Gastón Zetune es un hincha de Plaza Colonia muy conocido en su departamento, y también en otros lugares del país. Este lunes cambió el mote de “conocido” a “viral” por su festejo de gol en la agónica victoria sobre Juventud en el Parque Artigas. Diogo de Oliveira selló el 1-0 en el tiempo adicional y él, en su celebración, cayó de espalda en el pasto de la tribuna pedrense.

“En el primer tiempo le dije a Diogo que le iba a quedar una. Él es muy creyente y le dije que Dios lo iba a ayudar. Entré con San Expedito a la cancha y estaba la camiseta colgada. Saqué la camiseta y les hicimos el gol, justo un año después de que en la misma cancha nos fuéramos a la B contra Boston River. Me caí para atrás y quedé regalado, pero es divino porque solo el fútbol te da estas alegrías”, contó a FútbolUy.

“Estoy tan feliz. Si no me dio un infarto hoy, no me da nunca más”, narró horas después del partido, ya consciente de que era tendencia en las redes sociales. A esa altura tenía decenas de llamadas perdidas, cientos de mensajes de WhatsApp y hasta algún reproche laboral. Es vendedor-viajero, pero en la tarde del lunes no atendió el teléfono ni avisó que estaba en Las Piedras. La pasión patablanca pudo más y se enfocó 100% en alentar a su equipo.

“Fui escondido al partido y al final salí hasta en el noticiero, pero no me importa. Nos volvimos con los tres puntos a Colonia”, contó entusiasmado el Gordo Zetune, como lo conocen en sus pagos. “Los domingos hago feria y vendo gorros en las carreras de motos. De ahí me conoce mucha gente”, explicó quien supo caminar de rodillas en el césped del Campeón del Siglo tras una histórica victoria sobre Peñarol.

La escapada en una ambulancia y fuegos artificiales para el plantel

Plaza Colonia conquistó el Torneo Clausura 2016 y Gastón, aprovechando su escasa timidez y el conocimiento con algunos dirigentes aurinegros, fue salteando obstáculos y acercándose a la cancha hasta entrar. “Me metí y empecé a caminar de rodillas”, narró. Si bien se llevó algún insulto de los fanáticos carboneros que todavía estaban en la tribuna, no imaginó que lo estuvieran esperando.

“Quedaban 20 de la barra de Peñarol. Dino Perrini, un conocido mío que es de Carmelo y aparece en la película Manyas, me avisó que me estaban esperando para matarme. Miré para afuera y había seis locos esperándome. Pagué 500 pesos y salí en una ambulancia del SUAT. Después no fui a la final en el Centenario porque preguntaban dónde estaba ese gordo de mierda que caminaba de rodillas”, recordó.

“Después el Cebolla [Cristian Rodríguez] habló con ellos y les dijo que era un padre de familia, que estaba todo bien. Pero hasta hoy me conocen en las casas de repuestos y me dicen: ‘Vos sos el gordo que caminó de rodillas en el Campeón del Siglo’”, contó entre risas, aclarando que si bien su familia es de Nacional, él es fanático de Plaza Colonia desde que jugó en el baby fútbol. Acompañó desde los campeonatos del interior hasta la Copa Libertadores.

En el estreno internacional de los patablancas, que viajaron a Bolivia en 2016 para enfrentar a Blooming, hizo una de sus mayores locuras por el club. “Tenía todo pago para ir, pero si me iba me divorciaba y me rebotaban unos cheques que tenía que cubrir en el banco”, narró, por lo que no pudo acompañar presencialmente, pero se las ingenió para plasmar su apoyo de otra manera.

“El plantel salía en barco a Buenos Aires a las 4 de la mañana y con mi hijo Ramiro, que en ese entonces tenía 12 años, fuimos hasta la punta de San Pedro. Cuando se estaba yendo el barco, tiré 20.000 pesos de fuegos artificiales y los hice llorar a los jugadores. Llorando me llamó el Chiqui [Roberto] García [socio de la SAD] y me dijo: ‘Te quiero’. No pude estar con ellos, pero los acompañé de esa manera. Cuando volvieron me regalaron la camiseta”, narró.

Amuleto de Diego Aguirre

Otra anécdota que cuenta data de 2002, cuando Plaza Colona le ganó a Peñarol 4-3 en el Centenario. El entrenador de aquel equipo en el que brillaban Diego Lugano, Daniel Baldi, Mario Leguizamón y Osvaldo Carro, entre otros, era Diego Aguirre. Esa tarde se llevó un objetivo muy preciado que hasta hoy atesora en su casa.

“El Nico Rotundo tiró la pelota a la Colombes, le di una propina a un guacho y me la trajo. Cuando me iba yendo me agarran los policías y no me querían dejar llevarla. Les lloré la milonga y les dije que para nosotros esa pelota era histórica, y que íbamos a hacer alguna rifa para recaudar fondos para el club. Una Penalty platinada divina”, recordó.

Por entonces, para Aguirre y su cuerpo técnico se había convertido en una cábala. “Entraba yo al vestuario y cerraban la puerta. Un día, un dirigente le preguntó por qué me dejaba pasar a mí y a ellos no, y le dijo: ‘Acá cuando no hay nadie y perdemos, el gordo está. Ustedes vienen cuando ganamos’. Un tipazo el Diego. Se merece lo mejor y cuando volvió a Peñarol lo llamé para desearle suerte”, contó.

Con historias de toda una vida de fanático de su club, a los 53 años asegura que Plaza Colonia le dio “las alegrías más grandes” junto al nacimiento de su hijo, que no tuvo más opción que hacerse hincha patablanca. Mientras los videos de su festejo siguen incrementando las reproducciones, él ya palpita ansioso los partidos contra Cerrito y Oriental, que pueden darle el ascenso al conjunto dirigido por Sebastián Díaz, actualmente tercero a dos puntos de los líderes Uruguay Montevideo y City Torque.