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El columneador
Foto: Gastón Britos/FocoUy
OPINIÓN | El columneador

La temporada en el infierno de Peñarol y Nacional

Las malas decisiones a la hora de las contrataciones, ha generado un panorama inédito en los dos clubes grandes de Uruguay.

Por Eduardo Espina
cadelices@yahoo.com

04.04.2025 11:55

Lectura: 7'

2025-04-04T11:55:00-03:00
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No recuerdo cuándo fue la última vez en que Peñarol y Nacional unieron fuerzas para jugar tan mal y luchar por las posiciones bajas de la tabla para ver cuál de los dos se convierte en candidato para descender por primera vez en su historia. La participación de ambos en la primera fecha de la Libertadores fue de paupérrima para abajo. Vivimos tiempos en los que el morbo busca nuevas carnadas para mantener alejada a la rutina, por consiguiente, tras los descensos no hace mucho de Defensor y Danubio, lo único que va faltando a esta altura en la historia del fútbol uruguayo es que los dos clubes que han ganado trofeos internacionales luchen para ver realizado lo único que les falta para agregar a su rico historial.

Santos, histórico grande de Brasil, cuna deportiva de Pelé y Neymar, descendió. Liverpool de Inglaterra estuvo 8 años en la B durante la década de 1950. Otros grandes que perdieron la categoría son Manchester United, Atlético de Madrid, y River Plate argentino. Hamburgo, campeón de la UEFA Champions League, está en la segunda división alemana desde 2018, en el que fue el primer descenso en su historia, la cual comenzó en 1887. De la forma en que han jugado en las últimas fechas, Peñarol y Nacional tendrían serios problemas para mantenerse en primera en las ligas brasileña y argentina, y ni hablar de las europeas.

El problema de Peñarol y Nacional no son solo los pésimos resultados, si no la alarmante pobreza en la calidad de juego, el déficit anímico, y la pobreza técnica y física demostrada por algunas de las supuestas figuras, que hipotéticamente serían las principales del plantel y que no levantan cabeza, ni ayudan a que jugadores más jóvenes mejoren. La pregunta que cualquier hincha con sentido crítico ha de hacerse es, ¿cómo puede ser posible que se juegue tan mal después de haberse hecho una inversión grande de dinero?

Los entrenadores, por haber aceptado dirigir dos murgas, son los primeros en ser desvinculados. A Martín Lasarte lo corrieron sin darle tiempo de despedirse, y a Diego Aguirre se le está acabando el crédito, si ya no se le acabó tras lo ocurrido en el Amalfitani, donde el equipo no jugó a nada de nada y dio una imagen horrible. Difícilmente el entrenador hubiera sobrevivido al frente del equipo en algún otro club grande del continente.

¿Cómo puede ser?, se pregunta el sentido común, cuando Nacional, por ejemplo, tiene en su delantera a un titular de la selección chilena, y Peñarol desembolsó una suma millonaria para mantener a su jugador estrella. Además, en el fútbol uruguayo no mejoró la calidad de juego de los clubes, esto es, en ninguno de los llamados chicos surgieron estrellas jóvenes (en el Sudamericano sub-17 Ecuador goleó a la selección uruguaya a la misma hora en que Cerro Largo le ganó cómodamente a Peñarol), ni tampoco han magnificado su potencial armando un plantel capaz de ganar todos los campeonatos en los que participan. La realidad es clara: se ha igualado para abajo. La gran mayoría juega ‘parejamente mal’.

¿Qué es lo que está pasando? Un amigo fanático de Nacional hizo un comentario que resulta exagerado: “No hemos tenido suerte con las contrataciones”. Gran error de percepción. La suerte no mete sus narices en las oficinas de los clubes. Lo que está pasando se veía venir y nada tiene que ver con la intervención perjudicial de la fortuna. La propia realidad advertía sobre el desastre actual.

Los clubes de la liga mexicana, mucho más competitiva que la uruguaya, le habían bajado el pulgar a Nico López, porque el jugador ‘ya fue’ en cuanto a alta competitividad se refiere. Jorge Bava, con quien el futbolista terminó distanciado, no lo ponía porque en el equipo titular simplemente su nivel de juego era bajísimo y no justificaba su presencia ni siquiera en el banco de suplentes. Sin embargo, el futbolista, en vez de aceptar que cuando la edad emite decisiones la verdad de la realidad solo es una, se enojó con el entrenador compatriota, en vez de aceptar su realidad física y técnica actual. En la reciente noche negra en Medellín, contra el Nacional, no jugó por “decisión técnica”.

Por consiguiente, si en un club mexicano de media tabla López no jugaba, ¿cómo entonces se lo puede traer como si fuera estrella con condiciones salvíficas capaces de hacer realidad ilusiones de gloria continental? Hay que ser realista. El paso del tiempo, su condición implacable, deja consecuencias irreversibles. Lo mismo se puede decir de otros futbolistas que llegaron en la posdata de su carrera a dar lo poco que pueden dar, y de alguno que bien podría haberse retirado hace tiempo, como es el caso de Diego Polenta. En esto, tan fácil de entender, Peñarol no le ha ido a la zaga a su rival histórico.

Hace bastante que no llegan al club futbolistas cuya gloria radica en el futuro que comienzan a construir con un brillante presente luciendo la camiseta de uno de los grandes, tal como sucedía en pasados tiempos de gloria. Ahora contratan a jugadores que ya cumplieron su ciclo. Lucas Hernández, Camilo Mayada, Jaime Báez, entre otros, no justifican su presencia ni en el banco de suplentes. ¿Es que no se estudia bien sus performances recientes antes de ofrecerle un lugar en el plantel? Por si la mala puntería a la hora de contratar fuera el único mal, se le ha renovado el contrato a otros que tampoco daban garantías de éxito a corto plazo. Leo Fernández nunca logró consolidarse como titular indiscutido en los clubes en que ha jugado. Hasta que el año pasado tuvo su temporada espectacular en Peñarol, la mejor de su carrera, la regularidad no había sido una de sus características.

Por lo tanto, visto lo que su legajo profesional decía, ¿se justificaba la inversión que se terminó haciendo? Cualquiera que siga de manera regular las ligas en las cuales ha jugado, hubiera tenido serias dudas respecto a si renovarle o no el contrato y pagarle la suma exigida por el futbolista, astronómica para el medio local. El bajo desempeño actual de Fernández entraba dentro del plano de lo muy posible. La hinchada ve ahora desanimada cómo al futbolista, con el paso del tiempo como enemigo visible, todo se le hace cuesta arriba, defendiendo no ya su condición de estrella, sino tratando de justificar su titularidad. El miércoles pasado, jugadores y cuerpo técnico la remataron, dando una imagen desastrosa en cancha de Vélez Sarsfield. Peñarol pareció un equipo de la B jugando para no descender a la C.

Con la proliferación de las redes sociales y la complicidad de los medios informativos, a los dirigentes de los clubes grandes se les hizo fácil hablar con cotidiana insistencia. Se destacan más por su omnipresencia mediática que por sus logros a nivel de cancha. A las pruebas me remito, con el afán de zanjar el problema de una vez por todas y saber de qué hablamos cuando hablamos de fútbol con aspiraciones de grandeza. Peñarol y Nacional van ya para 40 años sin ganar una Libertadores y nada da para pensar, ni siquiera el más iluso de los futboleros, que esa realidad vaya a cambiar este año.

Quizá los dirigentes crean, como mi amigo bolsilludo, que esta temporada el panorama es negativo porque no han “tenido suerte con las contrataciones”. En ningún deporte la suerte interviene tanto como en el fútbol, sin embargo, creer que interviene también a la hora de firmar contratos, es tratar de hacerle creer al hincha en la existencia de Papá Noel.

Por Eduardo Espina
cadelices@yahoo.com




Comentarios: 4
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CECILIA33 - 07/05/2013 20:17:12
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-1
USS_Sulaco - 07/05/2013 09:23:01
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07/05/2013 07:53:59
Que se mando, lentes 3D ???
Continúa
+9 -1 8
07/05/2013 00:35:56
La cultura uruguaya,agradecida.
Continúa
+13 -4 9



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