La noche del viernes 6 de setiembre de 2024, quedará marcada en la rica historia del fútbol uruguayo. Y es que será recordado por todos por haber sido el día que Luis Suárez jugó su último partido con la camiseta de la selección uruguaya, de la que es el máximo goleador histórico con 69 goles en 143 partidos disputados (el segundo en ese aspecto detrás de Diego Godín).

Tras el empate sin goles frente a Paraguay en el Estadio Centenario por las Eliminatorias para el Mundial de 2026, fue homenajeado. En la pantalla gigante mostraron distintos videos y, además, se hicieron presentes sus excompañeros en la Celeste y familiares. El Pistolero no pudo aguantar la emoción y se largó en llanto en varias oportunidades.

Luego de todo eso, habló en exclusiva con AUF TV y lo primero que dijo fue que estaba “caliente por el partido” porque “quería ganar a toda costa”. “Nahitan [Nández] me decía ‘ya está, no te calentés más, sacá la cara esa de enojado, divertite y disfrutá que es tu momento’. De a poco fue sanando esa bronca… soy así, quería ganar hasta el último partido”, ahondó el delantero.

“Se me cumplió lo que quería, que era despedirme con mi gente, en mi estadio. Que mis hijos vean esto no tiene precio ninguno. Vivimos una noche especial”, señaló, y contó cómo fueron los días previos a ser titular y capitán: “Tenía la tranquilidad de que venía haciendo méritos y en lo que se fija el entrenador, que es en la parte física, venía rindiendo muy bien”.

Tuvo una ocasión de gol que dio en el palo: “Nunca me imaginé que se iba a resbalar, por eso di un paso al costado y le intenté pegar de la mejor manera posible”. “Después tuvimos alguna que otra transición, pero ellos defendieron muy bien y en el segundo tiempo no fuimos eficaces en pases profundos y no desbordamos como está acostumbrada esta selección”, explicó, e indicó sobre su lucha con los zagueros paraguayos: “Estaba peleando constantemente con ellos, se escalonaban muy bien y no tenía tiempo tampoco para picarle a los espacios porque se hablaban. Se me hizo complicado entrar en juego”.

Un hasta pronto

Consultado sobre qué le dijo Marcelo Bielsa cuando le comunicó que iba a jugar su último partido con la selección, contó: “Que respetaba, que entendía una decisión que era mía y que él no era quién para sobreponerse a una decisión que yo tenía tomada”. “Fue uno de los primeros que se enteró de la decisión porque es el entrenador y hay que tener respeto”, siguió.

“En el momento que llega la reserva me comunico con él para hacerle saber cuál era la intención que tenía y para ver cómo me veía futbolísticamente. Me fue muy sincero al decirme que le había sorprendido los últimos partidos míos en el club y cómo estaba físicamente, entonces yo le plantee que si la selección me necesitaba yo iba a estar”, explayó.

Con respecto a su decisión, mencionó: “Estaba con mucha incertidumbre porque no sabía que hacer, si dejarlo después de la Copa América, que para mí fue un momento muy lindo y emotivo, pero también me planteaba que muchos compañeros que hoy no están acá por sanciones o lesiones me decían que lo mejor era despedirme acá con mi gente, eso me hizo recapacitar”.

Los homenajes

“Fueron muchos momentos emotivos. El primero, que no sé si hay imágenes, es cuando están armando la pasarela, que veo a mi mujer llorando desconsoladamente y a los niños. Después, obviamente, ver a compañeros de mil batallas; abrazarme con Bruno Silva, que tal vez hay gente que no sabe, pero es muy amigo y una persona importante; y también abrazarme con los tres ‘Diegos’ [Forlán, Lugano y Godín], con el Tata [Álvaro González] que él sabe bien lo que era para mí tenerlo ahí atrás, con el Seba Eguren que fue el primero que me abrazó cuando pasó lo de Ghana, con el Rusito [Diego Pérez]…”, dijo.

Aseguró que “fueron horas muy emotivas”. Ya me levanté llorando con el mensaje del Loco [Sebastián Abreu], fue un día de muchos quiebres. La verdad que no me esperaba que estuviera la hija de Walter [Ferreyra] y su nieto… justo ayer me acordaba en el gimnasio de cuando Walter estaba ahí con los nietos”, ahondó.

Sobre el hecho de que le pongan su nombre al arco de la tribuna Ámsterdam, comentó: “Lo del arco me emocionó mucho porque no me lo esperaba, no me habían dicho nada”. “Es fuerte porque Diego [Forlán], Edi [Edinson Cavani], el Loco [Sebastián Abreu] también se merecen esas cosas porque fueron grandísimas leyendas para nosotros, se merecen también un reconocimiento”, agregó.

“Que en la pantalla aparezca un ídolo mío, que yo quería ser como él, como Enzo [Francescoli]… me escribió el otro día y me dijo que el alumno superó al profesor; que me lo diga mi ídolo es algo increíble”.

Más lágrimas

Afirmó que intentó “disfrutar” el trayecto en ómnibus desde el Complejo Celeste al Estadio Centenario porque “iba con los compañeros”, pero “llegué acá a la vuelta y me empecé a quebrar”. “Miraba a la gente y ya estaba quebrado, me costó mucho asimilar que era mi última venida como jugador de la selección. Después intenté ser lo más profesional posible”, apuntó.

En el vestuario “el Chino [Sergio Rochet] estaba llorando y Nahitan [Nández] casi”. “Son compañeros con los que la pasamos mal. Quedó lejano lo del 2010, pero con esta generación, cuando se fue el Maestro, la pasamos jodida”, añadió.

Más tarde contó lo que le dijo a Miguel Merentiel al oído durante los festejos: “Que aproveche cada minuto, cada oportunidad que le toca de estar en la selección, que está a un grandísimo nivel y que cada esfuerzo que hace que piense en lo difícil que fue llegar a la selección. Se lo dije también a Luciano [Rodríguez]. Yo estuve en el lugar de ellos y sé con la carita que me miraban estos días”.

Y cerró hablando de cómo será ver a la selección desde afuera: “Me va a costar porque mi carrera en la selección es todo, era mi alegría y mi satisfacción. Me fui con la tranquilidad de haberme entregado por completo”.