Roger Federer recibió el título honorífico de doctor en letras humanas por su labor filantrópica este domingo en el Darmouth College, una universidad privada del estado de New Hampshire, donde sorprendió a los estudiantes que se graduaron. El extenista suizo fue el encargado de darles el discurso de cierre a los jóvenes, basado en tres puntos fundamentales.

“Dejé la escuela a los 16 años para dedicarme de lleno al tenis, así que nunca fui a la universidad. Pero me gradué hace poco: en tenis. Y ahora dicen: ‘Roger Federer se retiró’. Esa palabra es terrible. No dirían que se retiran de la universidad, ¿verdad? Como ustedes, terminé una cosa y estoy yendo hacia otras”, expresó al abrir un discurso de 25 minutos.

“Sin esfuerzo es un mito”

Su primera enseñanza fue que “sin esfuerzo es un mito”, y recordó que de su juego “se decía como un elogio que era sin esfuerzo”. “Solía frustrarme cuando decían que apenas sudaba. Tuve que trabajar muy duro para que pareciera fácil. Pasé años quejándome, insultando y rompiendo raquetas antes de aprender a mantener la calma”, reconoció.

Recordó que empezó “a entrenar más duro” al descubrir que “las piernas flaquean y la mente empieza a divagar” tras “las primeras dos horas” en las que “todo el mundo puede jugar bien”, e ironizó al decir que “ganar sin esfuerzo es el mayor logro”. “Yo había estado trabajando duro cuando nadie estaba mirando. No llegué donde llegué sólo por mi talento”, dijo.

“Cuando tu juego funciona, ganar es relativamente fácil. Pero hay días en los que te sentís destrozado, te duele la espalda, la rodilla o quizá estás asustado, pero aún así encontrás la manera de ganar. Y esas son las victorias de las que podemos estar más orgullosos. El talento importa, pero la mayoría de las veces no se trata de tener un don. Se trata de tener agallas. La disciplina y la paciencia son talentos. Confiar en uno mismo es un talento. Abrazar el proceso, amar el proceso es un talento. Algunas personas nacen con esos talentos, pero todas tienen que trabajar en ellos”, sintetizó.

“Es solo un punto” y una derrota con Nadal

Para introducir la segunda lección, ahondó en el concepto de “es solo un punto”. “Podés trabajar más duro de lo que creías posible y aún así perder”, dijo, “porque el tenis es brutal”, y recordó la final de Wimbledon 2008 que perdió con Rafael Nadal. “En el final de aquel partido estaba tan oscuro que apenas podía ver las líneas en el césped, pero siento que perdí el partido en el primer punto”, aseguró.

“Miré al otro lado de la red y vi a un tipo que me había ganado en sets corridos en la final de Roland Garros y pensé: ‘Tal vez tenga más hambre que yo’. Me tomó hasta el tercer set acordarme que yo era el cinco veces campeón defensor. Pero fue demasiado tarde y Rafa ganó merecidamente. Perdí Wimbledon y el número uno del ranking. La gente habló de un cambio de guardia, pero yo sabía que debía seguir trabajando y compitiendo”, expresó.

“En el tenis, la perfección es imposible. De los 1.526 partidos de singles que jugué en mi carrera, gané casi el 80%. Pero, ¿qué porcentaje de puntos creen que gané en esos partidos? Sólo el 54%. Cuando perdés uno de cada dos puntos, aprendés a no fijarte en cada golpe. Es apenas un punto. Una doble falta o un tiro ganador que entra en el top-10 de ESPN, es solo un punto. El próximo es el más importante, y lo que está atrás, quedó atrás”, expresó.

“Juegues a lo que juegues en la vida, a veces se pierde. Es una montaña rusa con muchos altibajos. Y es natural, cuando estás abajo, dudar de uno mismo y sentir lástima por uno. Pero la energía negativa es energía desperdiciada. Y el signo de un campeón es convertirse en un maestro de la superación de los momentos difíciles. Los mejores no lo son porque ganan todos los puntos, sino porque saben que perderán una y otra vez, y aprendieron a lidiar con ello”, resumió.

“La vida es más grande que una cancha”

Por último, dijo que “la vida es más grande que una cancha de tenis”. “Cuando empecé, sabía que el tenis podía mostrarme el mundo, pero tenía claro que no podía ser el mundo. Trabajé mucho, aprendí mucho y corrí muchos kilómetros en ese pequeño espacio, pero el mundo es más grande”, señaló.

“Aún estando entre los cinco mejores, para mí era importante tener una vida gratificante, llena de viajes, cultura, amistades y, sobre todo, familia. Nunca abandoné mis raíces, pero tampoco perdí mi apetito por ver este mundo tan grande. Tal vez por eso nunca me quemé”, explicó, y remarcó la labor que lleva a cabo con su fundación, que hasta el momento dio educación a tres millones de niños en África y formó a más de 55.000 profesores.

“Elijan el partido que elijan, den lo mejor. Vayan por sus tiros. Jueguen libremente. Intenten todo. Y, sobre todo, sean amables con el otro y diviértanse”, concluyó.