Wanderers le ganó a River Plate 1-0 por la décima fecha del Torneo Clausura en el Parque Saroldi, donde antes de convertir el merecido y agónico gol estrelló cinco remates en los caños. El equipo de Daniel Carreño fue superior al de Gustavo Díaz y llegó a 20 puntos, igualando la línea del líder Peñarol.
A los 5’ se dio la primera doble oportunidad para los bohemios; primero un cabezazo de Juan Izquierdo que dio en el travesaño y en el rebote le pegó el argentino Hernán Rivero con la misma mala suerte. Cuatro minutos después probó César Araújo con un buen derechazo desde el borde del año y también se topó con el horizontal.
Luego de ese inicio complicado para los darseneros, pudieron salir del asedio por las corridas de Luciano Boggio por la derecha. Con esa receta generaron su primera aproximación clara, cuando el 23 escapó por su carril y metió un buscapié, Ignacio de Arruabarrena despejó a medias y Gonzalo Castro remató de zurda por arriba.
Wanderers volvió a llegar a los 42’ con un tiro libre de Izquierdo que contuvo Fabrizio Correa. A esa altura merecía ir perdiendo River Plate, que reaccionó en el arranque del complemento y tuvo un par de llegadas con Pablo García encarando por izquierda y Matías Arezo intentando de media distancia.
Los bohemios recuperaron el control del trámite a partir del ingreso de Nicolás Quagliatta, quien dotó al ataque de mayor claridad. Si bien a los 73’ Thiago Borbas estuvo cerca de anotar para el dueño de casa con un disparo que tapó De Arruabarrena, otra vez las situaciones más peligrosas las generó el cuadro visitante.
A los 74’ fue Araújo quien capturó un rebote en el borde del área y conectó un derechazo que dio en el vertical, y a los 83’ otra vez el caño le ahogó el grito a Quagliatta tras una buena descarga atrás de Rivero. El argentino dispuso de una ocasión muy clara a los 74’ tras una llegada de Leonardo País a fondo, pero le erró al arco.
El partido se iba y el lamento era de Wanderers, hasta que entró Sergio Blanco y pesó. El Chapa, tras una pelota que no pudo definir porque lo trabaron, asistió desde el piso a Bruno Veglio y el Colo facturó con un zurdazo bajo cuando el reloj marcaba 93 minutos. Fue grito de gol, desahogo y punta para el cuadro de Carreño.