Por Andrés Cottini
A_Cottini
El día previo al inicio oficial de los Juegos Olímpicos de Tokio, marcado para el viernes 23, mantuvo la tónica de lo vivido hasta el momento, con fuertes controles sanitarios, ajustes en varios aspectos organizativos y los deportistas en la Villa, solo saliendo para entrenar.
Mi plan de acción de la jornada estaba pautado para dar inicio bien temprano, con un ómnibus que, escala mediante, me llevó al centro de prensa ubicado sobre la bahía de la ciudad.
Allí, la situación era similar a la de un hormiguero, con periodistas de todas las nacionalidades presentes, espacios libres contados con los dedos de la mano para colocar una computadora e intercambio constante para saber los nuevos pasos a dar que exigía la organización.
Un conglomerado de reporteros, cronistas, fotógrafos, camarógrafos y afines que cuando comience el ritmo fuerte de las competencias deportivas se comenzarán a desplegar por cada una de las sedes.
Consciente de que los tres primeros días eran de testeos obligatorios de Covid-19, subimos al cuarto piso a cumplir con el trámite. Los mismos se realizaban por intermedio de una muestra de saliva, para lo cual la organización dispuso un salón enorme dividido con paneles para efectuar la gestión.
Luego de esas tres jornadas y si todo marcha con el negativo correspondiente, los mismos se espaciarán en uno cada cuatro días, eso sin olvidar la aplicación "Cocoa" que todos los que participan en los Juegos deben tener en el celular y que funciona como un gran GPS para controlar los movimientos de cada persona y saber si esta cumpliendo con lo declarado en el plan de actividades entregado un mes antes del inicio de la cita.
A la Villa
Con las horas transcurriendo y mucho por hacer, me trasladé a la Villa Olímpica para conversar con los deportistas uruguayos en una jornada donde se completó la delegación con la llegada de Mikael Aprahamian (judo), María Pía Fernández, Emiliano Lasa y por último Déborah Rodríguez (atletismo).
Para poder acceder a la zona internacional (único lugar habilitado para los medios ya que está prohibido el ingreso a los edificios donde se alojan por motivos sanitarios) también debimos pasar por varios trámites hasta que sobre las 15 horas llegó la luz de la habilitación.
Allí me esperaban varios de los celestes, con quienes pude conversar por largo rato y me contaron varios detalles de lo que estaban viviendo: "en el edificio donde estamos hay otros países que se están alojando como Serbia y Eslovenia, así que nos hemos cruzado varias veces con Luka Doncic (jugador estrella de los Dallas Mavericks en la NBA), entre otros fenómenos", confesó el nadador Enzo Martínez.
"El grupo humano es espectacular", aseguró la también nadadora Nicole Frank, la más chica de la delegación celeste con tan solo 17 años: "compartimos momentos muy lindos y todos nos ayudamos. Hay un espíritu de equipo bellísimo".
"Es hermoso el apoyo que estamos recibiendo desde Uruguay, la gente nos escribe por las redes sociales y nos manda sus saludos, cariño, algo increíble de vivir", mencionó el judoca Mikael Aprahamian, mientras se enteraba de quienes eran sus posibles rivales de primera ronda: "se puede".
"Está todo en orden, los deportistas están entrenando al máximo y nos cuidamos en todo aspecto sin dejar ningún detalle de lado", aseguró Marcello Filipeli, jefe de misión de la delegación, mientras se despedía de Julio Cesar Maglione, presidente del Comité Olímpico Uruguayo y el embajador uruguayo en Japón, César Ferrer, que estuvieron acompañando al "petit" grupo de compatriotas.
"Que llegue ya el día de la competencia", expresó con algarabía el remero Felipe Klüver que participará en el doble par ligero con Bruno Cetraro: "estamos con todas las ganas para que inicie la acción".
Como este 23 será la ceremonia inaugural, los voluntarios se acercaron a informar que la Villa ese día iba a permanecer cerrada para la prensa, una jornada donde arribarán procedentes de la subsede de Enoshima, los veleristas Dolores Moreira, Pablo Defazio y Dominique Knüppel para sumarse al desfile de los celestes en el estadio olímpico de Tokio.
Saludos a la distancia, deseos de suerte de unos y buen trabajo de otros, partí a tomar el bus para volver al centro de prensa, con la tranquilidad de saber que hay un grupo de uruguayos que va a dejar el alma en competencia, que sabe donde está parado y que llegar a los Juegos Olímpicos es un gran premio a cuatro años (en este caso cinco) de trabajo.
La noche se hizo realidad y volvimos a nuestro alojamiento para descansar, sabiendo que este viernes deberíamos volver a realizar nuevos controles, hisopados, autorizaciones, pero con la gran ilusión del ç comienzo de la fiesta más importante del deporte mundial.
Por Andrés Cottini
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