Tres partidos de la Divisional Tercera de Ascenso (DTA) iban a definir tres semifinalistas este martes, pero solo dos pudieron jugarse. Bohemios le ganó a Ateneo de Piriápolis 74-73, por lo que será rival de Montevideo, y Marne se impuso a Yale 95-79 y espera rival.
El otro semifinalista debía definirse en el cruce entre Capurro y Deportivo Paysandú, cuya serie está 1-1 y se iba a definir anoche en Capurro, pero el partido no llegó a comenzar y se suspendió por serios incidentes, pese a que no había hinchada visitante.
“Lo de hoy fue lamentable. Un acto de cobardía y de gente sin códigos muy grande”, dijo Pedro Xavier, entrenador del Paysa, al programa Último cuarto de Sport 890, y detalló los hechos vividos mientras aguardaba el comienzo de un encuentro que de por sí estaba demorado por fallas en la consola del tablero electrónico.
“Ya habíamos jugado en la cancha de ellos, bien, y perdimos. Después fueron ellos a Miramar [donde Paysandú es local], ganamos y no pasó nada. Estábamos calentando porque pidieron una prórroga para arreglar el reloj. Había 10 personas de Paysandú, que eran las que estaban autorizadas para entrar. Cuando llegaron por el portón, los hinchas de Capurro corrieron para afuera y nadie los paró. Emboscaron a los 10 de Paysandú con piedras y armas. Fue una canallada. Estaban todos los casquillos de balas del piso y hasta que no llegara policía científica no podíamos salir con los autos”, narró el exjugador.
“Un amigo estuvo 10 minutos muerto en el piso. Lo reanimaron. Gonzalo Rivas [jugador de Paysandú] empezó a darle masajes cardíacos, con niños viendo eso. Tuve que meter en el vestuario de Paysandú a dos madres con gurises chicos. Había una fiesta armada porque los chicos de formativas habían salido campeones y les iban a entregar una copita. Fue un caos. A mi amigo lo salvaron, aunque está delicado. Otro directivo del club está internado en otro sanatorio por una pedrada en la frente”, agregó Xavier.
“Había sangre marcada en el piso de la cancha. Ese no es el básquetbol en el que yo nací. Si se jugaba y nosotros ganábamos, ¿qué pasaba? Porque ahí había revólveres. Gente vieja de Capurro me venía a abrazar y me decía: ‘Perdoná, Pedro, vos jugaste acá’. Esto no es todo Capurro, pero pasó. Y fueron los de Capurro. Recibí abrazos de jugadores de Capurro que me dijeron que no sabían qué iba a pasar, pero que no jugaban más por Capurro”, afirmó.
“Tengo 53 años y jugué profesionalmente 27. Hoy viví el peor día de mi vida dentro de una cancha de básquet, algo que nunca pensé que iba a vivir. Y cuando era chico viví líos grandes, pero líos de verdad, no estas canalladas”, concluyó.