Montevideo Portal
Este domingo falleció Fabián O’Neill, con tan solo 49 años y una vida intensa marcada por un talento excepcional con la pelota y una enfermedad que lo atrapó desde chico y no lo perdonó.
En entrevista con César Bianchi para Montevideo Portal, en enero de 2021, O’Neill aseguraba que llevaba siete meses sin tomar alcohol. Decía que había tenido miedo de morir y contaba de sus esfuerzos por alejarse de la bebida.
A pesar de la conducta del último tiempo, este fin de semana sufrió una hemorragia digestiva producto del daño acumulado en su hígado. Se trata de una complicación grave y habitual en pacientes con cirrosis hepática.
A continuación, compartimos una selección de las anécdotas y algunas frases memorables de El Mago sobre su trayectoria vital y sus aprendizajes del mundo del fútbol, fragmentos de la entrevista original que pueden encontrar acá.
Una infancia con “bandideadas” y “palizas”
“Hasta los 6 años viví en campaña. Yo vivía con mis abuelos. Después me vine a vivir al pueblo y ahí iba al colegio. En campaña andaba a caballo, salía a recorrer el campo con mi abuelo. Después empecé la escuela, pero pasaba siempre en la calle...”, contaba O’Neill.
Sobre por qué vivía con sus abuelos: “Porque no me podían bancar mis viejos y mi abuela estaba bien económicamente. Y me llevaron ellos. Después mi madre quiso vivir conmigo, pero yo ya me había encariñado con mis abuelos. Yo dormí hasta los 14 años con mi abuela. Los mimos de la abuela no eran iguales a los mimos de mis padres. Pero igual, por bandideadas me llevaba palizas de mi viejo, porque andaba en los bares ya de chico y al fútbol no le daba tanta bola, siendo que ya estaba en las juveniles de Paso de los Toros. A veces me echaba el técnico, porque llegaba con algún alcohol arriba. Mi viejo me iba a buscar y alguna paliza me llevaba...”.
Decía: “De noche yo trabajaba en la whiskería y les hacía mandados a las chicas que trabajaban ahí. Entonces me tenía que quedar hasta las 4.30 de la madrugada, que era la hora que cerraba, y ahí me daban la plata para comprar las cosas para al otro día al mediodía. Y ahí me ganaba alguna moneda, alguna propina, y con eso me iba a jugar a la conga a los clubes. Ya era medio de la calle.”
Sobre sus comienzos con el alcohol
“Es mentira eso de que vos tomás porque te obligan. Es todo mentira. Uno toma porque uno quiere. Yo era un niño y tomaba con gente mayor, hoy están casi todos muertos. Jugaban un truco, tomaban un aperitivo... Era gente muy veterana. Yo aprendí todo con esa gente. Empecé tomando un traguito de vino con coca, o de caña con coca, que le decían ‘el avión’. Ahí empecé, después fui cambiando de bebida... y se me hizo un hábito. Yo veía que tomaban eso y tomaba yo también. Yo era chico, pero me creía grande”, decía O’Neill en la entrevista con Montevideo Portal.
Si bien los adultos le hacían notar que no debía tomar de tan chico, él relataba que se ponía “caprichoso”. “Alguna vez amagué con irme llorando, y me llamaban de vuelta”.
Sobre su comienzo en Nacional
“Había un gerente que iba por todos los pueblos buscando nuevos valores. Carlos Di Carlo se llamaba. Y él preguntó y le dijeron: “Hay un botija en Defensor [de Paso de los Toros] que pinta bien”. Y ahí llegué en el 90 a Montevideo, para jugar en la quinta de Nacional. Hice quinta, cuarta, y [Roberto] Fleitas me sube a Primera”, relató.
Héctor “Chino” Salva fue clave para él. “Me dijo: ‘Mirá que no te quiere ningún dirigente allá, yo te voy a llevar igual, pero me tenés que hacer caso a mí’. Si no fuera por él, yo todavía seguía en Paso de los Toros, o andá a saber lo que estaba haciendo... O estaba muerto, por la bebida”.
En 1995 se rompió los ligamentos de la rodilla y lo fue a ver el argentino Carlos Bilardo al hospital. “Bilardo llegó con el Toto tipo 5:30 de la mañana... Fue una cosa rara que llegara un técnico campeón del mundo. Fue una sorpresa enorme, ahí uno se da cuenta que es conocido... Yo hasta ahora no me doy cuenta por los lugares donde anduve, la verdad. Bilardo me dice: ‘Quedate tranquilo, vos te vas a recuperar. Tenés 18 años recién. El Diego se quebró, volvió y fue el mejor del mundo’”.
Algunas de sus frases
“Yo no voy a Punta del Este, por ejemplo. No me gusta. Prefiero ir a pescar al río. Soy de los peores boliches, de los boliches mugrientos, como quien dice. No soy de ir a restoranes caros... por eso te dije de hacer la nota acá, en el lavadero de autos de un amigo”, decía.
“Hacer goles es lo más lindo, pero creo que el fútbol tiene cosas lindas como tirar un caño o divertirse en la cancha. Hoy son pocos los jugadores que se divierten en la cancha”.
Manejos del mundo del fútbol
Sobre su confesión de que había arreglado partidos en Italia, en entrevista con Montevideo Portal, dijo:
“Nunca hice nada para perder, ni para ganar. Lo hice para que salieran ganando los dos equipos. En las apuestas era otra cosa, porque yo no podía apostar. Iban amigos míos, entonces si me llamaban a declarar, teníamos que ir un montón. Yo lo hice porque salvándonos nosotros se salvaba el rival también. Nosotros decíamos que íbamos a empatar, pero después va un Fulano y jugaba con su plata. Yo no puse plata de la mía para eso. Yo le digo un amigo mío: ‘Mirá, este partido se va a arreglar’.
En otro momento de la entrevista contaba una anécdota sobre el expresidente de la AUF y de la Conmebol, Eugenio Figueredo. “Cuando estaba Figueredo como presidente de la AUF —ya lo puedo contar, por todo lo que se sabe de él— nosotros viajábamos allá al final, al lado del baño, mientras que los argentinos y brasileños viajaban en primera clase. El pasaje en primera clase costaba 4.500 dólares en aquella época. Te explico así lo que él hacía: ponele que eran 10 pasajes de jugadores que viajábamos desde Europa, a 4.500 dólares cada uno, él pasaba a la AUF 10 pasajes, que eran 45.000 dólares. Pero a nosotros nos pagaban el pasaje que valía 800 dólares, o sea, 8.000 dólares en total. Entonces, fijate que en cada partido él se quedaba con 37.000 dólares, porque pagaba 10 pasajes a 800 dólares cada uno, pero figuraba como que hubiera pagado 10 en primera, que son 45.000. Él se quedaba con la diferencia: 37.000 dólares cada 10 jugadores, por partido. Lo pagaba la AUF, pero él dejaba registrado como que veníamos en primera clase y en realidad veníamos con los pasajes en clase turista, de 800 dólares. Ganaba 37.000 dólares en cada partido por ese pasamano con la AUF. Eso cada 10 jugadores, si éramos 16, sacá la cuenta”.
Y aclaraba: “No lo hice público antes porque él me podía hacer juicio por difamación e injurias. Ahora ya se sabe quién es... se puede contar. Lo cuento para que sepa la gente lo que era aquella selección de 2002, comparándola con la selección de [Óscar Washington] Tabárez. Creo que desde Tabárez, ningún jugador puso un peso para venir a jugar”.
Miles de dólares de los que “no queda nada”
“Yo te voy a contar una anécdota que
hicimos acá, en el lavadero del negro Mariano en Raffo y General Hornos (ponelo
eso). Ayer vino un camionero que va para Brasil y pasa por Paso de los Toros,
vino por acá y le dije: ‘A mí me llevaron equivocado a la Juventus, a mí me
llevaron para hacer chistes, no para jugar al fútbol’. ‘A mí me pagaban 140.000
dólares por mes para hacer chistes’, le digo. ‘Entonces me puse a hacer
chistes, no tenía que correr, no tenía que hacer nada y me llevaba bien con
todos’. Se mataba de la risa el tipo”, relató.
Ante la pregunta del periodista de qué había hecho con todo el dinero, contestaba: “Mujeres rápidas, caballos lentos, timba y putos feos, no queda nada. Te lo digo por experiencia”.
Si bien O’Neill reconocía haber hecho inversiones más duraderas, decía: “Invertí en todo, y después la fundí toda con esas cosas que te dije. Tuve tres estancias, 20 caballos en Maroñas, pero pasaba en la whiskería, era mi casa la whiskería. Hoy me queda este mate... y estoy trabajando un poco, tratando de hacer algo”.
En el último tiempo se dedicaba a buscar juveniles junto con Fabián Coelho y Sebastián Taborda.
Su intento de dejar el alcohol
“Como te dije al principio: a uno nadie lo obliga a tomar y es mentira que vas a una clínica y salís recuperado. Tengo amigos que toman otras sustancias, han ido a clínicas, después salen y es lo mismo. Creo que eso va en uno, en lo que haga. Yo sentí que... que iba a morir. Ya era más fuerte lo que sentía en el cuerpo”, decía.
Y agregaba: “Sí, tuve miedo a morirme. Estuve cerca. La cabeza ya se iba de mambo, como quien dice. Como que las neuronas se estaban quemando, yo qué sé. Y físicamente ya no sos el mismo. No precisé ir a una clínica. Pero sí conté con la ayuda de un médico, el Dr. Gonzalo Bilardo, que me dio unas pastillas ‘mágicas’. Él me recuperó. Es mi médico personal”.
Su familia, contaba, había sido importante al “110%” para que dejara de beber. “Cuando tenés plata y andás borracho por todos lados, tenés mil amigos y esos son para arruinarte la vida nomás. Y cuando estás mal y para morirte, la que está es tu familia. Ya me di cuenta bien clarito”.
Ante la clásica pregunta del segmento Seré Curioso, acerca de si es feliz, O’Neill contestaba: “Era feliz cuando tomaba. Soy feliz ahora que no tomo. He tenido felicidades de todo tipo, así que la llevo...”.
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