Carlos Bueno se encuentra en su tierra natal dirigiendo al Wanderers de Artigas, donde se da el gusto de “vivir tranquilo y feliz, disfrutando de los amigos, familia e hijos”. Así lo contó al programa Fuera de juego, de Carve Deportiva, espacio radial en el que confirmó su intención de dirigir en el profesionalismo, pero a futuro.
“Mi idea es ser entrenador profesional, pero todo a su tiempo. No es que uno le tenga miedo al fracaso, pero necesito un proceso de aprendizaje para estar más preparado”, señaló, y cree que se le abrirán más puertas en el exterior que en el medio local.
“En Peñarol me cerraron las puertas y con otros se abrieron de piernas”
De Peñarol no lo llamó ninguna de las últimas tres directivas, ni siquiera para trabajar en formativas, pero no lo descarta a futuro, a pesar de la “espina” que le quedó como jugador por no haberse podido retirar en el club del que es hincha.
“El tiempo pasa y uno crece, y no soy quién para apuntar a nadie con el dedo. A las personas que tuve que decirles las cosas ya se las dije. Se portaron muy mal conmigo en mi regreso, cuando quise retirarme en Peñarol, que me cerraron las puertas y me trataron de cualquier cosa, cuando con otros se abrieron de piernas y se hicieron garchar por otra gente que se merecía menos que yo”, disparó.
“Ese ciclo lo cerré hace muchos años y ya pasó, aunque me dolió mucho en el momento y puteé a mucha gente públicamente, enojado. Hoy tengo 43 años y estoy en otra etapa de mi vida. Lo que pasó, ya pasó. Pedí disculpas a la persona a la que le dije un montón de cosas y me reconoció que se equivocó. Otros me pasaron la mano por la cabeza y me falsearon también. Yo voy a ser igual siempre y trataré de actuar de la misma forma, sin falsear ni boludear a nadie”, agregó.
Entrenador de Peñarol: “Hoy no se me pasa por la cabeza”
Pensando a futuro, cree tener “nombre y espalda suficiente” para dirigir al primer equipo, pero reconoce que hoy no está preparado. “No me arriesgaría a agarrar un equipo como Peñarol hoy, de una, porque no es la idea. Me falta mucho aprendizaje y Peñarol es muy grande como para que un entrenador de un día para el otro lo agarre, sea quien sea. Es difícil ser jugador de Peñarol, ¡imaginate ser entrenador! No se me pasa por la cabeza”, expresó.
“Estoy lejos todavía de hacer mis primeras armas, y ojalá sea en otro país. Si mi nombre suena y estoy preparado, levantaré la mano, diré ‘acá estoy’ y trataré de dar la vida por mi club, haciendo lo que mejor sepa”, comentó Bueno, quien además respaldó al entrenador actual, Darío Rodríguez, de quien dijo que “es un genio”.
“Darío es un ídolo más de nosotros, los hinchas. Es una persona hermosa, divina, con un corazón gigante. Fue ayudante del Polilla [Jorge da Silva], estuvo un montón de tiempo en el club y trabajó con Diego Alonso en la selección. Un poquito de experiencia habrá agarrado. La preparación la sabrá él si la tiene”, manifestó.
“Si aceptó dirigir a Peñarol es porque está consciente y sabiendo la situación del club y los jugadores que tiene. Hay que romper una lanza, aguantarlo, darle la oportunidad y esperar. Son procesos, aunque en Uruguay los procesos no existen porque perdés tres partidos y te vas a la mierda. Pero hay que tener un poquito más de tolerancia por ser Darío. La gente creo que lo va a aguantar un poco más. Hay que ayudarlo y darle para adelante”, afirmó.
Los clásicos de antes y los de ahora, y los dichos del Boca Arias
Si bien siempre tuvo la chapa de jugador clásico, reconoce que fueron más las derrotas. “He perdido mucho más de lo que he ganado en los clásicos, pero le hecho [a Nacional] más goles que a otros equipos”, sostuvo, e identificó a Marco Vanzini como uno de los rivales con los que existía más rivalidad.
“El Palillo era de los más odiados por nosotros por su forma de ser en la cancha. Después vamos creciendo y sabemos que lo que pasó fue exclusivamente por el fútbol. Nos vemos en la calle, nos saludamos y nos damos besos. Martín del Campo, OJ [Morales] y el Negro Chengue [Richard Morales] eran duros también”, recordó.
“Los clásicos eran palo y palo. Era lo lindo. El entrenador nos decía que no saludáramos a ninguno. Entrábamos, apuntábamos, nos mirábamos de reojo y era eso; eran ellos o nosotros. Hoy es diferente. Hay más marketing y redes sociales. Tampoco da para opinar mucho porque después se ofenden y uno queda mal, como un serrucho”, dijo.
De sus épocas de jugador, uno de los excompañeros con los que habla más seguido es Maximiliano Arias, al que definió como “un amigo” pese a los dichos de su tío, el empresario Gerardo Boca Arias, quien meses atrás apuntó a Bueno, a Mario Saralegui y a Ruben Paz como los responsables de que “el Maxi se hiciera alcohólico”.
“No he hablado con el Boca y nunca tuve problemas con él. Son creencias de él, pero él sabe internamente que no fue así. Maxi no llegó porque no llegó, no por quienes lo rodearon. A uno nadie lo obliga a hacer ciertas cosas si no quiere. Es mejor decir que se equivocó. Me da lástima que quede Maxi como rehén de todo. Donde iba, tenía problemas porque el tío se metía. Sé que Mario se enojó, pero yo lo dejé para atrás y no di bola”, concluyó.