Por The New York Times | Jenny Vrentas
Hace menos de dos meses, los Carneros de Los Ángeles estaban pasando por lo que el mariscal de campo Matthew Stafford llamó “ese par de semanas difíciles”. Mientras la variante ómicron del coronavirus azotaba la nación, más de 30 jugadores de los Carneros dieron positivo durante las últimas tres semanas de diciembre. En algún momento, casi todos, entre ellos siete titulares, estuvieron en la lista de reservas/COVID-19 al mismo tiempo.
Entre el 12 de diciembre y el 8 de enero, la NFL señaló que había registrado más de 1200 pruebas positivas entre jugadores y personal del equipo en toda la liga, un promedio cercano a diez por club a la semana. El juego de la semana 15 entre los Carneros y Seattle fue uno de tres pospuestos a causa de los brotes. En el último mes de la temporada regular, unos 20 jugadores de los Bengalíes de Cincinnati, el oponente de los Carneros en el Supertazón LVI, entraron y salieron de la lista de COVID-19. Parecía que el coronavirus podía alterar el final de la temporada de la NFL.
Sin embargo, a falta de días para que se juegue el Supertazón, lo que parecía ser crisis ahora es una preocupación mucho menor, tal vez en parte debido a los cambios en la política de la liga en cuanto a las pruebas.
La liga señaló que no había registrado ninguna prueba positiva desde los juegos de la ronda divisional (la cifra de casos semanales en la NFL se midió hasta el 5 de febrero; ni los Bengalíes ni los Carneros han anunciado ningún nuevo caso esta semana).
“Estamos aquí porque tenemos un equipo muy maduro y disciplinado”, comentó el entrenador de los Bengalíes Zac Taylor, al referirse a la disposición de sus jugadores para tomar medidas a fin de evitar una infección. “Hasta el momento, se han manejado muy bien y espero que lo sigan haciendo hasta el domingo”.
Taylor mencionó que el mensaje hacia sus jugadores ha sido que el desfile del ganador del Supertazón es más divertido que cualquier salida a cenar esta semana. Stafford describió un esfuerzo de equipo para “mitigar las oportunidades de enfermarse” después del brote de diciembre.
Para que haya habido una disminución en la cantidad de pruebas positivas, a 43 desde que comenzó la postemporada, un promedio de 1,5 por club a la semana, han convergido otros factores. Zachary Binney, epidemiólogo deportivo en el Colegio Oxford de la Universidad Emory, comentó que era significativa la manera en que el virus se estaba agotando y la NFL estaba realizando mejores protocolos, entre ellos el uso de mascarillas bajo techo para todas las personas.
El virus atravesó la liga de una forma parecida a como se propagó en la sociedad: cerca del 70 por ciento de los casos que registró la NFL desde que iniciaron los campamentos de entrenamiento ocurrieron durante la ola de la variante ómicron, la cual afectó más o menos al 20 por ciento de los jugadores y el personal de los equipos.
La población de la NFL está muy vacunada en comparación con el público en general, pues casi el 95 por ciento de los jugadores y cerca del 100 por ciento del personal de los equipos están vacunados. En diciembre, la liga ordenó que los entrenadores, el personal de la directiva y otros empleados de los equipos que tienen contacto directo con los jugadores recibieran una vacuna de refuerzo, según los lineamientos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Sin embargo, esta semana, Allen Sills, el director médico de la liga, comentó que tan solo el 10 por ciento de los jugadores que pueden ser elegidos para participar cuentan con el refuerzo. Alrededor del 60 por ciento del personal de los equipos de la NFL se han puesto un refuerzo, agregó Sills.
El 18 de diciembre, la liga y el sindicato de los jugadores también accedieron a un cambio importante en los protocolos de las pruebas, ya que dejaron de realizarle pruebas de detección semanales a la gente vacunada y asintomática, y después, en enero, al eliminar las pruebas diarias para las personas no vacunadas.
La NFL promocionó esto como un cambio hacia unas “pruebas focalizadas”, con evaluaciones diarias a los jugadores y empleados de los equipos en busca de síntomas y pruebas PCR si se reportaba algún posible contagiado. Sills comentó que la meta era detectar a gente enferma en vez de hacer una “vigilancia al azar”. Sills agregó que en un inicio la cantidad de casos aumentó durante las dos semanas posteriores a la implementación de este cambio, antes de caer, y que se hicieron más de 4000 pruebas en la última semana de la temporada regular.
Sin embargo, algunos expertos no estuvieron de acuerdo con el cambio ni con la afirmación de la NFL de que había sido una decisión basada en la salud pública. “Detenerse a mediados de diciembre no tiene ninguna lógica si estás tomando decisiones con base en la trayectoria de la pandemia”, opinó John Moore, virólogo del centro médico Weill Cornell en Nueva York. Moore se refirió al pico de la pandemia a mediados de enero, cuando el promedio diario de casos nuevos a nivel nacional aumentó por encima de 800.000.
Binney agregó que tal vez los cambios a las pruebas produjeron que el pico de ómicron en la NFL pareciera haber desaparecido más pronto de lo que en realidad lo hizo, aunque ya iba en bajada.
“En verdad creo que se debió más a un deseo por reducir la perturbación que a una respuesta científica y por motivos de salud”, comentó Binney. “Pero debe haber un debate real sobre cuántas pruebas de detección deberíamos hacer en este momento, ahora que hay una disponibilidad generalizada de las vacunas para todo aquel que quiera protegerse”.
Los protocolos de las pruebas anunciados en diciembre también exigían “pruebas rápidas” a los grupos por posición o los miembros del personal para complementar la prueba sintomática. No obstante, esta semana, Sills señaló que la NFL había dejado de realizar las pruebas de vigilancia al azar. Un vocero de la liga no reveló la fecha en la que se dejaron de hacer pruebas rápidas, pero dijo que era suficiente con las pruebas basadas en los síntomas. Según Binney, la cantidad de casos que tal vez no se detectaron aumentó luego de que se eliminó la capa adicional de pruebas rápidas.
Para que un jugador o un miembro del personal dé positivo antes del Supertazón, tendría que informar sobre sus síntomas durante las evaluaciones diarias, las cuales siguen en marcha, según Sills. El mariscal de campo de los Carneros de Los Ángeles Matthew Stafford entrega el balón de fútbol americano durante la victoria en su juego de campeonato de la NFC en contra de los Cuarenta y nueves de San Francisco en Inglewood, California, el 30 de enero de 2022. (Ryan Justin Kang/The New York Times)
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