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El defensa de la selección uruguaya y capitán del Sporting de Lisboa, Sebastián Coates, realizó una semblanza sumamente emotiva recordando la figura de Santiago Morro García previo al venidero Mundial de Catar.
Coates, que puso su corazón a disposición en un artículo publicado en Fifpro (sindicato mundial de futbolistas profesionales), habló del suicidio, de los últimos casos sucedidos con sus colegas celestes, de las presiones del fútbol y, en uno de los párrafos, mencionó: “Soy afortunado económicamente, no me cabe duda. Pero el dinero no siempre garantiza la felicidad. Puedo ayudar a mi familia y amigos, seguro. Pero no puedo impedir que sufran si ven o leen comentarios negativos que tengan que ver con mi persona o con mi rendimiento. Soy un personaje público, pero mi familia no eligió eso. Así que pido a los hinchas que recuerden que básicamente somos en primer lugar humanos antes que futbolistas”.
“Esta próxima Copa Mundial en Catar será un momento agridulce para mí y para mis compañeros de la selección. No olvidamos a Santiago Morro García, a Williams Martínez, a Emiliano Cabrera y a Maximiliano Castro”, expresó el defensa.
A continuación, publicamos el artículo denominado “Permítanme hablarles del Morro García”:
No era el mensaje que hubiera esperado recibir. No era un mensaje que quisiera creer. ¿Por qué? ¿Por qué hacer eso? ¿Cómo no detecté lo que le estaba pasando? Mi amigo Santiago Morro García se había ido.
Hace ya más de un año que mi excompañero en Nacional de Montevideo se suicidó. Era un héroe en Argentina para los hinchas de Godoy Cruz, pero, para mí, un recuerdo constante del camino que los dos recorrimos para lograr lo que todos soñamos en Uruguay desde que nacemos con una pelota al lado: ser futbolistas profesionales.
Nos conocimos en las inferiores de Nacional cuando teníamos 11 años. Era una persona muy alegre, siempre sonriendo y haciendo bromas, incluso cuando en los entrenamientos yo hacía lo que fuese necesario para marcarlo.
Mi trabajo era concentrarme, el de Santiago era aportar su alegría, sus goles. Si él sintió presión, nunca lo demostró. Pasamos muchos momentos especiales juntos y por eso fue un golpe terrible cuando, después de un entrenamiento en el Sporting de Lisboa, supe que Santiago había muerto.
La pandemia de COVID-19 y estar en distintos continentes nos tuvo alejados físicamente, pero a la vez siempre en contacto por internet o por celular para ver cómo estábamos. Supe que estaba recibiendo tratamiento psiquiátrico y esa era una de las cosas que me dejaba más tranquilo en ese momento. Era siempre don Positivo y, aunque atravesaba claramente una situación difícil, yo no tenía idea de que había llegado al punto en que no le quedaba más alternativa que la muerte.
Esa es para mí la parte más difícil de aceptar: que se sintiera tan aislado y solo. Las restricciones a los viajes por la pandemia pasaron factura a su estado de ánimo, sin poder visitar a su familia en Uruguay ni poder recibir la visita de su madre en Argentina y disfrutar de su compañía. Sabía que le estaba resultando difícil no ser tenido en cuenta en Godoy Cruz, especialmente después de haber tenido un par de temporadas increíbles marcando goles.
Nunca me resulta fácil, pero quiero hablar de Santiago porque eso me ayuda a procesar los eventos de los últimos 18 meses. Hablar de Santiago no lo devolverá a la vida, pero quiero asegurarme, como futbolista profesional, de dar luz acerca de la importancia de hablar con los compañeros de equipo, los directivos del club, los hinchas, para que sepan que en la vida hay más cosas que el fútbol.
Me pregunto si el fútbol necesita pensar en la salud mental de los futbolistas mucho antes, en las categorías inferiores de los clubes, y no solo cuando los chicos y las chicas firman sus contratos profesionales. Podemos establecer mejores estructuras para poder evitar un escenario como el de Uruguay, donde tres jugadores —Santiago, Williams Martínez, Emiliano Cabrera— y un jugador retirado —Maximiliano Castro— se suicidaron el año pasado en apenas seis meses.
Tenemos que enseñar a nuestros juveniles que está bien que dejen todo en la cancha, pero también que compartan sus problemas fuera con un especialista que pueda detectar más rápido lo que les sucede y así ayudarlos. Es muy difícil para un entrenador descubrir lo que le ocurre a un futbolista porque muchos están enfocados más en lo deportivo que en lo humano, muchas veces por estar presionados por los resultados o por los mismos clubes.
La infraestructura en los clubes debería favorecer que el entrenador y los futbolistas alcancen su máximo potencial y ofrecer apoyo psicológico debe ser un elemento clave en ese enfoque holístico, desde juveniles hasta la élite.
Es verdad que las generaciones más jóvenes están dispuestas a abrirse más, a contar alguna cosa que les pueda llegar a suceder. Pero aún queda mucho camino por delante. Nosotros tenemos en Uruguay nuestro sindicato de futbolistas, la MUFP, que está haciendo mucho hincapié en la salud mental. Están trabajando intensamente en el tema y para nosotros como jugadores es algo muy positivo.
A la vez, estoy seguro de que algunos jugadores futbolistas temen por su futuro dentro del equipo si admiten que tienen problemas en la cancha o fuera. Pero tenemos que verlo de una manera diferente: reconocer que estás atravesando una situación difícil es una señal de fortaleza, no de debilidad.
No todo jugador estará en plena forma todo el tiempo. A veces el cuerpo tendrá dolores, pero en otras serán la mente y el corazón los que sufran. Algunos futbolistas se hallarán a miles de kilómetros de su familia y amigos. Otros tendrán que viajar miles de kilómetros durante la temporada para jugar partidos de liga, partidos continentales de copa o de selecciones.
Los escucho decir que por algo se pagan esos enormes salarios solo por jugar a este hermoso deporte. Soy afortunado económicamente, no me cabe duda. Pero el dinero no siempre garantiza la felicidad. Puedo ayudar a mi familia y amigos, seguro. Pero no puedo impedir que sufran si ven o leen comentarios negativos que tengan que ver con mi persona o con mi rendimiento. Soy un personaje público, pero mi familia no eligió eso. Así que pido a los hinchas que recuerden que básicamente somos en primer lugar humanos antes que futbolistas.
La presión existió siempre, seguro. Pero existe más en el fútbol ahora que hace 10 o 20 años. Hay mucha mayor cobertura en los medios, mucha más exigencia sobre todos los que participamos del fútbol. Como futbolistas, usemos nuestra plataforma única para compartir nuestras experiencias, las buenas y las malas, para ayudar a otros. Comprueben cómo están sus compañeros de equipo, comuniquen sus problemas, traten de encontrar soluciones juntos.
Normalmente, Santiago y yo intercambiábamos mensajes después de cada partido que yo jugaba con la Celeste. Me contaba en qué me había visto bien y qué tenía mejorar. Pero no tendré más de esos mensajes en Catar. No recibiré más WhatsApps de mi amigo.
Sé lo que necesito para honrar el recuerdo de Santiago y es asegurar que el fútbol hace lo mejor para garantizar el bienestar físico y mental de sus futbolistas, no solo en la Copa Mundial, sino en todas las ligas y competiciones, en el nivel superior del juego y también en los niveles más bajos de la pirámide del fútbol.
Como uruguayo, saben perfectamente que dejaremos todo lo que tenemos en la cancha. El fútbol nos da mucho. Ahora, hagamos lo que podamos para asegurar que no se lleve a ninguno más de nuestros amigos y compañeros de equipo.
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