy a extrañar mucho verlo jugar y estar en su banco sufriendo y emocionándome con esas grandes victorias”, agregó Savio, quien también lo acompaña en estos tiempos de pos tenis y nuevos desafíos.
Y apuntó: “Ya estamos en otra etapa encarando un montón de proyectos, metiéndole las misma pasión y profesionalismo”.
Al momento de una palabra de aliento, como en tantas canchas del mundo, Savio es claro: “Le diría que disfrute de esta despedida, que no debe ser fácil para él dejar de ser jugador, pero que se quede tranquilo porque hizo una carrera increíble y nos dejó siempre bien representado como país. Que tiene que estar orgulloso de su carrera y de la hermosa familia que formó. Agradeceré por haber confiado en mí tantos años y haberme dado la oportunidad de trabajar con él y demostrar que juntos podíamos llegar muy lejos”.
El primer capítulo de la saga
Felipe Macció sigue vinculado al tenis y tiene infinidad de recuerdos de aquellos primeros tiempos. “El primer día que llegó a las canchas del Remeros de Salto, ya era un pibe con pinta de crack. Recuerdo la travesía diaria para ir a entrenar con el grupo. Lucila, su madre, lo iba a buscar a la escuela, de ahí se iba al Regatas de Concordia, agarraba su kayak, cruzaba el Río Uruguay, lo esperaba una bicicleta destartalada de Ana, mi esposa, y hacía otros cinco kilómetros en bicicleta hasta llegar a mi casa. Nunca faltó; siempre llegaba temprano. Era un diferente. Ya tenía ese porte de campeón”, recordó ahora, con el paso del tiempo.
Macció señaló lo duro que eran esas preparaciones. “Entrenábamos dos horas o dos horas y media en cancha, luego iba a mi casa a tomar la merienda, descansaba un rato, volvía al club para el entrenamiento físico hasta las ocho de la noche, y nuevamente tomaba la bicicleta y cruzaba en kayak a su casa. Esa fue nuestra rutina durante dos años y medio. Visto ahora, en perspectiva, fue increíble, aunque en ese momento pareciera lo más normal”, completó.
Macció y Cuevas decidieron acercarse a Montevideo para tener más opciones de entrenamiento y competencia, y se mudaron a Santa Lucía del Este. “Ahí le tomó el gustito al surf. Teníamos una tabla y si el entrenamiento era bueno, podía ir media hora o 45 minutos al agua. También pasábamos horas charlando de noche mientras pescábamos. Tengo los mejores recuerdos de ese niño que soñaba con ser profesional, que era cabeza dura y con mente de campeón. Siempre dijo sí se puede, y nada pudo detenerlo: ni lesiones ni frustraciones”, afirmó, al mostrar cómo se construyó el primer capítulo de la historia de un campeón.
“Todos estamos más que orgullosos de sus 25 años de carrera. Ahora es tiempo de dedicarse a la familia, pero seguramente vinculado al tenis porque es lo que hace de corazón y con todo el amor del mundo”, finalizó.
Y un día comenzó su carrera
A los 16 años, Cuevas jugó sus primeros partidos profesionales combinados con su carrera junior. En agosto de 2002 representó a Uruguay en los VII Juegos Deportivos Sudamericanos, en setiembre disputó el mundial sub-16 (Copa Davis Junior), y pasó las clasificaciones del Inka Bowl en el Terrazas de Miraflores de Lima y del Cóndor de Plata en Tenis La Paz en 2003.
En 2004 llegó su primer gran título: el Uruguay Bowl en el Carrasco Lawn Tennis. Cuevas ganó los seis partidos cediendo sólo un set para consagrarse. Fue la primera vez que enfrentó a Juan Martín del Potro, a quien venció 6-1 y 6-2 en segunda ronda. También fue finalista en dobles junto a Diego Ksiazenecki.
En 2002 jugó sólo un partido en el circuito de Futures, con derrota ante Patricio Rudi, y en 2003 comenzó a viajar. Perdió con Juan Mónaco en Buenos Aires, pero en noviembre de ese año ganó su primer partido y su primer punto de ATP. Fue con un 6-3 y 6-1 a Esteban Zanetti en el Futures 1 de Uruguay, aunque cayó en segunda ronda. También fueron sus primeros US$ 200.
En 2004 ya era jugador de Copa Davis de Uruguay. A partir de entonces su carrera fue en ascenso, con alegrías, tristezas, derrotas, copas levantadas, match point que se perdían y otros que se ganaban. Ya era un tenista profesional. Y el 24 de noviembre de 2003 apareció su nombre en el listado de ATP por primera vez: estaba en el puesto 1.400.
Los buenos, los malos, los pendientes
Un recorrido de la intensidad y la permanencia como el que ha tenido Pablo Cuevas está plagado de subidas y bajadas. Es una interminable montaña rusa.
“Entre los mejores momentos que me dejó el tenis sin dudas está mi primera participación en el equipo de Copa Davis de Uruguay como local. Fue contra Brasil, yo era un adolescente y tenía que enfrentar a Gustavo Kuerten y a Flavio Saretta, que estaba entre los 70 mejores del mundo. Me acuerdo que el estadio estaba lleno, incluso con hinchada visitante. Eso le puso un condimento especial. Hay muchos momentos hermosos vividos también con algunas victorias en cancha. Sin embargo, entre los buenos recuerdos tengo presente estados emocionales en los que llegué a competir. Eran esas semanas, que sucedían pocas veces, pero que te sentías imbatible. Recuerdo que lo viví el año en el que gané el torneo de Umag. Era un placer entrar a la cancha”, afirmó Cuevas.
Subidas y bajadas. La vida misma, pero en una cancha de tenis. “Hubo tantos momentos buenos como malos. Incluso algunos de esos malos en mi carrera no tienen que ver directamente con mi tenis, por ejemplo, sino por alguna lesión. De mi lesión más grande fue de la que salí más fortalecido. Hubo un tiempo en el que no veía la ventana para escapar de eso”, agregó.
Los malos momentos también sucedieron dentro de la cancha. “Hubo derrotas, como en la Copa Davis en Uruguay contra Colombia, que fueron terribles. Perdí en cinco sets el primer partido contra Alejandro González, cuando no hacía mucho les habíamos ganado a los colombianos, incluso teniendo ellos tremenda pareja de dobles y dos jugadores entre los 100 mejores del mundo. Yo sabía que tenía que rendir nuevamente como en aquella serie, pero perdí el primer partido y sentí que la serie se había acabado pese a que aún restaban por jugarse cuatro partidos. Sin dudas esa derrota fue de las que más me dolió”, apuntó.
La Copa Davis lo ha marcado a fuego, con presencias y con ausencias. “También fue duro perder en cuartos de final de 2017 en Indian Wells ante Pablo Carreño, que estaba 23 del mundo y tuve match point. No sentí que fuera horrible lo que hice por no ganar ya que tenía el servicio Carreño. Otro partido que también forma parte de los malos recuerdos fue en cuartos de final del torneo de Montecarlo, porque ahí sí dependía de mí y era una oportunidad para mantener mi nivel de juego. Fue ante Lucas Poullie y perdí 7-5 en el tercer set. Y también, sin dudas, me dolió mucho el partido ante Gael Monfils en Roland Garros 2015, que estaba dos sets arriba y me ganó los dos sets finales”, agregó el ahora extenista.
Esa tarde Cuevas era 21 del mundo y Monfils 13. El estadio Suzanne Lenglen pasó del sol pleno a la sombra del inicio del atardecer. Los poquitos uruguayos que estaban en la cabecera de las cabinas de tele se sentían enamorados del tenis que estaba jugando Pablo, dejando helados a los aficionados locales. Sin embargo, pese a estar 4-1 en el cuarto set, Monfils renació ante el apoyo increíble de la grada, que hasta entonó parte de La Marsellesa en los cambios de lado, lo devolvió al partido y le dio el impulso para torcer el trámite y pasar a medirse ante Roger Federer (2) en semis.
Cuevas venía de poner en aprietos al suizo dos veces en ese 2015: en Roma perdió 7-6(3) y 6-4 y en Estambul 6-3 y 7-6(11), pero faltó muy poco para verlos frente a frente en París.
“Entre mis pendientes seguro me quedó llevar a Uruguay al Grupo Mundial de la Copa Davis. Ese siempre fue mi sueño. Quería lograrlo y que pudiéramos estar con mi hermano Martín en el equipo. Tuvimos esa posibilidad en la serie en Austria, y en alguna otra en la que me lesioné y no se pudo dar. De alguna manera pudimos estar entre los 16 mejores países en el formato ATP Cup, que fue algo nuevo. Resultó espectacular, no estaba tan planeado y se pudo disfrutar mucho”, dijo Cuevas.
“A nivel más personal, me quedó pendiente llegar a la segunda semana de Roland Garros. Estuve varias veces en la puerta, creo que fueron cuatro años y en alguno de ellos jugando bien. Para estar en la segunda semana y en instancias más definitorias del torneo había que ganarle a ese tipo de jugadores y sentía que ahí podía haberlo logrado. Por eso me quedó esa espina”, añadió.
Algunos apuntes
· Uruguay clasificó y participó de la primera edición de la ATP Cup, un formato de encuentros por naciones que quería de alguna forma competir con la Copa Davis. El capitán de ese equipo fue Felipe Macció, primer entrenador de Pablo y también de aquel equipo sub-16 tercero en el Mundial de Francia.
· Las buenas: pese a que ya había participado del equipo de Copa Davis que le ganó a Haití, Pablo Cuevas recuerda la serie ante Brasil de 2005. La visita ganó 3-2, pero Cuevas derrotó en cuatro sets a Saretta y le ganó 7-6 el único set del partido con la serie definida a Guga Kuerten, quien abandonó por un dolor en el tobillo.
· El torneo de Umag al que hace referencia Cuevas fue el que ganó en 2014 tras vencer 6-3 y 6-4 a Tommy Robredo (20 del mundo) en la final, quien defendía su título de 2013. El salteño llegaba desde la ronda clasificatoria y le ganó sucesivamente a Mate Delic, Andreas Seppi (sexto favorito), Teimuraz Gabashvili y Fabio Fognini (primer cabeza de serie) antes de la final.
· Las malas: el partido ante Alejandro González al que hace referencia fue el 6 de marzo de 2008. El colombiano ganó 2-6, 6-4, 4-6, 6-1 y 6-4 y su país se impuso 3-2 en el Carrasco Lawn Tennis Club.
· El partido ante Pablo Carreño Busta de cuartos de final de Indian Wells fue el 16 de marzo de 2017 y el español ganó 1-6, 6-3 y 7-6(4). Cuevas tuvo match point en el 5-4 y luego en el 6-5. Antes le había ganado a Martin Klizan, Fabio Fognini y David Goffin.
· La derrota ante Lucas Poullie fue 0-6, 6-3 y 7-5 en cuartos de final. El salteño venía de ganarle 6-4 y 6-4 a Stan Wawrinka, tres del mundo.
· Las cuatro oportunidades de meterse en la segunda semana de Roland Garros fueron las siguientes: en 2015 perdió 6-4, 6-7(1), 6-3, 4-6 y 3-6 ante Monfills (14 del mundo), 2016 fue 6-4, 3-6, 2-6 y 5-7 ante Tomas Berdych (8), en 2017 perdió 2-6, 1-6 y 3-6 ante Fernando Verdasco (37), y en 2019 ante Dominc Thiem (4) donde cayó 3-6, 6-4 ,2-6 y 5-7. Dos años antes lo había eliminado al austríaco en segunda ronda.
· En 2011 se lesionó de su rodilla derecha y estuvo dos años fuera de las canchas. Le dijeron que tal vez no pudiera jugar más. En 2013 volvió a ganar un torneo challenger, fue en Buenos Aires y en la final venció a Facundo Argüello.
Rey de Roland Garros
Pese a que el Abierto de Francia figura en sus pendientes en el singles, Pablo Cuevas se aseguró dejar su nombre grabado a fuego. Será invitado eterno al torneo, porque eso le sucede a los campeones. En 2008, el salteño y el peruano Luis Horna lograron lo que parecía imposible: una pareja sudamericana quedándose con la copa.
La historia se gestó en el Uruguay Open 2007, cuando ambos se reunieron para jugar juntos dobles por primera vez y llegaron hasta la final, que ganaron ante la no comparecencia de Marc Granollers y Santiago Ventura como consecuencia de un malestar físico de uno de los españoles (Ventura sería unas semanas después campeón de la Copa Davis en Mar del Plata ante Argentina, y Granollers número uno del mundo de la especialidad).
Ese sendero los fue llevando en 2008 por las semifinales del torneo de Casablanca, la segunda ronda del US Open, hasta desembocar en el Bois de Boulogne, para jugar Roland Garros.
El salteño venía de perder 6-3, 6-3 y 6-1 en primera ronda ante el chileno Fernando González, y el peruano había jugado cinco partidos de individuales: tres para ingresar al cuadro, había ganado en primera ronda y había caído en segunda ante Gael Monfills.
Sin embargo, la gloria sería en duplas. En esa rama la pareja peruano-uruguaya derrotó sucesivamente a cada rival hasta levantar la copa.
Los seis escalones
En primera ronda Cuevas y Horna vencieron 7-5 y 6-4 a los locales Arnaud Clement y Michael Llodra (13 y 12 del ranking de dobles). Luego se impusieron 6-4 y 6-1 al sueco Robert Lindstedt y al finés Jarkko Nieminen, y en tercera ronda 6-4 y 6-4 al Lukas Dlouhy (14 del escalafón) y al legendario indio Leander Paes (24).
Todas las miradas comenzaron a posarse sobre los sudamericanos cuando eliminaron a los uno del mundo, los casi imbatibles mellizos Bryan, tras vencerlos 6-3, 5-7 y 7-6(1) en cuartos de final.
En semifinales el triunfo fue 6-4, 6-7(6) y 7-6(6) ante el brasileño Bruno Soares y el serbio Dusan Vemic, y el instante épico fue cuando tras sacar con dos match points en contra, el smash de Nenad Zimonjic se fue largo. Horna se arrodilló, Cuevas saltó primero de cara a la cabecera donde estaban Daniel Orsanic, su entrenador, Diego Pérez, y el equipo que lo acompañaba.
En menos de una hora, Cuevas y Horna derrotaron 6-2 y 6-3 al canadiense Daniel Nestor (3) y al serbio Nenad Zimonjic (6). Esta victoria los llevó a jugar el Masters de dobles en Shanghai, y otra vez Cuevas hacía historia: ningún uruguayo había logrado ni ha logrado jugar un Masters de singles ni dobles en la historia.
Allí junto a Horna perdieron 6-1 y 7-6(4) en primera ronda de la fase de grupos ante los Bryan (que se tomaron la revancha de seis meses antes y seguían siendo los uno del mundo), pero le ganaron sucesivamente 6-7(3), 7-6(4) y 10-5 a la pareja formada por el legendario indio Mahesh Bhupati (6) y el bahameño Mark Knowles (8), y a los sudafricanos Jeff Coetzer (12) y Wesley Moodie (14) por 6-2, 6-7(2) 11-9. En semifinales perdieron 6-1 y 6-3 ante Nestor y Zimonjic, quienes también se vengaron de París.
Compañero de hazaña
Hace 14 años Luis Horna levantaba la copa junto a Pablo Cuevas en París. Devenido en director del Challenger de Lima, el jugador peruano guarda hermosos recuerdos como homenaje a su retirado compañero de dobles.
“Los recuerdos que tengo de Pablo son los mejores”, es lo primero que quiere resaltar Lucho desde Perú. “Nos tocó vivir una experiencia muy linda juntos porque ganamos Roland Garros de una manera un tanto anecdótica, habiendo jugado sólo un torneo juntos previamente, que lo habíamos ganado en Montevideo. Pero queríamos vivir esa oportunidad que se nos dio. Desde el primer partido nos tocó un cuadro muy duro y no nos proyectábamos mucho. Simplemente íbamos partido a partido. A medida que avanzábamos nos sentíamos protagonistas por la forma en que estábamos jugando. Fueron dos semanas increíbles que pudimos vivir juntos, pero además compartir con nuestras familias”, recordó Horna.
A la hora de hablar de Cuevas como tenista, el peruano no escatimó. “Los elogios siempre van a ser pocos. Era sumamente talentoso y podía hacer cualquier cosa dentro de una cancha. Tenía magia en su raqueta y podía deslumbrar a cualquier jugador. Tuvo varias lesiones, pero siempre pudo contrarrestarlas y hacer una de las mejores carreras del tenis sudamericano. Es un amigo, una gran persona, que como a todos le llegó el momento de decir adiós al tenis profesional. Sin dudas que se le van a abrir muchas puertas en lo que decida hacer porque es una persona super buena y talentosa”, sostuvo Horna.
Saldo positivo por Uruguay
Enrique Pérez Cassarino fue el capitán de Copa Davis mientras Pablo Cuevas desarrollaba la mayor parte de su carrera.
El salteño debutó en 2004, en una serie polémica, en la que los jóvenes decidieron ir a Haití, que estaba sumido en una guerra política y a la que los principales tenistas de Uruguay no fueron. El capitán de esa serie fue Joselo Damiani. En tanto, se retiró en 2022 tras caer 3-1 ante Nueva Zelanda en Las Vegas. Cuevas ganó 43 partidos y perdió 14, de los cuales 30 triunfos y apenas ocho derrotas corresponden a su actuación individual (21-3 sobre polvo de ladrillo) participando de 27 convocatorias.
“Pablo deja un legado para el tenis nacional y un ejemplo para quienes pretenden un objetivo. Cuando digo ejemplo, no me refiero a su tenis único o a su físico inigualable, lo digo só por cómo superar adversidades en función de una meta, desde las limitaciones económicas y logísticas de sus comienzos, a dos años de lesiones que pronosticaban el fin de su carrera”, dijo Bebe ahora que Cuevas ya se retiró.
“Es difícil repasar una carrera con tantos éxitos en pocas palabras. Me quedo con su demostración de que se puede lograr lo que nos proponemos si estamos dispuestos a dejar todo por el intento. Será difícil volver a tener una carrera similar de algún jugador de nuestro país, aunque siempre estará la esperanza de que surjan otros con su ejemplo. Quiero decirle gracias por dejarnos en lo más alto”, finalizó.
Cuevas participó de los Juegos Olímpicos de Rio y perdió en segunda ronda, y decidió no participar de Tokio por no encontrarse en forma.
Familia de tenis
En los pendientes de su carrera, Pablo Cuevas señaló a la posibilidad de ascender al Grupo Mundial junto a Martín, su hermano. Sin embargo, su historia juntos tiene muchos buenos momentos. Jugaron su primer partido juntos en el Futures de Uruguay de 2007 y cayeron 6-0 6-3 ante Pablo Galdón y Alejandro Kon, de Argentina, y el último fue el challenger de Burdeos en mayo de 2022, cuando perdieron de entrada 6-3 y 7-6 ante Hugo Nys (Mónaco) y Jan Zielinski (Polonia).
En el medio hubo mucha felicidad.
Por la Davis ganaron juntos su partido de dobles de 2015 ante los colombianos Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, en 2018 ganaron sus partidos ante El Salvador y Venezuela, y en 2019 a los dominicanos Víctor Estrella y Nick Hardt.
El Uruguay Open los vio campeones en 2013 y 2014, pero también finalistas en 2019.
Y en le circuito ganaron el challenger de Lyon en 2021, fueron finalistas en el de Guayaquil y Prostejov 2018, y semifinalistas en Szcezin en 2010 y Caltanissetta 2018.
“Como jugador no puedo decir nada que no sepamos de Pablo”, dijo Martín Cuevas desde Europa, donde está trabajando con algunos tenistas. “Tenía una facilidad impresionante para jugar, una movilidad, sobre todo en polvo de ladrillo, que era increíble, y un físico privilegiado. Compartió varios años con los mejores de la historia de este deporte, ganándoles, compartiendo canchas, manteniéndose muchos años ahí arriba en el ranking y superando todas las lesiones que fueron graves y largas. Sin embargo, siempre volvió y fue mejor”, agregó Bebu.
“Como compañero de dobles fue único. El mejor con el que jugué. Me resulta inolvidable aquella serie ante Colombia, porque ellos estaban top 10 en dobles, y les ganamos. Pablo hacía que todo te resultara muy simple. Me facilitaba el trabajo y tenía golpes únicos”, apuntó.
Martín y Pablo compartieron dentro y fuera de la cancha. “Siempre intentó ayudarme en mi carrera personal, pero fuera del tenis es mi hermano y mi mejor amigo”, finalizó.
Al final somos números
La estadística de Pablo Cuevas es enorme, pero siempre es bueno dejar algunas pinceladas para revalorar su legado en el tenis.
Partidos ganados: 658
Partidos perdidos: 414
Racha en polvo de ladrillo: 529/280
Racha en canchas duras: 72/90
Racha en sintético: 22/23
Racha en césped: 10/14
Títulos ATP individuales: seis
2014 - Bastaad, derrotó 6-2 y 6-1 a Joao Sousa (Portugal).
2014 - Umag, derrotó 6-3 y 6-4 a Tommy Robredo (España).
2015 - San Pablo, derrotó 6-4, 3-6 y 7-6(4) a Luca Vanni (Italia).
2016 - Rio de Janeiro, derrotó 6-4, 6-7(5) y 6-4 a Guido Pella (Argentina).
2016 - San Pablo, derrotó en la final 7-6(4) y 6-3 a Pablo Carreño.
2017 - San Pablo, derrotó 6-7(3), 6-4 y 6-4 a Albert Ramos.
Finales de ATP individuales: cuatro
2015 - Estambul, fue vencido 6-3 y 7-6(11) por Roger Federer (Suiza).
2016 - Nottingham, fue vencido 7-6(5) y 7-5 por Steve Johnson (EEUU).
2016 - Hamburgo, fue vencido 6-1 y 6-4 por Martin Klisan (Eslovaquia).
2019 - Estoril, fue vencido 6-3 y 7-6(4) por Stefanos Tsitsipas (Grecia).
Títulos challenger Individuales: 15 (tres veces el Uruguay Open, en 2009, 2014 y 2017).
Títulos Futures individuales: tres.
Títulos ATP Dobles: 9 (entre ellos Roland Garros 2008 junto a Luis Horna, y los Masters 1000 de Roma junto a David Marrero, y Montecarlo junto a Rohan Boppana)
Finalista en dobles ATP: 8
Títulos en challengers dobles: 16
Mejor ranking: 19 el 15 de agosto de 2016.
Ante los mejores
Cuevas le ganó a tres top 5 en su carrera: Rafael Nadal (1) 6-7(6), 7-6(3) y 6-4 en Rio de Janeiro 2015, Thomas Berdych (5) 6-4 y 6-4 en Beijing 2015, y Stan Wawrinka (3) 6-4 y 6-4 en Montecarlo 2017. Además, sumó victorias ante otros top 10: Andy Roddick (8) 6-4 y 7-6(4) en Miami 2011, Dominik Thiem (6) 3-6, 6-4 y 4-2 y retiro en Indian Wells 2018.
Otros notables vencidos por Cuevas fueron Marin Cilic (11), Nikolay Davydenko (11), David Goffin (12), Gael Monfils (15), Jack Sock (15), Jo Wilfred Tsonga (18), Tommy Robredo (18), Ivo Karlovic (18), Bernard Tomic (18), Radek Stepanek (19), Diego Schwartzman (19), Grigor Dimitrov (20) y Fabio Fognini (20).
“Había pensado en hacer algún partido de despedida, pero luego me concentré en otras actividades y al día de hoy no es algo que tenga ni encaminado ni descartado. Si se da la oportunidad de hacerlo como me gustaría, se hará, y sino no será un problema”, dijo Cuevas.
Los pensamientos finales de una leyenda
Más allá de su retiro, el ahora exjugador está convencido que, sin embargo, todavía tiene cosas para darle al deporte.
“Creo que tengo para aportarle al tenis. De alguna manera. Siento que se pueden hacer muchas cosas en Uruguay, y que lo que padecí de joven, teniéndome que ir a otro lado a entrenar o vivir, no se repita. Quiero brindarle la oportunidad a los jugadores jóvenes de que puedan hacer su desarrollo acá, y que no tengan que andar buscando desde tan temprano la opción de irse. Quiero dedicarle mi experiencia al tenis más de competencia. Eso me tiene entusiasmado y creo que hay mucho y muy buenos trabajos para hacer en esa materia”, señaló.
“Siento que todo lo que me sucedió en el tenis de alguna manera me lo había imaginado. Creía que podía lograrlo. Y, ahora que llegó el momento del post tenis, encuentro muchas posibilidades que están buenísimas. Hasta hace un par de años vivía pensando en el presente, pero ahora me encuentro con muchas cosas que no había imaginado que viviría”, cerró.