Durante la mayor parte del siglo XX la innovación estaba basada internamente en las empresas. Por una parte, los departamentos de “Investigación y Desarrollo” (I+D) generando nuevos productos o mejorando procesos, y por la otra el área comercial diseñando nuevos modelos de negocios.
Estos pasos muestran las etapas que corresponden a la “innovación cerrada”: una fuerte inversión en investigación y desarrollo (I+D) interno, dando lugar a la mejor propiedad intelectual, lo que permitía ser los primeros en el mercado, logrando grandes beneficios. Estos grandes beneficios, a su vez, hacían posible la inversión en I+D y mantener el ciclo virtuoso.
A finales del siglo XX concurre un conjunto de elementos que modificaron las “reglas de juego”, llegando a la situación actual en la que existe una gran cantidad de conocimiento y está ampliamente disperso. Además, hay un enorme incremento en el número de personas que trabajan en la creación y aplicación de conocimiento. También hay un gran aumento de la movilidad de estos trabajadores del conocimiento, y mayor disponibilidad de capital de riesgo.
Estos cuatro elementos dan lugar a la aparición de la “innovación abierta”, término acuñado por Henry Chesbrough en su libro Open Innovation en 2003[1].
La innovación abierta apunta a lograr la interacción en varios niveles: por una parte, asociarse para incorporar know-how desarrollado por terceros a los productos y proyectos de la empresa; y por la otra, liberar know-how interno licenciando o simplemente liberando su uso por parte de terceros.
Las grandes corporaciones apuntan a crear y sostener ecosistemas de innovación alrededor de una plataforma tecnológica. Mientras, las empresas pequeñas apuntan a participar en un ecosistema de ese tipo aportando su propuesta de valor.
Entre otras, podemos identificar varias modalidades.
Participación temprana de los usuarios
En esta modalidad la empresa libera un nuevo producto o servicio a un grupo de clientes. Los usuarios tienen condiciones ventajosas a cambio de compartir sus impresiones, probar el producto, encontrar fallas u oportunidades de mejora que podrán ser incorporados en nuevas versiones.
Ambas partes obtienen beneficios. Los usuarios tempranos se transforman en co-creadores del producto en cuestión.
Concursos de ideas
Se utilizan en la interna de la empresa o institución para dinamizar el flujo interno de ideas. Los concursos son una forma de conocer y luego canalizar nuevas ideas, pero también a mejoras en los procesos. Usualmente la empresa propone un conjunto de temas y define quiénes pueden participar en el concurso.
Plataformas
La empresa que desarrolla y mantiene la plataforma pone a disposición de terceros un conjunto de servicios que pueden ser utilizados para elaborar una nueva aplicación. La empresa que la desarrolla utiliza dichos recursos y vende su aplicación a los usuarios finales.
Redes de innovación
Una red consiste en una asociación de varias empresas y/o instituciones para lograr un objetivo común. El objetivo puede ser la resolución de un problema, o simplemente ponerse de acuerdo en un estándar que permita la interoperabilidad de diferentes aplicaciones en un sistema dado.
Las redes de innovación permiten la creación de bienes públicos que son usufructuados por todos los integrantes de un ecosistema.
Desafíos
Los desafíos son intentos de orientar la innovación hacia la resolución de un problema específico. Una organización lanza un desafío presentando un problema y algún tipo de información acerca del presupuesto que está dispuesta a destinar. Los desafíos son en general abiertos, pueden participar empresas, organizaciones, personas o grupos de investigación. Los organizadores especifican también la modalidad del concurso y los criterios de evaluación de las diferentes propuestas.
Existen desafíos lanzados por empresas y también por países. El sitio “Challenge.gov” contiene los desafíos lanzados por el gobierno de Estados Unidos, mientras que en Uruguay la ANII promueve desafíos públicos y privados.
Problemas asociados
Adoptar una estrategia de innovación abierta no es sencillo. Las dos principales dificultades son: que aumenta la posibilidad de revelar información privada de la organización; y que la gestión de la innovación y la distribución de los beneficios entre los participantes es compleja y requiere costos adicionales.
La innovación siempre altera los equilibrios existentes, genera ganadores y perdedores. Pasar de una estrategia de innovación cerrada a una de innovación abierta es un gran desafío para cualquier organización. Pero considerar que los recursos internos son suficientes para abordar todos los problemas y oportunidades de la organización es una ilusión.
En el siglo XXI, la adopción de una estrategia de innovación abierta es la mejor práctica para mantener a la organización en capacidad de resolver problemas y generar oportunidades, tanto en el sector privado orientadas al mercado, como en el sector público orientadas a mejorar los servicios.
[1] Versión en español: Innovación Abierta, Henry Chesbrough
Por Fernando Brum
fbrum34
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