El canotaje uruguayo dirá presente por tercera vez en su historial en Juegos Olímpicos gracias a Matías Otero, que a diferencia de las dos ocasiones anteriores (se participó por invitación), consiguió por primera vez la clasificación directa al ser de oro en el K1 (kayak individual) sobre 1000 metros en el Panamericano de Estados Unidos.
Otero llegó a este deporte casi por casualidad, pasando por la natación, para más tarde desembocar en su verdadera pasión: “En mi época liceal, en el verano del 2011, gané una beca para canotaje en el Acal de Malvín con el profesor Danilo Fusco. Era recreativo, entrenábamos tres veces a la semana y me encantaba”, dijo en declaraciones a Futbol.Uy.
“El entrenador nos llevó al Lago Calcagno en Shangrilá y empezamos a navegar con botes de competencia, pero aún como divertimento”, contó el palista de 26 años, que luego puntualizó el momento donde todo cambió.
“A finales de 2012 me dijeron que se iba a realizar un selectivo para ir a al Sudamericano de Chile y decidí aceptar el desafío. Fui a entrenar todos los días, haciendo doble horario, a tomarlo muy en serio, pero nunca pensé que me podía clasificar”, recordó.
En dicho selectivo participó en el k1 sobre 1000 metros donde fue quinto y luego en el k1 sobre 500 metros donde se quedó con la victoria: “Se armó una preselección en la cual fui elegido y más tarde me convocaron para el Sudamericano. Se me dio y estaba feliz”.
En la cita de Valparaíso integró el bote de K4 sobre 500 metros que se quedó con la medalla de oro: “Fue vivir una sensación increíble, me encantó, y quería repetirla. Desde ese día no paré nunca más de entrenar al máximo”.
Que viva España
Otero fue creciendo en su carrera deportiva con varios logros continentales y estaba pronto para dar un paso más, fue por eso que surgió la chance de viajar a entrenar a España, donde lo esperaba otro uruguayo, Sebastián Delgado, y el club Kayak Tudense.
“Viaje un par de veces a realizar estadías de entrenamiento y pensando en clasificatorio a Tokio 2021 decidí quedarme seis meses a prepararlo. Lo cierto es que por el COVID-19 el mismo se canceló y fue un golpe duro”, rememoró.
“Ese mismo año se realizó el Mundial sub-23 en Portugal y fue el nuevo objetivo y plazo definitorio. Si me iba bien me quedaba y sino replantearía todo en Uruguay”, confesó, aunque su brillante actuación al ser sexto del mundo en el k1 sobre 500 metros, lo sacó de toda duda.
“Mi nivel había subido muchísimo y decidí quedarme”, contó y fue a más: “No fue fácil, principalmente el primer año, ya que sentís que te falta ese cariño de la familia y amigos de toda la vida. Se extraña mucho, pero mi apuesta era clara, seguir con esto que me apasiona y de a poco entendí que el amor de tu gente siempre va a estar contigo”.
El uruguayo gestó nuevas amistades en tierras ibéricas y comenzó a darle clases a las nuevas generaciones de palistas en el club gallego, afianzando su deseo de llegar a la máxima cita del deporte.
A la fiesta grande
Otero, en silencio, con mucho trabajo y convencimiento de sus posibilidades, viajó a Sararota, Estados Unidos, donde ganó el Panamericano de canotaje en la modalidad de k1 (kayak individual) sobre 1000 metros, para conseguir uno de los dos pasajes en pugna para París.
“Es cumplir un sueño enorme”, dijo sobre sus sensaciones de lo conseguido: “Lograr la clasificación directa para Uruguay me lleno de felicidad, creo que es un premio para todo el canotaje de nuestro país”, mencionó.
“Es una alegría inmensa, también para los entrenadores de antes y ahora, que fueron parte importante y es una recompensa al trabajo y tiempo invertido. Llegar a un Juego Olímpico uno lo ve como algo medio imposible, por momentos te hace dudar, pero se pudo y te llena de satisfacción saber que se va progresando y alcanzando cosas muy importantes”, explicó.
También resaltó la influencia de los apoyos recibidos: “Es parte además de una gran apuesta, ciertas inversiones y confianza depositada que se hizo en el correr del tiempo, como las becas recibidas que te permiten desarrollarte y competir al nivel que uno puede. Te ayudan a dar un salto más y por eso estoy agradecidos a las autoridades del deporte uruguayo [Secretaria Nacional del Deporte y Comité Olímpico Uruguayo] como a la Federación”.
El canotaje uruguayo tiene dos experiencias previas a nivel de Juegos Olímpicos, una en Barcelona 1992, cuando compitió Enrique Leite (en k1 sobre 1.000 y 500 metros), y luego en Atenas 2004, con Darwin Correa (en canoa individual sobre 1.000 y 500 metros). Ahora será Matías Otero quien dirá presente, aquél niño amante del deporte que nunca dejó de pelear por cumplir su sueño.