Felipe Avenatti, quien tras 11 años en Europa llegó a Peñarol a mediados de agosto pasado, dijo estar “feliz y contento” de vestir la camiseta carbonera porque es “hincha”. “Siempre estuvo latente la posibilidad de volver a Uruguay y jugar en Peñarol, que era uno de mis sueños”, dijo al programa Fuera de juego de Carve Deportiva.

“Hice todas las formativas en River Plate y le tengo un amor y un cariño enorme, porque prácticamente fue mi casa por ocho años y lo sigo sintiendo así. Pero Peñarol es el cuadro del que soy hincha desde chiquito, al que iba a ver, el de las chicanas con mis amigos de Nacional.”, recordó el ariete de 197 centímetros de estatura.

Ya en 2013 contó en una nota que era hincha de Peñarol, pero de todos modos se interesó Nacional. “Después de esa nota surgió la chance de ir a Nacional, pero en mi cabeza nunca existió esa posibilidad. Si bien hubo un acercamiento, no del club pero sí de un representante, le dije que no había chance en mi cabeza de ponerme esa camiseta”, explicó.

De filas carboneras recibió “sondeos” en distintos mercados de pases, pero “creía que todavía no era el momento para volver al país”. “Ahora me agarra volviendo a Uruguay en un momento de mi vida en el que quería estar en mi país. Fue una decisión que tomamos con mi señora”, manifestó.

Sobre lo que encontró al llegar, dijo que le “sorprendió mucho el tema del profesionalismo”. “Yo hace 10 años no estaba en el fútbol uruguayo y, si bien sé que hay otras realidades, Peñarol me sorprendió para bien por su organización”, señaló.

“Que haya cuatro profes [preparadores físicos] en el gimnasio, que te hagan una rutina o te puedan estirar, no es algo que todos tengan en Europa. En Bélgica muchos no lo tienen. O la alimentación, desayunar y almorzar [en Los Aromos]. Son pequeñas cosas que suman mucho y me sorprendieron para bien”, destacó.