Ignacio Laquintana partió a primera hora de este domingo rumbo a Brasil para cerrar su traspaso al Red Bull Bragantino, club que abonará su cláusula de rescisión con el objetivo de inscribirlo antes del martes, día en que cerrará el período de pases de cara al Brasileirao.
“Hace días que estamos con eso. Quiso quedarse a jugar el clásico y nosotros también que se quedara. Estamos tratando de igualar la oferta con tiempo de contrato y demás, porque no deja de ser de Peñarol solo en un 25%”, contó Ignacio Ruglio, presidente carbonero, al programa Locos por el fútbol de FM Del Sol en la madrugada del domingo, horas antes de que Laquintana tomara el vuelo.
“Tiene una cláusula de salida de un millón y pico de dólares. Se tiene que definir en estas horas y hay probabilidades hace tiempo. Hace 20 días el cuadro brasileño está viniendo cada vez más a la carga y hoy no ayudó mucho para quedarse, lo que habla bien de él”, agregó el máximo directivo aurinegro.
“Yo le decía el día antes del clásico: ‘Nacho, mañana es la vida’. Y él me decía: ‘Vos sabés lo que yo quiero al club’. Jugó un partidazo y nunca sacó la pata. Eso me pone contento, destacó Ruglio, quien no pudo torcer el rumbo de las negociaciones. De hecho, el futbolista se había despedido de sus compañeros entre lágrimas en el vestuario.
“Vamos a intentar que se quede, y si se va tenemos a Kevin Méndez, Nicolás Rossi, Brian Mansilla, Máximo Alonso y el Pato Sánchez. Nacho lo está haciendo muy bien y no quisiéramos perderlo”, añadió, y lamentó lo desprotegidos que están los clubes en Uruguay ante la situación que puede sufrir Peñarol.
“Tenemos al mercado brasileño enfrente y es un monstruo que hoy compite en algunos salarios con Europa. Los tenemos desacompasados con nuestro período de pases porque hasta el 4 pueden inscribir y acá ni siquiera tenemos las cláusulas de otros países que, si se les llevan a un jugador, pueden inscribir a otro. En eso hay que trabajar mucho”, explicó.
“Si llegábamos a perder el clásico con 42.000 personas en el Campeón del Siglo y al otro día a las 9 de la mañana se iba Laquintana, yo no podía salir ni a levantar la comida del delivery”, concluyó.