Usted va a comprar un auto usado en Uruguay. La escribana estudiará los títulos y el de los propietarios anteriores, comprobará que el coche tenga seguro obligatorio (SOA) vigente, solicitará a la Dirección General de Registros un certificado de actos personales (embargos, etc.) y el certificado automotor (libre de prendas). También pedirá el certificado SUCIVE, que contiene la historia del vehículo, incluyendo multas y pago de patente, y se verá obligado a tramitar el título de propiedad, si no lo tiene. Si el vendedor es contribuyente al BPS, la escribana solicitará certificado único que acredite que se encuentra al día. Si el vendedor es contribuyente de IRAE o IMEBA, la escribana solicitará el certificado único departamental CUD. Si el vendedor es una persona jurídica, o sea una empresa o sociedad, se solicitará el estatuto de la constitución de la sociedad y otros documentos relativos a las sociedades comerciales. Por fin, vendedor y comprador coordinarán día y hora y firmarán la compraventa ante su escribana, en tanto intercambian el precio, las llaves, la libreta… La escribana protocolizará el título de propiedad, que se inscribirá en el Registro de la Propiedad Mobiliaria del departamento. Se hará el Computest del vehículo y luego el cambio de titularidad de la libreta en la Intendencia correspondiente y, eventualmente, el reempadronamiento.
Gastará muchos miles de pesos, pues todos los que intervienen en el proceso pellizcarán algo.
Por fin, después de más de una semana de trámites (si no lo detuvo algún paro en los Registros u otra dependencia pública), usted llegará a casa, muy ufano con su Volkswagen Up 2016, con 70.000 kilómetros de uso, que pagó 12.500 dólares porque un amigo le hizo precio.
Mientras tanto su hijo, que vive en Nueva Zelanda, comprará el mismo modelo de auto, del mismo año, con un kilometraje similar, por un precio muy inferior, tras llenar un formulario con el vendedor, firmarlo, pagar 5,3 dólares de tasa y depositarlo en la oficina de Correos más cercana. La entrega del papel en el NZ Post formaliza la compra. Fin. Y si desea, puede hacer ese trámite en su computadora, tirado en la cama. El seguro y esas cosas son su responsabilidad.
Burocratización versus expeditividad, he ahí una gigantesca diferencia para el desarrollo socioeconómico. (Y ni se lo ocurra comprar o vender una chacrita en Canelones: querrá colgarse de un pino antes de reunir la mitad de los papeles exigidos).
En Uruguay usted debe probar que es inocente, y que no tiene deudas. En Nueva Zelanda se parte de la base de que usted es inocente y que no debe nada, salvo que le demuestren lo contrario. Así que lo dejan hacer. El modo hispano y el modo anglosajón: dos maneras antitéticas de concebir las cosas.
Eleuterio Fernández Huidobro, uno de los fundadores del MLN-Tupamaros, un personaje controvertido, solía decir: “El problema arrancó con Colón, quien trajo escribano (notario) ya desde su primer viaje a América. Ahí empezó el desastre, ahí pusimos la burocracia en un pedestal”. Es una imagen poderosa aunque injusta con los escribanos, quienes no crearon la burocracia, y que, a lo sumo, sólo son su representación, como lo son los funcionarios públicos y sus venerables papeles.
Es preciso renunciar a las justificaciones autoindulgentes y conspiranoicas para explicar la creciente brecha entre Argentina y Uruguay y los países de “nuevo asentamiento europeo” en Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), también productores de alimentos y materias primas.
El sello cultural e ideológico, la herencia colonial: esa es una de las razones fundamentales del contraste de desarrollo entre Uruguay y Nueva Zelanda, países que, sin embargo, son grandes exportadores de artículos similares: carne bovina y ovina, leche y derivados, celulosa, maderas (aunque en escalas muy diferentes debido a la inversión y a las formas de trabajar); e importan casi lo mismo: petróleo, vehículos, electrónica, maquinaria.
Nueva Zelanda, con cinco millones de habitantes, tiene una economía más compleja, más rica, más exportadora (incluido un tratado de libre comercio con China) y de mucho mayor desarrollo humano que Uruguay (puesto 16º en el ranking PNUD contra puesto 52º).
Argentina, Uruguay, Australia y Nueva Zelanda estuvieron en un punto de desarrollo similar a fines del siglo XIX, debido a la abundancia de recursos y a una población escasa (aunque creciente) que dispuso de muy amplios márgenes de libertad para emprender. Pero comenzaron a distanciarse a partir de la década de 1930, y más aún en los últimos 40 años.
La clave está en la herencia cultural, según se verá en el tercer y último artículo de esta serie.
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