Enviado a Río de Janeiro  

Exactamente a las 3 de la madrugada, cuando ya los cánticos de los hinchas de Peñarol en la rambla de Barra de Tijuca habían cesado no muchos minutos antes, una batería de fuegos artificiales interrumpió la tranquilidad de la cálida noche carioca, a escasos metros de donde descansaba el plantel aurinegro. 

Los fanáticos carboneros que quedaban en la calle, casi en una vigilia que parecía apuntar a que no ocurriera lo que ocurrió, no pudieron evitar esa práctica tan común en noches previas a partidos importantes de Copa Libertadores. 

Los hinchas uruguayos se encontraban frente a la entrada principal del Windsor Barra Hotel, por la avenida Lucio Costa, pero la primera batería de pirotecnia fue encendida en la calle paralela, por detrás del recinto. Como un acto reflejo, los parciales mirasoles corrieron la cuadra que los separaba intentando encontrar a los responsables. Duró aproximadamente un minuto y medio.

Una vez que los trasnochados fanáticos aurinegros llegaron a la plaza Soldado Geraldo da Cruz, una segunda batería de fuegos artificiales, más corta pero igualmente intensa, explotó en la rambla, a escasos 150 metros, justo donde habían permanecido hasta cinco minutos antes. 

Fue la primera presencia real de hinchas de Botafogo en las inmediaciones del hotel que aloja a Peñarol en los últimos dos días, ya que por la zona predominan camisetas de Flamengo, como en todo Río de Janeiro, y de Vasco da Gama.