Publicidad

Contenido creado por Paula Barquet
Dentro del margen de error
OPINIÓN | Dentro del margen de error

La “feria” que recorremos en cada gestión: ¿cómo decidimos el voto los uruguayos?

“Mi gobierno” tiene que haberme enojado mucho para querer cambiar. El que no voté debe haberme mejorado mucho la vida para que lo apoye.

Por Mariana Pomiés

23.08.2024 13:42

Lectura: 5'

2024-08-23T13:42:00-03:00
Compartir en

Estamos a casi dos meses de las elecciones y la campaña está en pleno desarrollo. Los partidos están terminando de armar sus listas y las alianzas a veces parecen extrañas para el común de los mortales. En estas semanas se han dado muchos movimientos internos, y para los analistas resulta interesante de ver cuán rápido se abandonan algunas posturas en pos del pragmatismo para lograr, con la acumulación de votos, acercarse un poco más a alguna banca.

Estas son las semanas más feas de la política, donde se ve la cara más ‘interesada’ de quienes aspiran a ocupar un puesto en el próximo gobierno. Pero en ese proceso también se arman las alianzas y empiezan a tomar forma las bancadas que en los próximos cinco años pesarán a la hora de decidir temas o plantear matices en los proyectos de ley, los llamados a sala, las interpelaciones, etc.

La mayor parte de esta etapa de negociaciones y construcción de alianzas es opaca para el ciudadano común, que mira la política como una especie de película en la tele o en las redes. Lo que le preocupa al votante es quién de todos estos políticos lo ayudará a vivir mejor, a cumplir sus sueños de felicidad, estabilidad, casa propia, empleo digno, tranquilidad de que sus hijos no corren peligro en la calle, puedan estudiar y consigan trabajo.

Por ello, más allá de la pregunta muy concreta de qué piensan votar, es fundamental medir la satisfacción del electorado con la situación actual y cómo perciben que están en comparación con el pasado. Importa cómo evalúan el gobierno, el estado de la economía, si ven mejoras en la educación, la salud, el empleo.

Porque al final las inclinaciones de muchos votantes se apoyan en percepciones. No se apoyan en datos objetivos, en los números reales de la economía ni en las propuestas de los distintos programas de gobierno. Los votantes deben tomar una decisión importante con información imperfecta, escasa, sesgada y a menudo difícil de entender. Y por eso recurren ‘a lo que tienen a mano’ y lo que pueden entender para configurar sus propios indicadores de su situación propia y también de la situación del país. En los grupos motivacionales muchas veces escuchamos frases como esta: “Yo no sé si la inflación sube o baja, lo que sé es que cada vez que voy al almacén o al super gasto más y siempre compro lo mismo”.

Así es como el ciudadano de a pie evalúa la economía. O también otras como: “Tengo un hijo en el liceo que hace tres meses no tiene clases de matemática porque la profesora renunció y no le pusieron otra”, y así “es” la situación en la educación. O: “Tengo que ver al cardiólogo y me dan hora para dentro de tres meses”, y así es la salud.

Este tipo de comentarios se repiten a lo largo de todos los gobiernos, en mayor o menor medida. Lo que importa aquí es el peso de estas percepciones a la hora de evaluar y tomar decisiones, y las percepciones pesan más que los datos “objetivos”, que muchas veces no se notan en el día a día de la gente común. Pero incluso las sensaciones no necesariamente son las mismas según quién esté a cargo del gobierno. Somos más pacientes o menos, más duros o menos, según quién esté en el gobierno. Si lo voté, tiendo a ser más tolerante; si no, tiendo a ser más crítico. Y por eso, al final, luego de evaluar en función de las experiencias en la vida cotidiana, esa evaluación la pasamos por el tamiz de nuestro corazoncito o camiseta política. “Mi gobierno” tiene que haberme causado mucho enojo para que decida cambiar. El gobierno que no voté tiene que haberme mejorado mucho la vida para que decida apoyarlo para otra gestión.

Cuando se pregunta a la población si vivía mejor antes con los gobiernos del Frente Amplio o ahora con el gobierno de la coalición, las opiniones están divididas: una mayoría relativa (41%) afirma que vivía mejor antes, pero casi otro tanto (38%) cree que vive mejor hoy. Uno de 10 piensa que está igual hoy que antes. Esta “sensación” se parece mucho a la intención de voto relevada en la misma encuesta, con 45% de electores que votarían al FA y 40% a la coalición.

En Uruguay sigue habiendo dos grandes bloques políticos, y pocos electores “se pasan” de uno a otro. La ubicación en un bloque tiende a condicionar la mirada que tenemos de la realidad y también nuestra percepción sobre cómo vivimos o ‘cómo nos va en la feria’. Por lo tanto, la decisión sobre quién gobernará en los próximos cinco años la termina tomando un grupo reducido de personas que en un momento cree que un bloque le permitirá vivir mejor y en otro que piensa que estará mejor con el otro bloque. La gran mayoría permanece en “su” bloque porque está convencido de que los suyos son siempre los que le garantizan una mejor vida.

Por Mariana Pomiés