Las lágrimas de Neymar serán una de las imágenes de la final de la Champions League. El brasileño lideró la clasificación histórica del PSG para su primera vez en esa instancia, pero no pudo tocar de nuevo la gloria europea y tuvo que inclinarse ante el Bayern Múnich, que ganó con un gol de un jugador formado en la cantera parisina, Kingsley Coman.
Neymar tuvo, a los 18 minutos, la primera gran oportunidad del cuadro francés, pero su disparo raso se encontró con la pierna izquierda de un enorme Manuel Neuer. Quizá de no haberse topado con el meta germano la suerte del encuentro hubiera sido otra. Como si Kylian Mbappe, al borde del descanso, aprovecha otra más clara.
El brasileño no había marcado en los encuentros previos de esta fase final de la Liga de Campeones, pero había sido determinante en el acceso al partido definitivo. No se escondió en La Luz. Ni mucho menos. Lo intentó, quizá demasiado atrasado. Pero sin brillo, sin éxito.
Neymar tenía un auténtico idilio con las finales desde su época en Brasil con el Santos, con aquellas Copas de su país de hace 10 años, o la Copa Libertadores. En su etapa en el Barcelona también disfrutó de la gloria en la Champions 2015, e incluso en la Copa del Rey, la Supercopa, española y continental, y con el PSG ya lleva una Copa de la Liga y dos Supercopas galas.
Hace cuatro años alcanzó la gloria olímpica en Maracaná. Ante la Alemania de Serge Gnabry o Nicklas Sule, que hoy le devolvieron la moneda y se tomaron la revancha, fue el gran protagonista en el primer oro de Brasil en unos Juegos Olímpicos. Ante un estadio y una afición enfervorizados. Neymar reinó, como hizo en el mismo escenario en la Copa de las Confederaciones en 2013 o en el Mundial de Clubes con el Barcelona.
No consiguió esta vez ceñirse su segunda corona continental y hacer auténtica historia para el multimillonario proyecto parisino. El Bayern partía como favorito y cumplió con su condición. Pero Neymar sabía que la final podía haber estado en aquella temprana ocasión que le sacó Neuer. Por ello no encontró consuelo.
El presidente del PSG, el millonario Nasser Al-Khelaifi, tenía reflejada la derrota en su rostro en la ceremonia de entrega de medallas, consciente de que se le había escapado la oportunidad de oro para lograr su ansiada Champions, pero supo dar la cara y mantener el tipo pese a su abatimiento y al de todo su equipo .
Tuvo, además, la obligación moral de consolar a todos sus jugadores, especialmente a su estrella Neymar, a la que le ofreció el abrazo más especial cuando éste se encaminaba a recoger la medalla de subcampeón en un mar de lágrimas.
Además, Nasser Al-Khelaifi, con gran deportividad, felicitó uno a uno a todo el plantel del Bayern Múnich, que esté domingo se proclamó campeón de Europa por sexta vez en su historia.
EFE / FútbolUy