El Celta empató sin goles en Balaídos ante el Real Valladolid (0-0) en un partido con pocas oportunidades de peligro y con una clara superioridad del equipo celeste en los minutos finales, que rozó la victoria con un tiro de Santi Mina en una destemplada noche que mantiene al conjunto gallego en la zona de descenso.
El Valladolid se resguardó en su campo y solo creó peligro en los primeros minutos, con un remate de Sergi Guardiola, que cerca del área pequeña se adelantó a Aidoo en un centro lateral de Sandro, y con un disparo lejano de Hervías al que respondió Sergio con una buena estirada.
El Celta tuvo algo más la pelota durante la primera mitad y marcó el ritmo con un ligero dominio, pese a que en sus ataques posicionales le costó encontrar rendijas abiertas en la defensa visitante. Fue más incisivo en las transiciones, o cuando el rival cometió algún error en su zaga.
El equipo de Óscar García concentró casi toda su amenaza en seis minutos. Primero, con un centro muy cerrado de Santi Mina que tocó en el travesaño. Después, tras robarle la pelota a Salisu, con un buen lanzamiento de Aspas que despejó Masip. Un poco más tarde, el portero volvió a lucirse ante un un envenenado tiro de Sisto. Ese acoso celeste se cerró con un cabezazo de Araujo.
El partido se fue equilibrando camino del descanso. Los dos conjuntos asumieron pocos riesgos. Tampoco existió una presión asfixiante. El plácido final del primer tiempo se alteró con un error de Salisu que trató de aprovechar sin éxito Aspas en un largo contragolpe y un tiro desde fuera del área de Sergi Guardiola.
Ese guión de igualdad se mantuvo en la apertura de la segunda parte. El Valladolid, con un planteamiento táctico muy defensivo, únicamente avisó con un cabezazo de Salisu; el Celta asomó arriba con un peligroso tiro cruzado de Santi Mina. El encuentro se fue abriendo. Con más espacios, con un juego de ida y de vuelta, el equipo gallego insistió sobre la portería de Masip con un disparo de Sisto y un centro de Olaza.
No hubo ocasiones claras, pese a los cambios de los entrenadores para refrescar sus zonas de creación y de ataque. El Celta apretó en los últimos veinte minutos, con una marcha más en su ritmo, pero, pese a su superioridad, apenas inquietó al portero visitante, salvo una jugada final por la banda derecha de Gabriel Fernández en el minuto noventa que no culminó Santi Mina, que rozó el gol con un tiro desviado.