La historia de Lautaro Techera: Del INAU, venciendo adversidades, al récord de jabalina

El atletismo es un deporte donde confluyen miles de historias dignas de contar y la de Lautaro Techera es una de ellas, que enmarca el amor por un deporte, el deseo constante de superación deportiva y sobre realidades adversas y el crecimiento producto del tesón y resiliencia.

Techera, de 19 años de edad, el pasado sábado batió el récord nacional de jabalina con un lanzamiento de 70,67 metros, que disparó la alegría de una comunidad vinculada a esta disciplina, que tiene como contexto una historia de vida que hacen mucho más valorable lo conseguido.

Nacido en Mercedes, Soriano, el deportista conoció el atletismo a los cinco años por intermedio de su hermano, pero recién a los doce años, cuando estaba en quinto de escuela, comenzó a practicarlo con otra seriedad.

“Era muy hiperactivo e inquieto”, contó Techera a FútbolUy y prosiguió: “allí mis padres decidieron enviarme a Túnel”, una ONG que se solventa con fondos del Instituto del Niño y Adolescente (INAU) y que brinda contención, apoyo escolar y práctica del deporte.

“Desde que llegó fue evolucionando sin parar”, recuerda su entrenador Richard Puig: “tiene unas condiciones naturales fantásticas y se destacaba en todas las pruebas, ya sea en saltos, velocidad o lanzamientos”.

Techera, que proviene de una familia a la que definió como “trabajadora”, tiene tres hermanos más “con los cuales compartimos todo” y recordó como hizo una base para los lanzamientos casi sin darse cuenta: “en mi casa, que estábamos construyendo entre todos en la periferia de la ciudad, había varillas de 1,5 metros sueltas que yo utilizaba para lanzar al descampado, tratando de hacerlo cada vez más lejos”.

“A los 13 comenzó con la jabalina de forma específica”, contó Puig que comentó que se lanzaban unas cañas tacuara con empuñadora de chaura adaptadas para cumplir esa función y a los tres o cuatro meses le tocó participar en su primer Sudamericano sub-15 en Asunción.

“No tenía ni idea que tenía que usar unas zapatillas especiales”, dijo Techera sobre la competencia: “me presenté y los jueces me dijeron que iban a medir los clavos (11 en cada pie) pero yo fui con los championes. No arranque teniéndolo todo, es cierto, pero cuando se arranca desde mucho más abajo el desarrollo y proceso es mas lindo. Disfrutas cada cosa que logras al máximo”.

“El INAU siempre estuvo presente en mi desarrollo, por intermedio de ellos consegui mis primeras zapatillas de clavos y las posteriores me las regaló mi madrina”, estás últimas las utilizó con las que ganó el Sudamericano Estudiantil de Medellín 2016.

Siempre al frente

Techera, ya enmarcado como una promesa del atletismo, siguió su camino de crecimiento sin dejar nunca de lados los estudios, al punto de acceder a una beca para cursar la Licenciatura de Educación Física en la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ).

“El estudio es mi gran prioridad”, aseguró y explicó que eso lo combina con el deporte, aunque llegar a Montevideo (hace un mes y medio) para poder cursar su carrera implicó otro cambio de vida y responsabilidades.

Techera llegó a la capital junto a su compañera y la abuela de la misma “que es como si fuera también mi abuela” y alquilaron una “casita”, lo que implicó tener que afrontar gastos de todo tipo y color (alquiler, alimentación, luz, agua, etc).

Foto: Prensa CAU

“En Mercedes tenía un trabajo e iba guardando una parte para cuando viniera a Montevideo. Cuando llegue acá, y como vergüenza no tengo por salir a pelearla, enfrenté el problema con mis armas”, narró y relató que se gestó la idea de vender “tortas, empanadas y pizzas” para solventar el día a día.   

“El fin de semana pasado (cuando batió el récord nacional) estuvimos vendiendo en la pista oficial de atletismo y todos nos dieron un apoyo impresionante”, dijo emocionado y explicó: “allí tratamos de estar todos los fines de semana que hay competencia y sino vamos al Parque Rodó a recorrer para vender”.

“A veces es difícil salir de esa burbuja de pensamiento y responsabilidades a la hora de lanzar, tenés la jabalina en la mano y estás pensando cómo llegar a fin de mes y que más podés hacer para encontrar soluciones para vos y los que te rodean y querés”, reflexionó.

Lejos por la gloria

“Es un toro”, definió Puig a Techera y dijo: “yo le mando su plan de entrenamientos diariamente para que el pueda llevarlos adelante y hemos crecido juntos”.

El sábado no fue un día más para el atleta y el lo sabía: “confiaba en mí pero sabia que estaba mal, mi cabeza estaba pensando cosas externas en la competencia y quizás no había entrenado con la asiduidad que me gustaría”.

“El primer lanzamiento se me escapó ya que mientras estaba en acción pensaba ‘ojalá le estén comprando a mi compañera’. Traté de enfocarme y me fui superando en los posteriores hasta llegar al cuarto. Ahí logré sacar todo de mi cabeza, lancé y me di cuenta que salió espectacular, la vi volar lejos, hasta que cayó y me confirmaron la marca de 70,67 metros (su anterior récord era de 68,52 metros). Fue una alegría inmensa, cambiar de número una vez más y un premio al trabajo y todos los que en este proceso están y estuvieron para darme una mano”.    

Consultado sobre sus objetivos a largo plazo, expresó: “unca soñé en grande, cuando empecé anhelaba con ir a conocer y competir en la pista oficial (de Parque Batlle), cuando lo logré, fui por otra meta como ir a mi primer Sudamericano. Ahora voy por el Iberomericano de mayores en España. (para el cual aseguró su lugar en la delegación).

“Todo atleta en el fondo desea con todo el corazón representar a su país en lo más alto que se pueda, Disfruto y amo este deporte y me alcanza con ponerme la remera de Uruguay donde sea y demostrar todo ese proceso que recorrí con las personas que siempre están atrás aportando su granito de arena”.