En medio de tanta estrella y alrededor de tanto talento, fueron los arqueros, el italiano Gianluigi Donnarumma del París Saint-Germain, y el griego Odysseas Vlachodimos, del Benfica, los que acapararon la atención de un duelo de la Champions League, con alternativas que pudo ganar cualquiera por ocasiones y que terminó en tablas 1-1.
Lejos de acusar el impacto por la visita del PSG, el Benfica abordó sin complejos el duelo por el liderato del grupo H. Lusos y franceses habían sacado adelante sus respectivos compromisos en las jornadas anteriores, y en juego estaba medio billete para octavos para el ganador.
Por eso impuso un ritmo alto el equipo de Roger Schmidt y le salió bien, al principio. Tuvo que dejarse ver Gianluigi Donnarumma, que sostuvo al campeón francés en muchos momentos de la primera parte.
Salió al paso a una ocasión inicial de Gonçalo Ramos, que detuvo en dos tiempos. Y otra después de David Neres, a mano cambiada. Pero cuando mejor estaba el conjunto local sacó el talento de su chistera el PSG.
El triángulo mágico entró en acción. Messi inició una jugada, encontró a Kylian Mbappe y este a Neymar, que devolvió al argentino. Desde la frontal, Messi ejecutó un tiro suave, colocado, imposible para Vlachodimos. No decayó, a pesar del contratiempo, el Benfica, que pudo empatar por medio de Antonio Silva en el minuto 37. Otra vez Donnarumma impidió el tanto.
La igualada llegó de la forma menos esperada, y cuando el París Saint Germain había frenado el ímpetu local y empezaba a controlar el ritmo. Fue a cuatro del intermedio con un centro al área del argentino Enzo Ferández desde la izquierda, que buscaba a Gonçalo Ramos, pero el balón golpeó en el pecho del defensa Danilo Pereira, que se introdujo la pelota en su propia puerta.
Con más convicción afrontó el París Saint-Germain la segunda parte. Neymar entró más en juego y su equipo lo notó. Fue la principal amenaza el brasileño, que provocó la angustia en el conjunto local.
Vlachodimos atajó un tiro raso de Achraf y el rechace de Neymar, que después dio en el palo. Después, Neymar volvió a acercarse al gol. El balón lo repelió el travesaño. El Benfica sufría e intentaba sobrevivir con cierto orden mientras el París Saint-Germain aceleraba.
Tuvo su oportunidad el Benfica, en el tramo final, en una buena acción de Rafa Silva que se topó, otra vez, con Donnarumma, poco antes de enfilar el tramo final, para asumir como positiva la igualada que mantiene al mismo nivel en la tabla al conjunto portugués y al francés, que se disputarán el primer puesto en las jornadas venideras.
La Juventus estrenó su casillero en la presente campaña de Champions al ritmo de Di María, clave con un triplete de asistencias, y a costa de la que era la última oportunidad para mantener las opciones de clasificarse a octavos de la Juve, personificada en un Maccabi Haifa inferior.
No tenía opciones la Juve, que estaba obligada a ganar en casa a su rival israelí para seguir en la pugna por un puesto en octavos, y para amainar las críticas que llueven desde el inicio de campaña sobre el equipo que dirige Max Allegri, más cuestionado que nunca por la paupérrima versión que su equipo ha mostrado desde el inicio de temporada.
Si bien es cierto que, mermado por las lesiones, la Juve salió con todo. No podía dejar nada al azar, tocaba ganar. Desde el comienzo dominó el centro del campo con Paredes como director de orquesta, pero no fue fácil derribar el muro del Maccabi.
La primera ocasión la tuvo Vlahovic en el minuto once. Llegó a través de un cambio de orientación de Kostic sobre Cuadrado, que caracoleó y cedió atrás para que el ariete serbio definiera raso y colocado, de primeras con su pierna zurda. Levantó los brazos Vlahovic antes de tiempo, porque Cohen rubricó una gran parada para alejar el cuero.
Tuvo otra clarísima Vlahovic tras una buena combinación con Kostic, pero no acertó a rematar bien con la puerta a placer. Lograba el Maccabi mantener el resultado ante una Vecchia Signora que dominaba, pero no era efectiva.
La resistencia israelí duró hasta el minuto 35, momento en el que empezó el espectáculo de Di María. Se inventó el Fideo un pase por dentro en el centro de la defensa que dejó solo a Rabiot, que fusiló a Cohen y desbloqueó el partido.
Estuvo mucho más suelta la Juve desde el gol, con más espacios para correr, porque el Maccabi dejó de ser un espectador más del partido para intentar empatar. Ya en la segunda mitad, en el minuto 50, el Maccabi se topó con la madera en disparo lejano de Atzili. No se rindieron los israelíes, que más tarde obtendrían su recompensa.
Respondió rápido Di María al acercamiento israelí, agitando la varita de su pie zurdo y dejando solo a Vlahovic con el exterior de su bota. No falló esta vez el serbio, sacando partido de los espacios, una de sus virtudes.
Se relajó la Juve con el dominio. Pudo llegar el 3-0 en varias ocasiones y, sin embargo, se reabrió el partido gracias al tanto de un David, que evitó la salida de Szczesny, y definió a puerta vacía a falta de quince minutos para el final. Creció el Maccabi, que vio cómo, otra vez, el palo se interpuso en el camino de Atzili.
Se puso nerviosa la Juve en su estadio, en el que volvieron a sobrevolar las dudas, los fantasmas de los partidos en Serie A que se escaparon por no saber cerrarlos. Pero Di María no estaba por la labor, no quiso alargar el sufrimiento y puso con su guante zurdo, en un saque de esquina, el balón en la cabeza de un Rabiot que hizo su primer doblete con el equipo italiano. Atzili revolucionó el ataque del Maccabi, pero volvió a vérselas con su peor enemigo de la noche, el palo, por tercera vez.
Jugó con fuego el conjunto blanquinegro. Sufrió en el tramo final ante un equipo inferior. Consiguió la victoria, la primera en esta edición de Champions, pero las dudas, cuando parecían espantadas por esta noche, volvieron a sobrevolar Turín.