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Contenido creado por Gonzalo Charquero
El negocio en busca de sentido
Foto: Julian Jagtenberg / Pexels
OPINIÓN | El negocio en busca de sentido

Es la vida y su diversidad el valor supremo que orienta el accionar humano

Es necesario apostar por transformar nuestras creencias y prácticas menos desarrolladas hacia un futuro más verde e inclusivo.

Por Teresa Cometto
[email protected]

06.06.2024 19:01

Lectura: 5'

2024-06-06T19:01:00-03:00
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En el marco del II Foro de Sostenibilidad de BBVA en Montevideo, presidido por Beatriz Argimón y su Country Manager Alberto Charro, se destacó la importancia de la misma como política de Estado, y se puso énfasis en que representa una prioridad estratégica para Uruguay. Este evento subrayó el compromiso de diversas entidades con un futuro más verde e inclusivo. A su vez, mostró que el campo está muy fértil para avanzar, y esta es una gran noticia.

Es importante destacar que la problemática ambiental que enfrentamos es solo la superficie de una mucho más profunda y compleja: la crisis de sentido y moral de nuestra civilización.

Antonio Elizalde, en su obra Desarrollo humano y etica para la sustentabilidad (2003), profundiza en el sentido. Sostiene que nuestras percepciones y principios fundacionales evidencian un “subdesarrollo” moral. A pesar de nuestros impresionantes avances científicos y tecnológicos, no hemos desarrollado una moralidad acorde con nuestro poder destructivo. Somos, en sus palabras, “como niños al mando de una locomotora”.

La pregunta por la sostenibilidad no es solo tecnológica, económica o política; es una cuestión de creencias y valores. La misma requiere una transformación en nuestra concepción de la realidad, pasando de un mundo de objetos externos a uno de ver la realidad como algo que construimos colectivamente, integrando nuestras dimensiones interiores.

En este sentido, Elizalde propone operacionalizar conceptos como resiliencia, apertura y escucha. La resiliencia, entendida como la capacidad de recuperarse ante impactos, puede evaluar el daño ambiental. La apertura, por la habilidad de ampliar opciones evolutivas, cobra su significado en biología y educación. La escucha, vital en un mundo saturado de información, nos ayuda a mantener la sensibilidad hacia el sentir y el sufrimiento ajeno.

Hace pocos días, tuve la oportunidad de leer en un taller de agentes pastorales (Pastoral Penitenciaria) el poema “Escuchar” de Leo Buscaglia que quedó resonando en mi cabeza y mi corazón:

Cuando te pido que me escuches y

tú empiezas a dar consejos,

no estás haciendo lo que te pido.

Cuando te pido que me escuches y tú me dices por qué

no debo sentirme así

estás hiriendo mis sentimientos.

Cuando te pido que me escuches y

tú imaginas que has de hacer algo para resolver el problema

me has defraudado por extraño que te parezca.

Por lo que, haz el favor, solo escúchame

e intenta comprenderme.

Y si quieres hablar,

espera unos minutos

y yo te prometo que te escucharé

¿Podemos transformar estos conceptos en variables evaluables para así avanzar hacia una cultura de sostenibilidad?

La crisis de sentido también está vinculada con las falacias de nuestro sistema de creencias: la separatividad y la exterioridad. Nos vemos como partes aisladas, desconectadas del todo, buscando la felicidad en lo externo en lugar de hacerlo en nuestro ser. Este modelo prioriza el tener sobre el ser, promoviendo la acumulación de bienes y artefactos como medida de éxito y felicidad.¹

Además, si pensamos que podemos vivir en un tiempo uniforme, ignoramos la coexistencia de distintos ritmos temporales. Las decisiones a corto plazo, tomadas muchas veces tanto en empresas como en política, no dan el valor que tiene el largo plazo.¹

¿Qué hacer para avanzar hacia otro sistema de creencias?

Estoy convencida que abrirnos a compartir y a incluir al otro, en especial a los excluidos, puede darnos un sentido de vida. Una sociedad anclada en la inequidad entre los seres humanos es generadora de violencia, rabia y destrucción mutua.

Es necesario recuperar el objetivo de la búsqueda de sabiduría, que es mucho más que información o el conocimiento, es ser capaz de ponerse en los zapatos del otro, no juzgar, empatizar: la razón y el corazón.

¿Por qué caminos avanzar?

Con indicadores locales, haciendo posible una mayor participación y despliegue democráticos.

Desarrollando la idea de escucha activa que se compromete.

Avanzando hacia un horizonte político cultural de equidad y justicia social que haga posible un punto de encuentro que supere la indignidad moral.

Construyendo una reorientación del esfuerzo tecnológico hacia un ahorro energético.

Rescatando los valores de la compasión, la solidaridad, la fraternidad, la igualdad, y la puesta en juego de nuevos valores tales como la inclusión y la equidad (justicia social y ambiental), la espiritualidad, la aceptación plena del otro.

Desarrollando el pensamiento complejo, la racionalidad ambiental y las visiones ecosistémicas.

Apuntando hacia la producción colectiva de saberes y la recuperación y valoración de los saberes tradicionales.

Construyendo una sociedad civil global que haga posible un reajuste frente a la absoluta desregulación.

Los elementos están dados para que podamos corregir y reorientar la opción evolutiva en la cual hemos estado empeñados. Estamos llamados a repensar nuestro enfoque hacia un sistema de creencias que valore la equidad, la justicia social y ambiental.

La sostenibilidad no es una “moda”, es una forma de encarar la vida que hoy es crucial para nuestra supervivencia. Solo así podremos construir una sociedad civil global que enfrente los desafíos del futuro con una visión integradora y respetuosa. Buscar un camino evolutivo centrado en la interioridad y en el respeto profundo a la naturaleza, integrando la dimensión ética y la compasión.

En resumen, el desafío ético y político de nuestra era es adoptar una compasión ampliada que nos lleve a entender que “todo ente existente es el centro del universo”.

1. Elizalde, A. (2003) Desarrollo humano y ética para la sustentabilidad, PNUMA.

Por Teresa Cometto
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