El magnate estadounidense Foster Gillett entró en el fútbol argentino con todo: le pagó 15 millones de dólares a Boca Juniors por Cristian Medina para que el mediocampista juegue en Estudiantes de La Plata, club con el que llegó a un acuerdo para invertir.

Participó del negocio para que Facundo Farías llegara al Pincha desde Inter Miami, y se involucró también en las transferencias de Rodrigo Villagra, de River Plate, y de Valentín Gómez, de Vélez Sarsfield.

El empresario le prometió al Millonario pagarle unos 10 millones de dólares para que el mediocampista pasara a Estudiantes, mientras que también se comprometió a ejecutar la cláusula del zaguero del Fortín para que fuera al Udinese de Italia.

Sin embargo, el dinero nunca apareció, ya que el magnate nunca más contestó el teléfono. Villagra terminó siendo vendido al CSKA Moscú por unos cuatro millones y Gómez retornó a entrenar a Vélez.

A raíz de toda esta situación, River Plate decidió denunciar penalmente a Foster Gillett y a quienes “hubieran prestado su concurso o colaboración como instigadores, partícipes necesarios, cómplices o encubridores en los delitos de estafa y defraudación por desbaratamiento de derechos acordados”.

Además, el club presidido por Jorge Brito solicitó que se allanen las oficinas de Guillermo Tofoni, apoderado de Foster Gillett, para “obtener en forma urgente y efectiva la documentación que documente la operatoria” sobre Villagra y saber el domicilio del magnate, que “hasta la fecha se desconoce”.

Tofoni habló con Olé y fue claro: “No hay argumento porque no hubo contrato firmado. Si no hubo contrato firmado, no hubo daño. Es como que me quieras hacer un juicio porque no te vendí la casa. Él se quedó con el activo, que en este caso es el jugador, y no hubo contrato firmado”.

Cabe recordar que Foster Gillett invirtió un millón de dólares en Rampla Juniors en el formato de sociedad anónima deportiva.