Fénix le ganó 2-0 a Peñarol en el Estadio Centenario por la cuarta fecha del Clausura, dejando sin invicto al conjunto carbonero y con la chance a Nacional de que lo supere en la tabla anual.

El dominio neto de Peñarol los primeros minutos no se pudo reflejar en el marcado hasta que a los 10', en la primera ocasión que Fénix pisó el área rival (y la cancha rival), llegó el penal por mano de Tomás Costa y el gol de Maxi Pérez.

Tras el 1-0 en contra el aurinegro siguió monopolizando el control de la pelota, inquietó un par de veces al golero Denis, pero con el correr de los minutos su nivel disminuyó. Tenía el balón sí, aunque no supo vulnerar la muralla que planteó Rosario Martínez, con un gran trabajo de la línea final.

Forlán, Maxi Rodríguez, Aguiar, intentaban entrar por todo el ancho de cancha sin encontrar el rumbo ni lozalizar a Murillo en ninguna ocasión.

uLos de Capurro fieles a su estilo, llevaron alerta cada vez que se arrimaron a Guruceaga. Un remate de Tito Ferro de media distancia pasó muy cerca y le tiró piropos al segundo gol. Sería Martín Ligüera el que minutos más tarde lo lograría.

El 10 de Fénix acompaño un tremendo contragolpe de Waterman y tras el disparo del panameño y el rebote del arquero, marcó el 2-0 a siete minutos del descanso.

Para el segundo tiempo Polilla Da Silva no quiso esperar y mandó desde el arranque a Luque por Aguirregaray. A pocos minutos del comienzo se daría el ingreso de Affonso por Maxi Rodríguez.

Los nombres y las ganas estaban, pero la mecánica no. Las ideas de Peñarol se fueron desvaneciendo y cada ataque, se hizo previsible para una defensa albivioleta cien por ciento concentrada y efectiva.

El arquero Denis intervino en el comienzo de la segunda mitad tras un remate de Luque, posterior a un tiro en el palo de Forlán. Después fueron más bien centros cruzados que el meta tuvo que descolgar y una nueva atajada ante remate lejano de Forlán.

Fénix de contra alertó un par de veces más, siendo Maxi Pérez el que más cerca estuvo de colocar el tercero. El resultado final surge de la ecuación rendimiento defensivo-efectividad que tuvo el equipo de Capurro. Anímicamente muy fuerte y aferrado al máximo a su plan. Jugar bien al fútbol es atacar bien, pero también es defender bien.

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