Por Agustín Zabala
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Macchi hace un año y medio que se fue de Liverpool, una etapa que "quedó atrás" y en la que "pasaron cosas que se fueron de las manos". Ahora juega en Juventud Unida de San José, que se desempeña en la Liga Regional Ecilda Paullier, un equipo que según él le sirve para seguir vinculado al fútbol mientras espera una llamada para comenzar su carrera como entrenador. Desde 2012 tiene el título, y se define como un técnico de esos que "laburan todo el día" y de los que tienen como pilar la táctica "presionar, presionar y ser dinámicos".
El ejemplo de Carlos es el de la gran mayoría de los futbolistas de Uruguay que, después de veinte años de carrera, no consiguen lograr un sustento económico para poder vivir una vida más relajada.
¿Hiciste un "colchón" económico?
No, no hice, porque pienso que tuve muchos años en Primera en Uruguay, y acá prácticamente te da para sobrevivir si la administrás bien. Nacional, Peñarol y pará de contar ahí. Después uno tiene que dar el golpe de suerte en el exterior, como en Argentina, Brasil o Europa. Lo mío fue Centroamérica; se pudo juntar para comprar la casa, para que las cosas no les faltaran a los hijos. Pero no, colchón no hice.
Acá en Uruguay antes de la llegada de Tenfield los mínimos no se pagaban. Se debían tres, cuatro, cinco meses y era normal; viví toda esa época mala del fútbol uruguayo. Después, en estos últimos años, saboreé una época buena en donde la Mutual logró que los equipos pagaran los mínimos.
El Ruso, como le dicen los hinchas del fútbol, ahora maneja un taxi propio. Su rutina diaria y semanal consta de levantarse a las siete de la mañana, y lo primero que hace es sacar al "otro hijo" que tiene -un perro labrador dorado- que "es un poco rompe huevos pero te hace reír". Después de pasear al animal "comienza la jornada de trabajo hasta las tres o las cuatro de la tarde". Además, martes, jueves y viernes entrena, y los domingos juega en la Liga. "Así es la vida: trabajar todos los días y disfrutar de los pocos días libres que tengo".
¿Trabajás en el taxi por necesidad o inteligencia de inversión?
Por las dos cosas. Ambas van agarradas de la mano porque uno tiene que trabajar, tiene que tratar de administrar lo que es la familia junto con mi señora, que es la que administra todo. Pensé que era el momento de una inversión, de trabajar para uno. Mi suegro trabaja hace mucho tiempo con el taxi y eso me ayudó.
Es un mensaje para la gente joven: que uno se encuentra en el final de la carrera en el ‘qué hago' y hoy en día me puedo desenvolver o me puedo defender en la vida con esto que es el taxi y una herramienta más de trabajo.
¿Te conoce la gente arriba del taxi?
Sí, la gente me reconoce. Me dice: ‘¿Pero vos sos Carlitos?'. El otro día estaba acá por Agraciada (Paso Molino) y se sube una persona, a la que le digo Pelado porque lo conozco, y me mira: ‘¿Ruso?', me dice; le contesto y me dice: ‘¿Qué estás haciendo acá?' Ahora me agarró de flete. (Risas)
Me conocen sí. Porque la gente del taxi es futbolera, escucha la radio y un montón de cosas más. Pero si no me conocieran estaría bien, porque uno está trabajando y le da como un poco de cosa.
¿El futbolista debería tener un respaldo, más allá del futbolístico? El estudio, digo...
Imaginate: tenés veinte años, estás en el tope de tu carrera por una lesión, y esta te puede truncar la carrera en pocos meses; entonces tenés que tener una herramienta. Hoy en día hay muchas cosas para hacer. Uno no se puede quedar solo con el fútbol, porque los que viven de esto son muy pocos: los elegidos. El estudio te abre la cabeza, tiene su conocimiento y hoy en día las instituciones buscan eso: que el futbolista sea completo.
¿Qué estudios tenés hechos?
Ciclo básico y más nada, bah, el curso de entrenador. Cuando sos joven no te ponen mucha presión para estudiar. Entonces, uno se dedicó a hacer lo justo e indispensable para defenderse en la vida. Hoy en día me hubiera gustado hacer otra cosa, pero el tiempo no puede volver atrás; hay que darle para adelante.
El fútbol marea al futbolista...
El futbol es comercial, y el futbolista muchas veces no puede decidir: tiene la posibilidad a los quince, a los dieciséis (de irse a Europa) y se sienta con la familia y es mucho dinero. La razón no pesa, porque tenés que tomar una decisión, y lo económico te lleva a apurarte. Hay muchos jugadores chicos que se van para allá; están cuatro, cinco años, cobran demasiado, pero no tienen la satisfacción de dedicarse a lo que uno quiere, que es jugar a la pelota.
Estas allá sin jugar, te venís acá cinco años después y cuesta agarrar la condición física de nuevo; entonces capaz que la carrera queda trunca a los 25 años, con un respaldo económico al que hay que bancar humana y administrativamente.
El jugador tiene que tener un gran apoyo familiar...
El adolescente tiene que tener una familia que lo apoye, es difícil. Más si te vas a Europa, en donde el profesionalismo es vital. Te tenés que cuidar, no importa si extrañás a tu vieja o a tu novia, nada. Sos vos, primero vos, segundo vos, y si no rendís, no jugás.
Otro apoyo que debería ser vital es el de las instituciones, el cual es cada vez menor.
Es muy difícil para las instituciones locales mantener con fuerza a esos pibes. No tienen fuerza, digamos.
Es muy pobre, uno lo vive en la calle con el taxi cuando interactúa con la gente. La parte económica está difícil y se pasa a lo que es el fútbol; los clubes están pobres, tratan de vender y cuando surgen figuras o proyectos de futbolistas y sale el negocio, no lo dudan. Cuesta mucho, un club tiene muchos egresos y pocos ingresos; tiene que mantener la cancha, pelotas, sueldos, y son gastos de todos los meses que no encuentran el ingreso. Y cuando aparece una estrellita, y te ofrecen dos millones y con eso sustento al club por dos años, ¿cómo digo que no?
Cómo es la carrera del futbolista, ¿puede cometer errores?
Hay que tratar de no cometer errores y se cometen, el fútbol tiene un montón de condimentos. En un vestuario son 30 personas que sienten y piensan distinto y con variados problemas, juntar todo eso y hacer un grupo humano hoy en día es lo más importante. Pasa en la selección, que se habla de este jugador, que juega este, el otro. Pero lo que se busca es armar un buen grupo que en las malas, cuando estás peleando el descenso, cuando no ganás y hay un montón de factores extrafútbol, el plantel se vea unido y fuerte.
Macchi además es ayudante del entrenador técnico de la categoría 2008 del Universal, el mítico cuadro de baby fútbol del Paso Molino. En esta categoría es también en donde juega su hijo menor de ocho años.
¿Se puede ser crítico de algo tan lindo como el baby fútbol?
Te pongo el ejemplo de mi hijo: con ocho años uno no lo puede proyectar a 15. Pienso que con seis años tienen que disfrutar, tienen que ellos querer ir a entrenar, jugar. Más que nada es para aprender y para la parte social. Uno va viendo los fines de semana los rivales y escuchás y ves cosas que te sorprenden que se les dicen a los gurises. Hay que dejar al niño que disfrute. Si uno empieza a presionarlo hoy, dentro de seis, siete años el niño ya no va a querer más nada. Es un juego y lo que tienen que hacer es disfrutar.
El Ruso dejó atrás hace ya tiempo a Liverpool, un club que gracias a la gestión de José Luis Palma "es diferente a otras instituciones; depende pura y exclusivamente de sí mismo", y ahora vive un presente de trabajo diario, y quizá un poco más sacrificado, en el que divide su tiempo con el taxi, el fútbol y la familia.
¿Por dónde va la felicidad para vos?
Por levantarme, por estar con mis hijos, que estén bien, por la familia. Yo siempre digo: uno teniendo salud, trabajo y la capacidad de defenderse en la vida tiene que levantarse con una sonrisa.
Montevideo Portal I Agustín Zabala
Por Agustín Zabala
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