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Con una sencillez inusual, cuando el partido circulaba por un tramo incierto, cuando era el Real Valladolid el aparente dominador, 10 minutos de inspiración de Antoine Griezmann, Álvaro Morata y el Atlético Madrid, entre el 18 y el 28, resolvieron un triunfo incontestable para colocarse 4° en la tabla con 31 puntos, mientras que su rival quedó 17° con 17.
El Colchonero no contó con el zaguero José María Giménez por molestias musculares, mientras que el Pucela contó con la presencia desde el inicio del lateral izquierdo uruguayo Lucas Olaza.
Su juego entre líneas, cuando es indetectable para sus rivales, cuando lo encuentra el medio campo, en este caso Koke (de vuelta al once inicial), es imparable. La demostración evidente fue el 1-0, cuando respondió al envío de su compañero con un recurso estupendo, con un primer toque, sutil, de espaldas, con la espuela, para proponer a Morata ante el gol.
Después de dejar por los suelos a El Yamiq, la definición del español fue concluyente ante Jordi Masip. Amagó por el palo largo, la marcó por el corto, sin opción para el guardameta. Un golazo, en la introducción, el nudo y el desenlace. Y una revancha. Justo una semana después de haber fallado todo en Almería. Ya no hubo dudas del triunfo.
No las permitió el Atlético, entre la zozobra del Valladolid, caído definitivamente con el 2-0 tan veloz, en el minuto 23, cuando Griezmann remató el centro desde la banda derecha de Nahuel Molina, el lateral derecho campeón del mundo con Argentina que se mueve hasta ahora en parámetros imprevisibles en el equipo rojiblanco, al borde del error tantas veces, por más que algunas de sus acciones lo descubren para mucho más de lo que ha hecho.
El 3-0 también partió de Griezmann. De su golpeo de pelota. De la sutileza y la precisión con la que propuso el centro para el cabezazo de Hermoso. Un testarazo tan plácido que deja en mal lugar a la defensa del Valladolid. Tanto o más como pone en evidencia que no acudiera a tiempo nadie del conjunto visitante para evitar el segundo remate, ya definitivo, del 3-0.
Ahí terminó un partido de 28 minutos. Ni el Atlético se exigió mucho más. Ni el Valladolid expresó la capacidad para reponer el debate sobre los puntos, con tanta distancia a favor del conjunto rojiblanco, resolutivo, dentro del crecimiento que remarca su técnico desde el Mundial, con seis victorias en sus últimos ocho partidos de competición oficial y con su duodécima victoria en sus últimos trece enfrentamientos contra este adversario.
Aún hubo un contratiempo, cuando Marcos Llorente pidió el cambio en el minuto 55 por una aparente dolencia; y hubo un tiro contra los dos postes de Correa, e incluso hubo margen para el estreno de Memphis Depay, que dio un pase delicioso en su primer cuarto de hora con el Atlético, que ya avista en el horizonte el derbi de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu, bajo la inspiración de Griezmann.
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