La campaña electoral de cara a la primera vuelta de octubre comenzó con el inesperado planteo del candidato presidencial del Frente Amplio y de su comando de campaña de negarse a participar de encuentros organizados por instituciones privadas para el caso de que a ellos asista más de uno de los postulantes de las demás fuerzas políticas que integran la actual coalición de gobierno.
El inusitado argumento utilizado por Orsi y sus asesores para no participar en estos eventos es que estaría en desventaja ante una mayoría de presidenciables oficialistas.
Como era de esperar, la actitud del postulante frentista generó malestar en casi todos sus oponentes de octubre.
Además, la decisión ya provocó una situación que se asemejó mucho a una proscripción, ya que los organizadores de un evento sobre energías renovables que se desarrolló en el LATU “desinvitaron” al postulante presidencial colorado, Andrés Ojeda, luego de que Orsi amenazara con no asistir.
Finalmente, el candidato frentista solo compartió escenario con el nacionalista Álvaro Delgado.
Otro hecho no menos enojoso se produjo días después, cuando en un esfuerzo por lograr la comparecencia de Orsi, la Cámara de Turismo propuso otorgarle hasta 60 minutos de tiempo para su exposición y solo 15 a cada uno de los cuatro representantes de los partidos de la coalición gobernante: Delgado, Ojeda, Pablo Mieres (Partido Independiente) y Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto).
Finalmente el planteo no fue aceptado por Orsi y su comando de campaña, a pesar de las condiciones especiales que ofreció la gremial. “No se trata de una cuestión de minutos”, argumentó Orsi.
Esta nueva lógica que pretenden imponer Orsi y sus asesores no tiene antecedentes en las campañas electorales y no debería ser convalidada por los organizadores de estos eventos.
Que los candidatos a la Presidencia de la República participen juntos en actividades públicas organizadas por diversas instituciones privadas tiene como objetivo conocer de primera mano sus opiniones sobre determinados temas.
No parece lógico que desde un solo sector —por más objetivos político electorales que haya detrás—, se dinamiten estas instancias que muchas veces han ayudado a los electores a decidir por cuál candidato optar al momento de concurrir a las urnas.
Incluso es entendible y aceptable que en ellas se planteen lógicas discrepancias entre los candidatos. Pero ha sido habitual que ellas se expongan en un marco de cordialidad porque —hay que remarcarlo— las discrepancias deben ser solo políticas.
Es más, se podría decir que se trata de un auténtico activo del Uruguay, ya que estos encuentros son un ritual democrático muy difícil encontrar en otros países. Sin ir más lejos, ni en Brasil, ni en Argentina se han dado esas instancias, al menos en los últimos tiempos.
También puede haber quien se pregunte si no es este un mecanismo que el Frente Amplio ha encontrado para aislar a Orsi de sus rivales, y de esa manera, evitar que cometa errores en sus apariciones públicas ante auditorios generalmente calificados, compuestos por representantes de sectores de actividad de importancia.
No puede dejar de extrañar además que el Frente Amplio siempre estuvo presente en estas instancias, a través de los diversos candidatos que lo representaron en las últimas décadas. Y justo es decirlo, nunca hubo mayores dificultades de relacionamiento entre los diversos participantes.
Otro aspecto no menor ha sido la casi desaparición pública de la postulante a la vicepresidencia, Carolina Cosse, quien prácticamente no ha sido vista tras la elección interna de finales de junio. Y es lógico pensar que si se blinda a Orsi, lo mismo se hará con la ex intendenta de Montevideo.
Orsi y su comando también pueden querer evitar los debates con otros candidatos porque consideran que el exintendente canario podría exponerse y mostrar sus debilidades. Pero no asistir a encuentros donde cada uno expone y dice lo que quiere por su lado, es poco entendible.
Si ven algún tipo de riesgo, hasta ahora no lo han expresado.
Lo cierto es que el planteo termina siendo un veto a los candidatos de otros partidos, que son diferentes entre ellos y tienen distintas posiciones en los diversos temas. Y aunque la coalición no se ha roto, sus diferencias han quedado reflejadas en no pocos temas.
Pero importa remarcar que estas instancias multipartidarias ya forman parte de la tradición uruguaya cuando llegan las instancias electorales. Son parte del ejercicio democrático, y eso es muy valioso.
Además, hay temas muy importantes en los cuales la gente, con toda razón, quiere conocer la postura de Orsi y su partido.
A modo de ejemplo se pueden mencionar dos de singular importancia: cuál es su posición personal en torno al plebiscito de la seguridad social que impulsan el Pit-Cnt y parte del Frente Amplio y, lo que no es menor, si en caso de ganar el gobierno se habrán de aplicar o no nuevos impuestos.
En definitiva, lo que se está planteando no son debates: se está proponiendo que cada uno vaya y exponga sus ideas. Nada más que eso.
En poco menos de tres meses el país irá a las urnas para definir su nuevo presidente; por ello es imprescindible saber qué quiere hacer cada candidato en caso de resultar electo. Al menos así ha sido hasta ahora.
Por Álvaro Giz
@giz_alvaro
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