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Bueyes perdidos y encontrados
Foto: Sofia Torres / FocoUy
OPINIÓN | Bueyes perdidos y encontrados

Fossati y Ojeda: dos personajes al son de acuerdos, idas y vueltas, y frases incongruentes

El resultado de las internas desnuda contradicciones entre resultados concretos y expresiones políticas rocambolescas y exageradas.

Por Marcelo Estefanell

11.07.2024 12:34

Lectura: 4'

2024-07-11T12:34:00-03:00
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Llama mucho la atención la presencia en los medios de dos personajes muy singulares y muy diferentes entre sí; me refiero a la exfiscal Gabriela Fossati y al ahora candidato único a la presidencia de la República por el partido Colorado, el abogado Andrés Ojeda.

Fossati se hizo conocida por el resonado caso Astesiano que tuvo en sus manos. Dio que hablar —una semana sí y otra también— durante la investigación al exjefe de custodia presidencial, más el insumo que aportó con sus marchas y contramarchas, con sus licencias médicas y sus críticas a sus colegas, con sus tuits y su volubilidad, manteniéndose en la palestra por varios meses. Por si fuera poco, al renunciar a la fiscalía el 4 de setiembre del año pasado y sumarse al Partido Nacional en tan breve plazo, mereció abundantes titulares y notas. A todo bombo y platillo adhirió al grupo liderado por Laura Raffo, por entonces precandidata la presidencia de la República. No perdió ocasión para expresarse públicamente como “wilsonista siglo XXI” sin desarrollar nunca qué significa esa expresión en concreto. Por su parte, Raffo la recibió con los brazos abiertos destacando el trabajo de la exfiscal durante 30 años de servicio y culminó la bienvenida afirmando que comparten valores y pretenden el “fortalecimiento de la democracia y de las instituciones”.

Sin embargo, no pasaron 48 horas de las elecciones primarias para que la exfiscal diera otra vuelta de trapecista anunciando que abandonaba el Partido Nacional. La razón esgrimida (por supuesto, en su cuenta de X) es inaudita. Desconforme con Valeria Ripoll como candidata a la vicepresidencia, escribe, en parte, así: “No todo vale. Los principios por sobre todo. Conozco muy bien las estrategias de los comunistas y gremialistas. Se infiltran y destruyen.” Ni al tristemente célebre senador Joseph McCarthy o a la senadora Graciela Bianchi se le hubiese ocurrido semejante dislate.

Más insólito aun resultó su paso siguiente: a menos de 24 horas de haber abandonado al Partido Nacional decidió pasarse al Partido Colorado y darle su apoyo al doctor Andrés Ojeda, porque su “objetivo —aseguró— más que cualquier otro, es que no vuelva a gobernar el Frente Amplio”.

En esto coincide plenamente con el candidato único del Partido Colorado. Personaje, por otra parte, que ha irrumpido con fuerza en los titulares de prensa, en los portales y en los paneles televisivos pese al escaso apoyo que obtuvo su partido en las elecciones internas —103.351 votos— y él mismo con 40.809. Cifra que le alcanzó para ganar la interna, pero muy exigua si se la compara con los sufragios obtenidos por Álvaro Delgado y por Yamandú Orsi, que alcanzaron 246.256 y 247.295 votos respectivamente. Estos números resultan inversamente proporcionales a la propaganda electoral que desarrolló Ojeda y al espacio que le dedican los medios de comunicación. Pero el candidato colorado vende imagen, hay que reconocerlo. Lanza frases incisivas y muestra una obsesión constante: impedir a toda costa que el Frente Amplio vuelva a ser gobierno. Siempre aparece exultante ante los micrófonos y las cámaras mientras deja adivinar sus ambiciones: dominar al Partido Colorado, primero, y convertirse en líder de la coalición multicolor, después. Lo primero ya lo logró. Lo segundo le será más difícil porque el Herrerismo es fuerte y este primer “puente” —como llamó él al apoyo de Gabriela Fossati— no pasa de un chisporroteo momentáneo que significa, además, escaso apoyo electoral. Por el contrario, Álvaro Delgado le está dando indirectamente una mano al elegir como compañera de fórmula a Valeria Ripoll, porque más de un independiente o de un blanco desencantado con la exdirigente sindical se verá seducido por este joven descontracturado que vive simplificando fenómenos complejos con frases hechas como “No hay izquierdas ni derechas, solo lo nuevo y lo viejo”, o cuando subraya: “No hay ninguno más colorado de convicción que nosotros, que nunca vimos una vaca gorda y nacimos a la intemperie”.

El tiempo, ese sabio y silencioso elemento, lo dirá.

Por Marcelo Estefanell


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