Por The New York Times | Tariq Panja

LONDRES — Los superclubes llamaron a los abogados. El presidente del fútbol europeo respondió, llamando a los líderes de los equipos “víboras y mentirosos”. Y los fanáticos del deporte no quieren ni enterarse.

La batalla campal para promover, o prevenir, una superliga de fútbol europea separatista empezó a tomar forma el lunes, horas después del sorprendente anuncio hecho el domingo por la noche por parte de 12 de los equipos más adinerados y populares del deporte.

El plan de formar otra liga, amenaza con demarcar nuevas fronteras en la economía del fútbol europeo, entre los clubes ricos de la Liga Premier y los chiquitos en todos los rincones del continente y canalizar miles de millones de dólares a un puñado de equipos de élite ricos. Representaría una de las mayores transferencias de riqueza en la historia del deporte, pondría en peligro la existencia de las ligas nacionales y de los clubes más pequeños que quedaran fuera.

A primera hora del lunes ya había pelea. En una carta escrita por los clubes separatistas, se advertía a las autoridades del fútbol que los equipos habían tomado medidas legales para impedir que su proyecto fuera bloqueado.

Unas horas después, Aleksander Ceferin, presidente del cuerpo regulador del fútbol europeo, la UEFA, aprovechó su primera aparición en público para denunciar al grupo detrás del plan y prometió tomar acciones estrictas si no daban marcha atrás. Barajó la posibilidad de excluir a los jugadores de los equipos participantes de eventos como el Mundial y otros torneos, y amenazó con expulsar a los clubes rebeldes de sus ligas nacionales. El anuncio del domingo, dijo, equivalía a “escupirle en la cara a los hinchas”.

Para entonces la indignación se propagaba. En Alemania, el Bayern Munich y el Borussia Dortmund —equipos que se percibían como posibles seguidores de la nueva liga— se habían distanciado del proyecto. En Francia, el mediocampista del Paris-St-Germain, Ander Herrera, lamentaba que “los ricos roben lo que el pueblo creó”. En España, La Liga convocó a una reunión de sus clubes, pero sin la participación de los tres equipos que han accedido a unirse a la Superliga: el Real Madrid, el Barcelona y el Atlético Madrid.

Y en Inglaterra, los grupos de aficionados se unieron para oponerse a la iniciativa. Los seguidores del Liverpool exigieron que el club retire sus banderolas del estadio del equipo antes de su próximo juego de local el sábado

“Sentimos que ya no podemos apoyar a un club que pone la avaricia económica por encima de la integridad del juego”, dijo en Twitter uno de los grupos.

Al dar a conocer el domingo sus planes de crear una Superliga Europea, sin embargo, los proponentes del proyecto enviaron al mismo tiempo una carta al presidente de la FIFA, el organismo regulador del fútbol a nivel mundial, y al propio Ceferin, de la UEFA, diciendo que les gustaría trabajar con dichas organizaciones, pero que también habían tomado medidas para proteger sus intereses.

El grupo incluye a una decena de equipos de primer nivel de Inglaterra, España e Italia, como el Manchester United, el Liverpool, el Real Madrid y la Juventus, y su carta de seis páginas dejaba en claro su intención de proceder y de superar cualquier oposición.

Los rumores de la creación de la competencia disidente, que espera añadir tres integrantes fundadores a lo que será una liga anual de 20 equipos, habían llevado en enero a la FIFA a ceder ante la presión de la UEFA y a emitir un comunicado que amenazaba con consecuencias severas a los jugadores y clubes que participaran en cualquier torneo no autorizado. La FIFA emitió un comunicado de “desaprobación” del plan secesionista el domingo, pero llamó la atención que no repitiera la amenaza de expulsar a quienes participaran.

Frente a la amenaza, la compañía creada para controlar la nueva liga dijo en la carta enviada el domingo que se habían presentado acciones judiciales en distintas cortes para evitar más medidas que pusieran en riesgo el proyecto, que, según sus organizadores, ya cuenta con 4000 millones de dólares de financiamiento.

La compañía ha “tomado acciones apropiadas para desafiar la legalidad de las restricciones a la formación de la competencia ante las cortes relevantes y autoridades europeas en tanto sea necesario para salvaguardar su futuro”, decía la carta. The New York Times revisó una copia de la misiva.

La liga que los clubes acordaron formar —una alianza de clubes de primer nivel más parecida en principio a ligas cerradas como la NFL y la NBA que al modelo actual del fútbol— sería la reestructuración más significativa del fútbol europeo desde la creación de la Copa de Europa (ahora Liga de Campeones) en los años 50.

Sin embargo, incluso al detallar las medidas legales preventivas, la carta de seis páginas también invita a los líderes del fútbol a llevar a cabo conversaciones “urgentes” para encontrar un camino conjunto para un proyecto que el grupo afirma beneficiará al fútbol incluso más allá del pequeño grupo que disfrutará de riquezas sin parangón. Bajo el esquema anunciado el domingo, los 15 miembros fundadores de la Superliga Europea compartirían una bolsa de 3500 millones de euros, o 4200 millones de dólares.

La cantidad significaría unos 400 millones de dólares para cada equipo, más del cuádruple de lo que se llevó a casa en 2020 el ganador de la Liga de Campeones. En la carta, los fundadores de la Superliga dicen que no tienen la intención de remplazar a la Liga de Campeones, sino que buscan crear un torneo paralelo.

El daño al prestigio y valor de la Liga de Campeones, sin embargo, sería inmediato y ascendería a miles de millones de dólares, al convertir a la competencia élite del fútbol de clubes en un evento secundario, uno que difícilmente lograría preservar algo parecido a su atractivo comercial actual.

En un esfuerzo simultáneo por aumentar la valoración del evento, la UEFA ratificó el lunes los cambios más significativos a la Liga de Campeones desde 1992. Y después Ceferin ofreció una rueda de prensa en la que atacó directamente a la liga rival.

Tras digerir el contenido de la carta, Ceferin dijo que no estaba de humor para acceder a la exigencia de una reunión urgente. En lugar de ello lanzó incisivas reprimendas a varios de los hombres que encabezan la iniciativa y en especial a Andrea Agnelli, presidente del campeón italiano Juventus.

Agnelli, que renunció a su puesto en el comité ejecutivo de la UEFA tras el anuncio de la liga separatista, había hablado con Ceferin el sábado. En ese momento, dijo Ceferin, Agnelli le había dicho al presidente de la UEFA que apoyaba completamente los cambios a la Liga de Campeones y desestimó cualquier habladuría de una separación como “simples rumores”.

“Agnelli es la mayor decepción de todas”, dijo Ceferin, que fue abogado penalista antes de dedicarse al fútbol. “Nunca vi a una persona que mintiera tantas veces y tan persistentemente como él lo hizo”.

Ed Woodward, vicepresidente del Manchester United, había dado su apoyo a la reestructuración de la Liga de Campeones de la UEFA el jueves, agregó Ceferin. Dijo que la UEFA estaba considerando reclamar daños y perjuicios a los 12 clubes que formaron el grupo separatista, e incluso a algunos de sus máximos dirigentes.

No obstante, pasa a la siguiente etapa en la lucha por el control del fútbol europeo con el apoyo de algunos de sus más altos ejecutivos. Nasser al-Khelaifi, presidente del campeón francés, el Paris St.-Germain, se contaba entre los funcionarios que votaron para aprobar los cambios a la Liga de Campeones y ha resistido los esfuerzos por atraer al PSG, un equipo con algunos de los mejores jugadores del mundo, a la nueva liga.

Los equipos de Alemania, entre ellos el ganador de la Liga de Campeones de la temporada pasada, el Bayern Munich, así como su rival nacional, el Borussia Dortmund, también declinaron unirse al nuevo emprendimiento. En otro impulso para la UEFA, el presidente del Bayern, Karl-Heinz Rummenigge, fue elegido para reemplazar a Agnelli en la junta directiva de la UEFA.

No obstante, los cambios sustanciales a la Liga de Campeones ahora podrían estar condenados a la irrelevancia si es que los equipos separatistas logran salirse con la suya y llevar a las canchas una competición que dijeron que esperaban que inicie tan pronto como este verano. La urgencia se debe a sus finanzas: el banco de inversión JP Morgan Chase ha otorgado 4000 millones de euros en financiamiento de deuda para arrancar la liga, pero depende de que el grupo logre asegurar un contrato de transmisiones.

En la carta, el grupo decía que su prisa era resultado de las inmensas pérdidas acumuladas a causa de la pandemia del coronavirus. El panorama de partidos que se juegan en estadios cavernosos y vacíos se ha convertido en una escena normal y las restricciones a las reuniones públicas significan que en todas las ligas de Europa se han perdido cientos de millones de dólares en entradas mientras que las emisoras también se han aferrado a ingentes sumas de las ligas y los organizadores de las competencias.

Los principales clubes europeos arrastran una frustración al tener que compartir la riqueza creada por los torneos en los que son el atractivo principal y ya mucho antes de la pandemia se hablaba de la creación de una nueva liga. Documentos filtrados en 2019 mostraron que el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, arquitecto del plan actual, ya había buscado crear otra versión de una competencia con la participación de los mayores equipos.

También está por verse qué papel tendrá la FIFA en la batalla por la Superliga. Su presidente, Gianni Infantino, ha mencionado en años recientes que crear una nueva competencia podría aumentar el interés mundial en el fútbol. Como parte de ese impulso, ha dado su respaldo a una superliga de 20 equipos en África.

La FIFA emitió un comunicado el domingo muy tarde en el que reiteraba que no apoyaría una competencia disidente y cerrada. Los fundadores de la Superliga, sin embargo, insistieron en que el nuevo evento no será completamente cerrado, pues planean otorgar acceso cada temporada a cinco equipos que no formen parte del grupo de 15 fundadores.

Ceferin dijo que esperaba que Infantino disipara cualquier duda sobre su postura el martes, cuando hable ante la junta anual de la UEFA

Por ahora, la UEFA y otros grupos que se oponen al nuevo torneo discuten sus alternativas legales y han emprendido conversaciones con los gobiernos de toda Europa así como con la Unión Europea. Ceferin aplaudió a algunos de los políticos que han criticado públicamente el plan de la Superliga, entre ellos Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido y Emmanuel Macron, presidente de Francia.

También extendió una ofrenda de paz a los clubes rebeldes.

Les dijo que no era demasiado tarde para volver del abismo. Aunque las relaciones se habían dañado, comentó, prometía ser profesional por el bien del fútbol europeo. Aunque se sentía traicionado por la “avaricia, egoísmo y narcisismo” de algunos de los involucrados, no se lo tomaría personal. Tal vez con excepción de Agnelli. Ceferin es padrino del hijo menor de Agnelli.