Deportivo Independiente Medellín (DIM) empató 2-2 frente a Fortaleza CEIF como local este fin de semana por la séptima fecha del Torneo Apertura y quedó 16º con ocho puntos, a tres de los puestos de clasificación a la Liguilla por el título.
Tras el partido, su entrenador, el uruguayo Alfredo Arias, lamentó la situación sufrida por el defensor compatriota José Aja, quien quedó fuera de la convocatoria porque recibió amenazas a través de redes sociales.
“En las últimas semanas José Manuel y su familia han recibido constantes mensajes de acoso a través de las redes sociales. De parte del club, el cuerpo técnico y el jugador se ha decidido proteger al ser humano y su familia. La institución continuará buscando esclarecer la situación para brindar todas las garantías para el jugador y su familia”, anunció el DIM.
“Da tristeza. Todos saben cuánto agradezco a este país que me da trabajo siendo extranjero y que me ha acobijado a mí y a mi familia. Pero especialmente acá se ha institucionalizado el amenazar jugadores, el llevarlo más allá del juego. Podemos hacernos los distraídos, pero este no es el primer caso”, sostuvo Arias.
El entrenador dijo que le ha pasado en distintos clubes en los que estuvo que pidió jugadores y se le respondió que ya estuvieron en ese club y la hinchada no los quiere “porque una vez erró un gol o se hizo un gol en contra”, o que los mismos jugadores no quieren volver a vivir en determinada ciudad porque se fueron amenazados.
“Me pongo en el lugar del hincha y está bien que nos insulten. Si fuimos un desastre, nos tienen que insultar. Pero cuando se trasgrede eso y se llega a limitar a un ser humano y a su familia que pueda trabajar, que es lo que dignifica a un ser humano, me da tristeza”, dijo.
“Me imagino que no son los más. Veo a la calle en la gente y la veo buena. Ojalá en Uruguay tuviéramos la energía que tienen ustedes. Cuando a nosotros nos dicen ‘gracias’, decimos ‘de nada’. Ustedes dicen ‘con mucho gusto’. Ahí ya hay una diferencia”, dijo, y reclamó “hacer algo porque esto pasa hace tiempo y no solo con los extranjeros”. “Alguien tiene que empezar a hablar”, concluyó.