Felipe Melo es un personaje que trasciende lo futbolístico. Desde 2017 está en Palmeiras y su idilio con las tarjetas rojas lo ha hecho ser noticia en más de una oportunidad, así como también sus declaraciones o su apoyo incondicional a Jair Bolsonaro. De todo eso habló en una extensa nota con el diario argentino Clarín.
Reconocido hincha de Boca Juniors y del fútbol argentino, aseguró que le queda “poco tiempo para dejar el fútbol” y, si bien le gustaría jugar en el equipo xeneize, nunca lo llamaron. “Yo soy hincha de Boca, siempre lo dije: me encanta la hinchada, todo el mundo Boca, tengo ídolos de Boca. Pero es difícil decir si voy a jugar en Boca o si voy a salir del Palmeiras”, reveló.
Consultado por ídolos del cuadro azul y oro, le apuntó a uno de los aguerridos. “Me acuerdo de Schiavi. Me encanta cómo jugaba. Riquelme también. Tuve la oportunidad de jugar contra él cuando yo estaba en el Racing de Santander y Román en el Villarreal. También en un Brasil-Argentina. Pero Schiavi era terrible, muy duro, muy fuerte”, recordó.
Cliente casi permanente de la tarjeta amarilla, afirmó que “los árbitros rompen los huevos en todos lados igual, acá o en Europa, pero con escuelas diferentes”. “En Inglaterra pegás una patada, la hinchada dice ‘Ooooooh’ y el árbitro no cobra nada. Si pegás la misma patada en España te sacan la roja. En Brasil, hay jueces que dejan seguir y otros que te expulsan. Por eso la Libertadores me encanta: hay algunas jugadas que si te toca un árbitro brasileño puede ser roja y con un argentino ni cobra falta”, destacó.
Las patadas a Messi y una roja para siempre en la selección
Y a la hora de dar patadas, el que se compra todas las rifas para ganárselas es Lionel Messi, a quien definió como “el mejor de la historia”, aunque aclara que no puede opinar de Pelé ni de Maradona porque no los vio jugar, y asegura que “en Brasil hay quienes dicen que Zico fue mejor que todos”. “Yo vi jugar a Messi y es el mejor. Es el más completo”, opinó.
“Messi es un jugador único. Cuando nosotros con la selección brasileña jugábamos contra él decíamos: ‘tenemos que pegarle patadas una vez cada uno, tenemos que ir rotando’. Si no es difícil, un jugador así no hay manera de marcarlo. Y no digo pegarle patadas para romperlo, sino una falta táctica, cortarle el ritmo, molestarlo”, señaló.
Con la selección de su país disputó 22 partidos. El último fue el 2 de julio de 2010, horas antes de la histórica victoria de Uruguay sobre Ghana. Ese día lo expulsaron ante Holanda a los 73’, ya con su equipo en desventaja, y Brasil perdió 2-1 en los cuartos de final, por lo que fue apuntado como uno de los principales responsables junto con el arquero Julio César.
Consultado por aquello, dice que “la gente inventa y dice cualquier cosa”. “Las hinchadas me insultan, voy a las canchas y me dicen de todo pero al final todos me quieren tener en sus equipos. Me da igual lo que dicen. Yo me quedo con el pase a Robinho (para el 1-0), que fue uno de los más lindos de la Copa del Mundo, el 95% de pases acertados en la Copa, el jugador más versátil en la Copa... Al final tuvimos que perder y no tengo culpa de nada”, dijo.
La favela y Bolsonaro
Sobre su vida de pequeño, recuerda haber crecido “en una de las peores favelas de Río de Janeiro”. “No tenía comodidades pero no me faltó nada. Desde pequeño soñaba con jugar al fútbol y, si no llegaba, no sé qué hubiera sido de mi vida... Era fútbol o fútbol. A veces me iba a entrenar y a la vuelta me encontraba con que uno de mis amigos había sido tiroteado. El 95 % de mis amigos de la favela no existen más, están muertos. Eligieron otro camino y ya no existen más. El 5 % que quedó, logró salir, trabajar y hacer su vida”, dijo.
Sus orígenes y su condición de afrodescendiente hacen que muchos se sorprendan por su apoyo al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de quien se enorgullece al decir que fue “el primero en salir a apoyarlo, antes de la campaña”. “Me encantaba la manera que tenía de conducir la situación. Política es una cosa y fútbol es otra; yo no entiendo nada de política pero vi que era un chico que podía mejorar la realidad de mí país”, explicó.
“Hoy gracias a Dios yo tengo amistad con él, hablamos siempre que puede y es un chico que no cambió nada, sigue siendo igual. Me encanta cómo hace las cosas. Pero si ganaba otro candidato iba a querer igual que cambie las cosas de mi país. Lo que pasa es que hay mucha gente de Brasil que es tonta y entonces dice “si vos sos de Bolsonaro no podés jugar aquí o yo te ataco porque sos de Bolsonaro”. No, yo soy de Brasil. Quiero mucho a Bolsonaro porque es el que me da esperanza”, argumentó.
Del mandatario le “gusta todo”. “La manera en la que habla con la prensa, la manera de ser sincero, es un chico que te responde todo. Y en Brasil no estamos acostumbrados a eso, estamos acostumbrados a lo políticamente correcto, que hablen lo que quieren escuchar. Me encanta que es un chico transparente, correcto, verdadero”, destacó.
Cuando le preguntaron si cree que sus políticas ayudarán a la gente de menores recursos en las favelas, respondió que “lo que busca es disminuir a los bandidos y los bandidos son los que hacen las cosas equivocadas”. “El 95% de mis amigos se fueron porque eran bandidos. Un chico que trabaja contra los narcotraficantes es alguien que quiere mejorar el país, sin duda. Yo vengo de ahí y la gente de afuera se piensa que en la favela son todos bandidos. No, la gran mayoría no son bandidos, son gente que tiene familia, que trabaja. Pero nosotros tenemos que combatir la corrupción, la corrupción es todo”, concluyó.