Gorka Giralt tiene 28 años y lleva dos sin jugar al fútbol. Pese a su juventud, es un exfutbolista. Su historia en Uruguay se conoció la semana pasada gracias a un informe del programa El día después, en el que mostró su entereza y habló de su presente y pasado. Un pisotón de Luis Suárez le truncó la carrera, pero no lo culpa, según reafirmó en diálogo con FútbolUy.
El Rayo Majadahonda enfrentaba al Atlético de Madrid por la Copa del Rey y Gorka iba a tener su gran oportunidad en el arco visitante. “Era mi primer partido con mucha repercusión. Era televisado en abierto. Era mi oportunidad”, recordó, pero a los 50 segundos fue llamado a actuar. Y aquel dicho futbolero de ir a cada pelota “como si fuera la última”, se cumplió.
Gorka se extremó en el esfuerzo para despejar el balón, justo cuando Suárez se preparaba para convertir. El arquero despejó el esférico, pero su guante derecho quedó abajo del botín del uruguayo. Un hueso le estalló y la lesión se vio mal desde un principio. Lo que parecía ser un sueño, rápidamente dio paso a una pesadilla.
“Me lesioné en enero y terminaba contrato en junio. El club me renovó creyendo que me iba a recuperar”, contó, pero un año después de la lesión recibió la peor noticia: ya no podría volver a jugar. “Yo veía muy difícil volver a jugar, y los plazos que decía el cirujano no se iban cumpliendo. Entonces iba perdiendo las esperanzas”, reconoció.
“Me decían que en un mes iba a estar, y cuando llegaba el mes no estaba. La esperanza, poco a poco, se iba desvaneciendo. Sentía mucho dolor. Fueron unos meses muy duros. Pasó un año hasta que tuve la confirmación de que no podía jugar más”, contó Gorka, quien se quedó con un recuerdo de aquella noche y aprendió a verle el lado positivo.
“Tenía pensado pedirle la camiseta a Suárez para mi mujer, que es uruguaya. Después de sufrir el accidente, estaba en el descanso esperando para irme al hospital. Había un empleado del Atlético de Madrid y se la pedí. Al día siguiente, cuando me presenté en las instalaciones del Rayo, el utilero me dijo que tenía una cosa para mí y me la dio. Me puso una dedicatoria: ‘Para Gorka con cariño’”, recordó.
Si bien en algún momento pensó en destruir esa casaca colchonera, porque le recordaba el calvario que estaba viviendo, hoy tiene otra óptica y prefiere recordar que alguna vez compitió con Suárez, a quien no culpa por la incidencia. “He tenido acciones mucho más peligrosas yendo a otros balones en los que pensé que me podía hacer daño. Él estaba haciendo su trabajo y se alinearon los astros para que sucediera lo que sucedió”, expresó.
“No es culpa de él. Yo como portero, lamentablemente, también he producido lesiones en jugadores rivales. Lo entiendo como parte del trabajo y el riesgo. Si no hubiera querido que me sucediera eso, me hubiera quedado en casa mirando la tele. Es a lo que nos exponemos los futbolistas en los partidos y los entrenamientos”, agregó Gorka, quien también prefiere ver la mitad del vaso lleno para la vida, independientemente del fútbol.
“No hay mal que por bien no venga. Hoy ya no me duelen los tobillos ni las rodillas. El fútbol es un desastre diario que a la larga pasa factura. Yo tengo una operación de tobillo. Si seguía jugando 10 años, eran 10 años más de castigo al cuerpo. Aunque parece bonito, también tiene sus consecuencias. Hoy queda mirar para adelante y siento que puedo ser muy buen entrenador de porteros por la cantera que me he formado, que es la Real Sociedad. Creo que estoy hecho para ese puesto y llevo toda mi vida dedicándome a eso”, contó con entusiasmo.
Hoy trabaja en Las Rozas CF como entrenador de arqueros. “Estoy formándome como entrenador, haciendo los cursos UEFA correspondientes. Estaba haciendo las prácticas en un juvenil de Las Rozas y surgió una necesidad en el primer equipo como entrenador de porteros y pensaron en mí. No lo dudé. Ha sido maravilloso. Cada día estoy más feliz y motivado para mejorar. Al final tengo mucho margen de mejora”, valoró.
Si bien su lesión le imposibilita trabajar como arquero y le genera algunos perjuicios en la vida cotidiana, no es impedimento para el rol que desempeña actualmente. “Soy joven y tengo fuerza, pero no puedo cerrar el puño porque tengo un dedo rígido. Tiene poca movilidad”, comentó, y reconoció que manipular llaves, abrir puertas y hasta escribir a mano suelen generarle complicación y dolor, pero sigue en un constante proceso de adaptación.
Y así como se adapta a su nueva vida, esa que le cambió hace dos años cuando fue a buscar una pelota como si fuera la última, se va adaptando a ciertos uruguayismos que le contagia su pareja. “La conocí en unas vacaciones que tuvo ella. Estuvimos hablando unos meses y decidimos animarnos y comenzar nuestra relación en España”, contó Gorka, quien todavía no es consumidor de mate pero de a poco va incorporando algunas palabras con sello uruguayo.