Por The New York Times | Elian Peltier y Mady Camara
DIAMNIADIO, Senegal — De pie sobre la línea lateral del nuevo estadio nacional de Senegal, Aliou Cissé, el mayor aficionado de su propio equipo, agitó los brazos hacia los 50.000 aficionados, para exhortarlos a aclamar todavía con más fuerza, mientras sus rastas características le rebotaban en los hombros.
Los aficionados respondieron clamando, aplaudiendo y soplando sus vuvuzelas a un volumen más ensordecedor. Minutos más tarde, Senegal derrotó a su rival más feroz, Egipto, para clasificar a la Copa del Mundo de fútbol, la cual comienza este noviembre en Catar.
“Cuando estamos juntos, Senegal gana”, comentó un sonriente Cissé, de 46 años, en una conferencia de prensa posterior al juego. O, como le gusta repetir en wolof, una de las lenguas nacionales del país: “Mboloo Mooy gagner” (“La unidad llama a la victoria”).
Si Senegal se siente orgulloso y patriota estos días, en buena parte es gracias a su selección nacional… y a Cissé, un exfutbolista profesional que ha reinventado el fútbol senegalés y ha armado el mejor equipo de África en la actualidad.
“En este momento, el barómetro de la sociedad senegalesa es el fútbol”, comentó Cissé en una entrevista reciente con The New York Times en Diamniadio, una ciudad construida hace poco en las afueras de Dakar donde se encuentra el nuevo estadio. “La gente nos ve jugar y se siente orgullosa de ser senegalesa, orgullosa de ser africana”.
Cissé dirigió a la escuadra que ganó la Copa Africana de Naciones a inicios de este año, el primer título de fútbol para el país. Al hacerlo, Cissé le demostró al pueblo senegalés que uno de los suyos podía tener éxito donde nadie más lo había tenido.
Desde hace tiempo, los encargados de entrenar a muchas selecciones nacionales africanas, entre ellas Senegal, han sido técnicos europeos, pero eso está cambiando, un giro que personificó Cissé. Cissé nació en la región austral senegalesa de Casamanza en 1976, se mudó a Francia cuando tenía 9 años y se crio en los suburbios de París, uno de los mejores semilleros de talento futbolístico en el mundo.
Su trayectoria es similar a la de muchos jugadores africanos que fueron criados en Europa o se unieron a las academias juveniles en ese continente. “Cuando salía, era francés, pero en casa era un senegalés de verdad”, mencionó Cissé sobre cómo fue hablar wolof y seguir las costumbres de su familia mientras estuvo en Francia.
Cissé ingresó a los 14 años a la academia juvenil del Lille, al norte de Francia, y jugó en clubes franceses e ingleses en las décadas de 1990 y 2000, entre ellos la potencia francesa del París Saint-Germain, así como el Portsmouth y el Birmingham City, los cuales competían en el máximo circuito de Inglaterra.
En la Copa del Mundo de 2002, Cissé fue capitán de una escuadra senegalesa que participó en su primer Mundial, una que dejó estupefacta a Francia, el campeón del mundo en aquel entonces, con una sorprendente victoria que muchas personas todavía recuerdan con una cálida nostalgia. Senegal llegó a los cuartos de final, el mayor logro de la selección en la competencia hasta la fecha.
Como entrenador, ahora Cissé recurre a los jugadores senegaleses criados en su país natal y a quienes se mudaron a Francia en su juventud como él, para construir un puente entre los “locales” de la escuadra y sus “binacionales”, como les dice el cuerpo técnico.
Ha sido un largo camino al éxito. Cuando Cissé se hizo cargo del equipo en 2015, Senegal había tenido un rendimiento mediocre en la Copa Africana de Naciones y no había calificado a las últimas tres ediciones del Mundial. Los predecesores de Cissé fueron despedidos uno tras otro.
Siete años más tarde, Cissé, apodado “El táctico”, por su forma eficiente pero conservadora de afrontar el juego, llevará a Senegal a su tercera Copa del Mundo y su segunda como entrenador. La era en la que los equipos africanos “observaban” se acabó, comentó Cissé, y uno ganará el codiciado trofeo algún día.
“¿Por qué no podríamos ser nosotros?”, cuestionó. Si bien Cissé ha compartido los éxitos más importantes de Senegal, también ha experimentado algunos de los peores traumas del país. En 2002, perdió a once parientes en un naufragio que cobró la vida de más de 1800 pasajeros en las costas de Senegal y Gambia.
La victoria de Senegal en la Copa Africana de Naciones a inicios de este año llegó 20 años después de que Cissé falló un penalti en la final del mismo torneo, lo cual privó al equipo de obtener su primer trofeo en aquel entonces, un recuerdo que le ha quitado el sueño desde hace mucho tiempo, comentó.
Desde entonces, Senegal ha tenido días más felices en la cancha y el orgullo nacional alrededor del equipo quedó desplegado por completo el mes pasado cuando la selección senegalesa derrotó a la egipcia en una tanda de tiros penales en su primer partido en el estadio de Diamniadio. El júbilo mostrado después de la victoria hizo eco del regreso triunfal de los jugadores senegaleses tras haber conseguido la Copa Africana de Naciones en febrero. Decenas de miles de aficionados los saludaron mientras desfilaban por las calles de Dakar. El presidente Macky Sall recompensó a la escuadra y al equipo de Cissé con tierras en la capital y en Diamniadio, además de unos 83.000 dólares, una suma exorbitante que desató algunas protestas menores en un país donde casi la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza.
Sin embargo, algunos jugadores también han retribuido: Sadio Mané, la estrella del equipo, construyó un hospital en su pueblo natal. Kalidou Koulibaly, el capitán, compró ambulancias para el pueblo de su padre.
“Los jugadores quieren ser modelos a seguir en su propio país”, mencionó Salif Diallo, un veterano periodista especializado en fútbol que ha seguido la carrera de Cissé como futbolista y entrenador. “Este equipo está cambiando la percepción que tienen los senegaleses de sí mismos”.
Quienes conocen a Cissé aseguran que, en cuanto termine su ciclo con la selección nacional, querrá tener un papel más importante en su país.
“He intentado poner el ejemplo”, señaló Cissé para referirse a su carrera como futbolista y entrenador. “Si mañana un jugador senegalés se muda a Birmingham, Montpelier o donde sea que yo haya jugado, espero que sea recibido con los brazos abiertos porque recuerdan que Aliou Cissé fue un buen tipo”. El entrenador de la selección nacional senegalesa, Aliou Cissé, de 46 años, juega en un campo para niños en Diamniadio, Senegal, el 31 de marzo de 2022. (Carmen Abd Ali/The New York Times). Una foto de la selección nacional senegalesa decora la parte frontal de un edificio en Dakar, el 4 de abril de 2022. (Carmen Abd Ali/The New York Times).