Todo niño uruguayo soñó alguna vez con llegar a ser futbolista profesional. Algunos lo intentaron y no lo consiguieron, otros directamente tiraron la toalla desde el primer momento, mientras que un grupo minoritario lo logró. Sin embargo, hay otros que nunca se dieron por vencidos y, pese a las dificultades, lograron jugar, aunque sea, de forma semiprofesional.
Ese es el caso de Sebastián Ciganda, un arquero nacido hace 31 años en José Enrique Rodó, un pueblo de apenas 3.000 habitantes situado en el departamento de Soriano. No consiguió jugar profesionalmente, pero muy lejos de Uruguay logró mantener vivo ese sueño que tuvo de niño.
Hizo baby fútbol en Talleres, de su pueblo natal, y luego pasó a jugar en Fraternidad, el club que marcó su juventud. Era delantero y en su segundo partido con el Frate fue al arco porque no había golero, y no salió más de ahí.
Poco antes de cumplir la mayoría de edad decidió probar suerte en Montevideo, pero en ese momento le llegaría el primer golpe en el fútbol. Tras estar un mes entrenando en Nacional, fue rechazado: “Me dijeron que intentara en otros clubes”, detalló en diálogo con FútbolUy. Luego de eso, un conocido lo llevó a Fénix, pero dejó de ir porque estaba estudiando periodismo y no podía seguir el ritmo de las prácticas.
Pasó el tiempo y el fútbol profesional se alejaba, por lo que en 2016, ya con 22 años, decidió darle un giro de 180 grados a su vida. Tramitó la visa working holiday y emprendió rumbo hacia Nueva Zelanda para “trabajar de cosas a las que en Uruguay no estaba acostumbrado” y, además, aprovechar para viajar.
“Mi idea era venir por un año, pero los caminos de la vida me fueron llevando a pasar año tras año e intentando buscar visas”, recordó. Comenzó trabajando en la cosecha de kiwis en un pueblo y ahí empezó su idilio con el fútbol neozelandés: “El fútbol siempre estaba en la mente, intentar seguir jugando lo más profesionalmente posible”.
Allí encontró un club y se puso en contacto con un argentino para comenzar a jugar. Estuvo en distintos equipos durante esos primeros años, todos más a nivel “social” junto a otros uruguayos. Hasta que llegó a Waiheke, una isla de 8.000 habitantes que está a 40 minutos en ferry de Auckland.
Y ese fue el sitio que cambió su vida para siempre. Allí comenzó a jugar en el Waiheke United, un equipo plagado de latinos: “Enseguida pude conectar con todos y entrar al equipo. Jugué seis temporadas. Es un club muy especial. Llegamos a jugar 10 argentinos y yo en el arco”, dijo.
En 2021 fueron campeones de la Segunda División y consiguieron el ascenso a la Premier League, pero en ese momento la liga instauró una regla que consistía en que solo podían jugar cuatro extranjeros por equipo y que el resto debían ser neozelandeses. No tenían mucho dinero, así que salieron a buscar futbolistas de categorías más bajas.
Él fue uno de los cuatro que se quedó y fue titular prácticamente todo el año, lo que lo llevó al año siguiente a dar un importante salto al fichar por Auckland City, el equipo “más grande” de Nueza Zelanda: “El techo era Auckland City por lo que representa en Nueva Zelanda. Cuando llegué y hasta hace unos años, estaba muy lejos”.
“[En 2022] pude jugar dos veces contra el Auckland City. El primero fue de visitante y perdimos 4-0, pero pude sacar varias, con penal incluido, si no capaz que perdíamos 10-0. Llamé la atención del cuerpo técnico, que es español, y además ellos ya seguían al club por ser latino. El segundo partido perdimos 2-0 a lo último, pero también con buenas actuaciones”, relató.
“Terminó esa temporada y en marzo de 2023 me llamaron el entrenador y el entrenador de arqueros. Me dijeron que estaba en carpeta y si me interesaba”, indicó. Aceptó el desafío de ir a Auckland City, pero a raíz de su trabajo particular se quedó viviendo en Waiheke: “Iba a entrenar en el buque, 40 minutos de ida y 40 de vuelta más el ómnibus después; me llevaba casi una hora. Iba feliz de la vida por haber llegado al equipo más grande de Nueva Zelanda”.
En Nueva Zelanda “muy pocos viven del fútbol”, motivo por el que Ciganda siguió trabajando de 8:00 a 13:50 como encargado de una mansión mientras jugaba en un equipo que meses después iba a disputar nada más y nada menos que el Mundial de Clubes de la FIFA por ser campeón de la Champions League de Oceanía (la ganó 12 veces, el que más): “Mi jefe entendió la posibilidad que tenía y me dio esa flexibilidad”.
Pero la realidad es que no fue su mejor año futbolístico. Jugó un solo partido, un amistoso previo al Mundial de Clubes, porque era el tercer arquero. El titular estaba “sólido” y el suplente era un neozelandés que debía jugar por una nueva regla que obligaba a los equipos a darles cierta cantidad de minutos a los locales menores de 20 años.
Igualmente, viajó a Arabia Saudita con todo el plantel para el torneo y, pese a que fueron derrotados por Al-Ittihad por 3-0 en primera ronda, fue una experiencia “increíble”: “Fueron dos semanas que no me voy a olvidar nunca”. El equipo árabe era dirigido por Marcelo Gallardo y tenía figuras como Karim Benzema, N’Golo Kanté y Fabinho.
“Había un español que ya lo había jugado [el Mundial de Clubes] y yo le iba preguntando todo como un gurí chico. Nunca me hubiese imaginado que me iba a pasar cuando me dijeron que no en Nacional o cuando dejé de ir a Fénix. Por dos semanas te sentís un jugador de élite, porque así te trata la FIFA”, expresó.
Después de ese año en el que a nivel local no jugó, Auckland City le dio vía libre para marcharse a otro equipo y para 2024 recaló nuevamente en Waiheke United, que debido al límite de extranjeros había descendido a Tercera División. “Tengo amigos acá. Volvimos varios de los que fuimos campeones en 2021”, contó, y explicó que fueron campeones de su liga (los equipos se dividen en tres ligas y luego juegan playoffs por ascenso), pero no lograron subir.
Con respecto al nivel de la liga de Nueva Zelanda, aseguró que “es difícil de comparar” con Uruguay porque es semiprofesional, pero “sería como una C”. Igualmente, “las canchas son un billar, como la del Estadio Centenario”, afirmó.
“Ningún jugador es profesional”, aunque ahora “hay dos que se fueron del Auckland City al Auckland FC [club al que emigró el uruguayo Guillermo May], que juega en la liga de Australia, y pasaron a ser profesionales”, añadió.
“Para el año que viene no tengo planes futbolísticos”, apuntó, y reveló: “Me llamaron dos equipos de Wellington, pero todavía no hay nada concreto”.
“Me encantaría volver a jugar. No sé si en Montevideo, pero por lo menos en Fraternidad, que es el equipo donde nací”, agregó sobre su futuro, pero aclaró que en junio próximo aplicará como residente permanente en Nueza Zelanda y que en tres años podrá obtener la ciudadanía.