En estos días se discute en el Parlamento la firma del tratado internacional de cooperación en materia de patentes de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
El tratado ofrece asistencia a los solicitantes que buscan protección internacional para sus invenciones y asiste a las oficinas en las decisiones sobre el otorgamiento de patentes; también permite el acceso a la información técnica.
Al presentar una solicitud internacional de patente según el PCT, los solicitantes tienen la posibilidad de proteger su invención a nivel mundial en 157 países.
La discusión no es nueva. En 2016 Carolina Cosse, entonces al frente del MIEM, solicitó a Cancillería que gestionara la incorporación de Uruguay al PCT. Nada ocurrió. En este momento se discute el proyecto de ley presentado por Omar Paganini, entonces al frente del MIEM, en 2023. El proyecto tiene un artículo único: “Apruébase la adhesión de la República el Tratado de Cooperación en materia de Patentes…”
Estos antecedentes sugerían un trámite rápido, pero no…
El Frente Amplio votó en contra en la comisión de Diputados, y Cabildo Abierto planteó muchas dudas, según informó El País en las últimas semanas.
Manini Ríos se refirió a eventuales perjuicios para nuestra industria farmacéutica, mientras que Charles Carrera, en Montevideo Portal, planteó el tema de la soberanía, indicando que el tratado favorece a los países desarrollados y las multinacionales.
Son dos objeciones, empecemos por la soberanía. Sorprende que países como Cuba, Brasil, India, China e Irak hayan adherido sin “darse cuenta” de la pérdida de soberanía mencionada por Carrera. ¡Con ese criterio deberíamos retirarnos de la Corte Internacional de la Haya, y por supuesto de la FIFA!
Estamos en un “selecto club” por fuera del sistema internacional junto a Argentina y Venezuela. ¡Hasta Corea del Norte adhiere al tratado!
Con respecto al impacto en la industria nacional es importante leer el informe elaborado por Juan Dubra y Néstor Gandelman en diciembre de 2022.
Allí se plantea: “En el escenario base, a 20 años de la adhesión estimamos una caída de las ventas internas de productos sin patente (asociados a producción nacional) de 6,6 millones de dólares correspondientes a 1,2% del total de las ventas y 1,6% de las ventas de los laboratorios nacionales. Esto genera una caída en el empleo de 0.5%, lo que representaría 23 puestos de trabajo del total de los 4.500 asumidos inicialmente La contracara es un aumento de las ventas de productos patentados de 7,9 millones de dólares. En función de esto, la cuota de mercado de las empresas multinacionales aumenta del 23% inicial a 24,4% y el precio promedio de los medicamentos aumenta 1% pasando de US$ 3,57 a US$3,61. Como asumimos que los laboratorios nacionales no reaccionarían a estas entradas, estas estimaciones se pueden considerar extremas en ese sentido.”
Veamos cómo se protege la propiedad intelectual en Uruguay hoy:
Al estar fuera del sistema, las solicitudes en Uruguay no tienen ninguna validez internacional. Es decir, patentar en Uruguay no representa ninguna protección. Para lograr la protección que brinda el PCT los grupos de investigación buscan una persona del equipo que tenga pasaporte de alguno de los países miembro y se presentan con esa “bandera”. Si no hay ninguno en el equipo con pasaporte no uruguayo se debe recurrir a un testaferro.
Mantenernos por fuera del PCT es una pésima señal internacional. En muchas áreas y foros mostramos un país que cumple con los compromisos internacionales, que brinda seguridad jurídica y tiene principios orientados hacia la cooperación. Pero no en el tema de la propiedad intelectual, en ese punto somos “soberanos”, somos una isla rebelde por fuera del acuerdo de 157 países.
También es una pésima señal nacional. El sector de biotecnología es incipiente, pero muestra resultados alentadores, muchas veces cooperando con iniciativas e instituciones de otros países. Como indica el informe ya citado, el impacto nacional de la adhesión al tratado es muy bajo, y pueden diseñarse e implementarse medidas para mitigarlo aún más, muchas de esas medidas son mencionadas en el informe.
Todos los tratados internacionales representan de una forma u otra una renuncia a aspectos de la soberanía nacional. Podemos ser consecuentes, no adherir al tratado y además dar el grito de guerra de la soberanía y retirarnos de todos los tratados internacionales.
O podemos actuar para apoyar las empresas que generan propiedad intelectual, aumentar nuestra integración al mundo y seguir trabajando para que los sectores vinculados al conocimiento crezcan y se transformen en palancas para el desarrollo.
En este momento los diputados tienen la palabra.
Por Fernando Brum
fbrum34
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