“En los viajes, los que cuidan a la gente común son los pibes de la barra de aliento”, destacó el empresario, fanático de Peñarol..

“En los viajes, los que cuidan a la gente común son los pibes de la barra de aliento”, destacó el empresario, fanático de Peñarol.

Edgardo Lasalvia, representante de futbolistas y reconocido hincha de Peñarol, está en Río de Janeiro para ver a su equipo frente a Flamengo por los cuartos de final de la Copa Libertadores. En diálogo con el programa Minuto 1, de radio Carve Deportiva, sorprendió al comentar que compró casacas del rival de turno, aunque no se las pondrá.

“Me hubiese encantado ir a la tribuna con toda la gente, pero lo voy a ver en un palco porque vengo con mis hijos. Ayer compré tres camisetas de Flamengo para entrar y salir con esas camisetas en la cintura. Peñarol inteligencia”, contó el empresario.

“Queremos vivir todo lo que es el ambiente de afuera, como hice ayer con Botafogo [que enfrentó a San Pablo]; caminar por los alrededores, ver cómo se vive, la gente en las esquinas tomando y cantando. Quiero que mis hijos vivan eso. Voy con la del Flamengo colgada en la cintura, hasta la puerta”, explicó Lasalvia, quien recordó algunos viajes de su época de barra.

“Hoy es muy distinto ser barra. Hoy tirás una botella y vas a la lista negra”, explicó, y reconoció que en la actualidad “hay una relación mucho más humana” y “más conexión entre los dirigentes y el grupo de aliento” en Peñarol, a partir de la llegada de Ignacio Ruglio a la presidencia. Ese vínculo “mejoró”, pero considera que “todavía falta”.

“Los dirigentes a veces no se la juegan por el miedo al qué dirán, pero en los viajes los que cuidan a la gente común son los pibes de la barra de aliento”, expresó, y valoró el comunicado publicado por el grupo Barra Ámsterdam, que exhorta a los hinchas a concurrir al punto de encuentro estipulado por el club, porque “ir solos a la cancha es mucho más riesgoso”.

“A nosotros nos pasaba, aunque no hacíamos comunicados porque la mayoría no sabíamos ni escribir, pero cuidábamos a la gente. No es fácil viajar. Es como dicen ellos: no venís de vacaciones ni a la playa. Acá te sacan chato”, explicó, y agregó que él estuvo con sus hijos “con camisetas de Peñarol en Buzios, pero no en Río de Janeiro, porque te cruzás con cinco o seis bobos, como en Uruguay o en Argentina, y te llevás una paliza”.

“No es una guerra, pero hay que estar precavidos. Cuando te peleás con gente que le gusta pelear, si es con las manos, es algo que vos elegís. Pero cuando hay niños, o hay tiros y botellas, es una canallada”, lamentó.

Por último, al ser consultado por un futuro como dirigente de Peñarol, dijo que nunca se lo planteó “fijamente”, más allá de que se lo han preguntado. “En algún momento me lo podría replantear, pero eso solo si los que se presentan son unos bambis. No podría dejar a Peñarol a la bartola. Es mi pasión y quiero verlo ganar. He dejado muchas cosas de lado por Peñarol y lo volvería a hacer”, explicó.

“Hay que ver si se presenta Damiani. A Barrera lo quiero mucho, pero no creo que vuelva. Peñarol no le hizo bien. Él es un hombre muy diplomático, que se lleva bien con todo el mundo, y en Peñarol hay que tener una postura firme. Si te tenés que pelear, te tenés que pelear. A veces no está mal discutir y tener matices, puertas adentro”, concluyó.

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