Por Andrés Cottini
A_Cottini
Chris Namús fue una de las grandes precursoras del boxeo femenino en Uruguay, ese deporte para muchos catalogado “de hombres”. Desde su aparición se encargó de ir derrumbando muros y sobreponiendo obstáculos para lentamente lograr que muchas mujeres se sumarán a su práctica activa.
Namús, que actualmente tiene 34 años de edad, en plena adolescencia observó una película de boxeo con una mujer protagonista (Millon Dólar Baby, que muestra la historia de Maggie Fitzgerald) y ese fue el punto de inspiración para querer ser pugilista.
“Eran épocas donde surgía Marcela ‘Tigresa’ Acuña (boxeadora argentina) y era sensación. Tenía 16 años y me enamoré de este deporte, al punto que me propuse comenzar a practicarlo, pero nada fue sencillo”, narró.
“En Montevideo no había gimnasios de boxeo que aceptaran mujeres y por eso fui rebotando en varios”, claro, se decía que era un deporte masculino: “pero insistí, perseveré hasta que se abrió una puerta. Mi abuela, que fue quien me crió, siempre me apoyó en todo y fue a hablar con el entrenador de uno de los gimnasios y lo convenció”.
Namús recuerda que lo primero que le dijeron a su abuela para "asustarla" y hacerla desistir en su búsqueda fue: “está segura, es un deporte donde se golpea en la cara, de piñas”, pero la decisión y la convicción eran muy firmes.
Así fue como comenzó a entrenar: “fue una lucha para ir ganando mi espacio. Con los pares hubo de todo, compañeros que se asombraban, los más veteranos, me miraban muy raro, se preguntaban que hacía allí”.
“Lo primero que surge es la palabra ‘marimacho’ cuando ven a una mujer en un ambiente supuestamente de hombres”, explicó, pero también resaltó a varios púgiles que siempre la alentaron: “hubo muchísimos con los que pude generar una amistad, donde me sentí apoyada y respetada. Me trataron como un compañero más, una igual, que de última de eso se trata todo”.
Imponiendo condiciones
Su debut profesional fue en mayo de 2007 ante la argentina María Eugenia López: “para casi todos era una novedad, una mujer peleando en el Palacio Peñarol”.
Fue tan así, que a la hora de hacer el afiche del combate, tuvieron que poner una foto con su cara para que se supiera que era un combate femenino: “mi nombre es Christian, así me conocen familia y amigos íntimos y si bien es un nombre sin género, acá en Uruguay se asocia al varón. Por eso apareció el Chris en la publicidad de la pelea”.
Así pasaron 33 combates a nivel profesional para Namús, cinturones ganados, festejos, viajes, emociones y tristezas, pero todo tras un sueño cumplido: “ser boxeadora”.
“Todo valió la pena, nunca me arrepiento de nada de lo que hice. Superé obstáculos, diferencias y hoy en día hay una apertura muy superior para las mujeres en mi deporte. Realmente es hermoso ver chicas que lo practican, se entrenan y lo disfrutan”, expresó.
“Falta camino por recorrer, es cierto”, reconoció y recordó que las bolsas de los premios aún tienen diferencias enormes: “ante el mismo título en juego, en el mismo lugar y con el mismo público, las mujeres ganan el 1% o 2% con respecto a lo que se les paga a los hombres”
Pero el crecimiento y lugar ganado de la rama femenina en el boxeo ya es innegable y cuenta con el reconocimiento público total: “es una realidad que destruyó ese mito de que este deporte no es para mujeres”.
Por Andrés Cottini
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